Moscú: lucha de poder en Rusia

por María Ángeles Muñoz, 15 de octubre de 2010

 

1. El alcalde Luzhokov, destituido
 
El presidente ruso Dimitri Medvedev destituía el pasado martes 28 de septiembre al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, quien ocupaba la alcaldía moscovita desde 1992.
 
Las claves de esta destitución -consecuencia de desavenencias conocidas de Luzhkov con el Kremlin- resultan interesantes. Mayor curiosidad despierta esta circunstancia si partimos del hecho que el ex alcalde es miembro cofundador del partido Rusia Unida[1], que fue nombrado alcalde por Boris Yeltsin y que incluso su nombre formó parte de una reducido número de futuros sucesores del Presidente ruso. Finalmente Luzhkov continuó en la alcaldía rusa al ser nombrado Vladimir Putin como sucesor oficial.
 
Luzhkov puede considerarse un ejemplo adecuado para entender las luces y sombras que salpican la realidad política de la nueva Rusia. Aunque fue nombrado por Yeltsin en 1992, salió elegido en las urnas en junio de 1996 y reelegido consecutivamente desde entonces (diciembre de 1999, diciembre de 2003 y julio de 2007). En su haber político destaca el conjunto de logros y mejoras aportadas a la ciudad de Moscú: transporte gratuito para personas mayores, fomento de la actividad empresarial, construcción del tercer anillo de Moscú, ampliación de la red de metro moscovita y mejora de infraestructuras. Se puede decir que la ciudad ha alcanzado un elevado nivel de desarrollo durante sus mandatos, fundamentalmente en los primeros años. En este tiempo la ciudad se ha visto transformada hasta el punto de albergar una gran actividad empresarial y comercial. En suma a este factor hay que añadir el trabajo en el área de las políticas sociales, hecho que le ha granjeado el apoyo de gran parte del colectivo de jubilados: en la ciudad de Moscú los trabajadores y pensionistas gozan de un nivel de vida superior al de otras personas de estos colectivos en el resto de Rusia gracias a un generoso programa de subvenciones desplegado desde la alcaldía.
 
2. La corrupción política en el punto de mira
 
Esta transformación operada en Moscú durante estos años bajo la alcaldía de Luzhkov es aconsejable visualizarla en paralelo con el desarrollo de la emergente Rusia capitalista. El crecimiento de la ciudad ha llegado de la mano de sutiles alianzas entre el poder instaurado y el dinero. No en vano las acusaciones de corrupción han merodeado en torno a esta destitución, detalle más que significativo. Luzhkov representa la llegada e instalación de una nueva oligarquía que asocia oportunidad política y capacidad de negocio. La realidad sobrevenida a esta connivencia estructural es el desarrollo de un modelo de democracia en el que la corrupción es un elemento habitual del entramado institucional. Como derivación lógica de esta asociación constatamos que la falta de transparencia no es un requisito de la democracia en Rusia -no sólo por la falta de exigencia a las autoridades públicas como herencia de la tradición política comunista- sino porque la sociedad se ha acostumbrado a que el crecimiento y el despegue económico y empresarial del país vayan vinculados a estas prácticas. De hecho una encuesta de opinión desvelaba recientemente que el 56% de los moscovitas consideraba corrupto al alcalde de Moscú y sin embargo un 52% deseaba que siguiera siendo su dirigente.
 
La corrupción se ha convertido además en uno de los principales temas de oposición. Boris Nemtsov, opositor liberal, ha realizado un informe que analiza los negocios del entorno de Luzhkov y su esposa Baturina. Un problema añadido a la propia corrupción sería el ascendiente de ésta sobre el alcalde y las presiones ejercidas por la misma para obtener trato de favor para sus negocios; Moscú ha devenido en estos años la ciudad más corrupta de toda Rusia. Nemtsov ha denunciado cómo la corrupción ha ido penetrando todos los niveles del poder y en qué medida los sobornos son un hecho cotidiano aplicado por los distintos grupos que controlan los principales sectores de la administración.
 
En cuanto a las motivaciones de su cese, fuentes rusas han remitido a la mala gestión del plan de emergencias para hacer frente a la oleada de incendios que se sucedieron en torno a la ciudad el pasado mes de agosto. Un detalle al respecto es que Luzhkov tardó diez días en suspender su periodo vacacional para acudir a gestionar la crisis, hecho que sentó muy mal en el Kremlin como es lógico de entender. Pero una de las cuestiones que precisamente ha justificado la destitución ante la opinión pública ha sido la acusación de corrupción y de abuso de funciones que le han dirigido en los últimos tiempos. Una de las beneficiarias directas sería su esposa Elena Baturina, quien partiendo de un puesto modesto en la alcaldía ha desarrollado la empresa Inteko. Esta empresa se ha convertido en un emporio inmobiliario y de obra pública que le ha generado unos beneficios 2.900 millones de dólares.
 
3. Las diferencias con el Kremlin
 
Luzhkov ya había hablado con dirigentes rusos de la posibilidad de su salida de la alcaldía tras sus vacaciones en Austria, habiendo acordado -según declaraciones de la portavoz del presidente – que reflexionaría sobre la mejor vía para su salida de la política local. Tras esto y hace tan sólo unos días a Luzhkov se le presentaban dos alternativas en una misma dirección: o irse por deseo propio presentando su dimisión o ser despedido bajo una “fórmula más severa de pérdida de confianza”, tal y como anunciaba Natalia Timakova -portavoz del Presidente ruso- durante su reciente visita a China. El alcalde eligió esta segunda opción con el revuelo mediático que ello suscitaba, obligando en cierta forma a Mezvedev a dar explicaciones públicas por el cese. En este sentido Luzhkov ha desencadenado una situación incómoda al presidente, dado que éste tiene el derecho constitucional de destituir a cualquier funcionario del gobierno, incluidos alcaldes y gobernadores, sin necesitar ninguna explicación. Mezvedev aludía en un decreto presidencial, publicado el martes 28, la falta de confianza como motivo principal; pero es evidente que esta razón no es la causa tras dieciocho años de permanencia en la alcaldía con el visto bueno de los líderes rusos. Según información de la agencia de noticias RIA Novosti los desacuerdos entre Luzhkov y Medvedev habían surgido mucho tiempo atrás; el último problema pudo haber sido la discusión entre el alcalde y el presidente respecto a la decisión del mandatario de detener la construcción de una nueva carretera que tenía previsto pasar por un monte situado en la zona norte de Moscú.
 
La destitución de Luzhkov ha venido precedida además de una campaña televisiva a través del  canal de televisión estatal que ha emitido un gran número de documentales durante este el pasado mes, en los que acusaba a Luzkov de corrupción, falta de acción ante el calor que se registró en verano, su incapacidad para resolver los problemas de tráfico en Moscú, así como de ayudar a su esposa a convertirse en la tercera mujer más rica del mundo, al acaudalar una fortuna estimada en 2.900 millones de dólares.
 
4. Los verdaderos motivos de esta destitución
 
En el fondo el relevo de Luzhkov es el primer golpe de una campaña de cambios internos diseñada por el Kremlin orientada a sustituir a los dirigentes regionales, muchos de ellos procedentes de la “era Yeltsin”. Lo que se ha jugado en cese de Luzhkov ha sido un pulso entre los distintos niveles de poder. Nikolai Petrov, del Centro Karnegie en Moscú, declaraba el pasado mes de agosto que Luzhkov estaba debilitado y tenía los días contados. Según Petrov sólo faltaba conocer las condiciones en las cuales el alcalde abandonaría su puesto: las suyas propias o las del Kremlin. No se debe olvidar que en este escenario Luzhkov representa el peso del poder local incrementado de forma más que notable tras la caída del comunismo; Luzhkov ha sido hasta ahora un peso pesado de la política rusa que ha sabido mantenerse en el poder a través de las diferentes crisis de la política rusa desde 1991. Y no está de más la observación que el mandato de Luzhkov finalizaba en 2011, un año antes de la elección presidencial. Su destitución es un elemento de reorganización del mapa de poder en Rusia, de manera anticipada a las elecciones presidenciales.
 
En relación a las diferencias entre el ex alcalde y la dirección del partido resulta interesante recordar que el recambio de Luzhkov ha sucedido tan sólo un mes después de que el presidente Medvédev le advirtiera que si no estaba de acuerdo con las políticas del Kremlin, pasara a las filas de la oposición.
 
Este aviso del presidente ruso se interpretó por la mayoría de medios de comunicación rusos como una señal para situarlo en el centro de la crítica política. Y así ha sucedido cuando a principios de este mes pasado varias televisiones de cobertura nacional emitían programas con agudas críticas e información comprometedora sobre la gestión del alcalde moscovita.
 
Finalmente Medvedev firmó el decreto de destitución sin proceder a la convocatoria de una reunión final con el alcalde, y bajo único conocimiento de su primer ministro Vladimir Putin.
 
Estos hechos nos remiten a un pulso pretendido para la instauración de una nueva lógica de poder en Rusia, donde se quiere dejar muy claro quién manda y qué poder está por encima del resto de poderes. En medios rusos se ha hablado de un “golpe de autoridad”, pero se le puede asignar una mayor dimensión si se piensa que con esta destitución ha caído además del alcalde de Moscú una de las figuras de mayor peso en la política rusa de los últimos dieciocho años. Hay que destacar además que la fórmula elegida para hacer efectivo el cese ha sido la citada “pérdida de confianza”, decreto nunca utilizado hasta entonces para con ningún alto cargo. Más que una destitución se ha practicado una expulsión de la política rusa, sobre todo debido a las diferencias con la dirección del partido y con el Kremlin.
 
Pocas horas después de la destitución de Luzhkov se anunciaba que éste había renunciado a su militancia en el principal partido, Rusia Unida, partido del que fue cofundador tal y como hemos citado anteriormente. El cese afecta por tanto no sólo a su puesto en la alcaldía sino a la posibilidad de mantener actividad política alguna al lado de los dirigentes de dicho partido y del aparato de gobierno ruso.
 
El presidente de este partido y de la Duma del Estado o Cámara de Diputados, Borís Grizlov, lamentaba públicamente que Luzhkov hubiera llegado al punto de “dar motivos” al presidente para destituirlo. Esta declaración muestra hasta qué punto la disidencia con la cúpula de poder supone simplemente el final. Y falta por ver si de verdad se abrirán diligencias contra Luzhkov por los casos de corrupción de que se ha venido acusando, acusaciones bien fundadas por otro lado. Pero en caso que no se inicien los trámites judiciales oportunos se demostraría tal y como muchos intuyen que en el fondo de la cuestión no subyace el malestar por la corrupción, práctica cotidiana en los niveles regionales de la administración rusa, sino por las diferencias abiertas con el propio presidente. Y si bien la oposición se alegró por la decisión de Medvédev, formaciones como el Partido Comunista de Rusia (PCR) se mostraron más prudentes. Precisamente Ivan Mélnikov, vicepresidente de la Duma y número dos del PCR, reconocía que estos hechos abrían una nueva etapa en el desarrollo del sistema político que había que analizar en profundidad.
 
Otro elemento a tener en cuenta sería el elevado grado de apoyo popular a la demanda de convocatoria de elecciones a la alcaldía de Moscú. Hay que recordar que Luzhkov ha sido alcalde durante dos décadas y que desde el año 2004 los alcaldes dejaron de ser elegidos mediante procesos electorales en Rusia sino que han pasado a ser designados por el Kremlin. En mención a estas demandas ciudadanas Vladimir Rizhkov, actual líder de la oposición, confirmaba que nunca había visto tanta gente en la calle en señal de protesta. Esto no deja de ser un signo positivo en medio de este escenario de corrupción y dirigismo político, ya que muestra una incipiente preocupación ciudadana por participar en los procesos de elección y da muestras de disconformidad con determinadas prácticas políticas.
 
5. La pugna por las elecciones presidenciales de 2012 en la trastienda

Por otra parte los grupos políticos de la oposición que no están representados en el Parlamento interpretaban la destitución del Luzhkov como una muestra de que Medvédev ha comenzado a tomar decisiones al margen de la opinión de Vladimir Putin, aún hoy considerado por una mayoría el hombre fuerte de Rusia. Así lo reconocía Boris Nemtsov, ex viceprimer ministro y copresidente del movimiento opositor Solidarnost al afirmar que ésta es la primera decisión autónoma del presidente. Nemstov ha advertido además que en caso que no se inicien las causas contra el ex alcalde por corrupción, éste podría vincular a su persona el apoyo de empresarios y miembros de la administración que disienten tal y como él de la dirección de su hasta ahora partido; esto podría desembocar la presentación de una candidatura propia para las elecciones presidenciales de 2012.
 
La destitución se ha interpretado por algunos no sólo como un primer paso autónomo de Medvédev sino como una señal de la intención de presentarse a un segundo mandato presidencial en el que actuaría de forma más personal e independiente respecto de la influencia de su actual primer ministro y ex presidente Putin. Y ésta desde luego ha sido una de las principales razones para la destitución de Luzhkov.
 
No está de más recordar que el actual presidente ha crecido a la sombra política de Putin, y que fue éste quien lo situó al frente como sucesor suyo. Pero Putin, como primer ministro, ha seguido al mando del país durante estos últimos años ocupándose de su política interior. Esta doble presencia de hombres en el poder más que haber generado un tándem de éxito ha llevado a cierta rivalidad entre ambos. Tanto es así que Putin se postula de nuevo para las próximas presidenciales, y Medvedev por su parte quiere acceder a la reelección pero de una manera más independiente de la figura y la influencia de su mentor. Y una de las motivaciones que Medvedev ha referido públicamente para postularse de nuevo al primer puesto de la política rusa ha sido una crítica indirecta: “de cara a enfrentar todos los desafíos del país no se ha hecho todo lo suficiente en los últimos años”.[2] Con estas palabras Medvedev aludía a los ocho años de gobierno de Vladimir Putin. Además, Medvedev no ha dejado de hacer crítica a las grandes corporaciones estatales creadas por su antecesor destacando como problema fundamental su pobre funcionamiento.
 
Pero a pesar de todo lo cierto es que Vladimir Putin tendría mayores posibilidades de salir elegido presidente en caso de presentarse. Su cota de popularidad siempre ha estado por encima de su pupilo, y no ha dejado de mostrarse como el hombre fuerte del país. Distintos estudios sociológicos revelan que la población rusa, todavía marcada por la impronta del comunismo soviético prefiere una democracia dirigida y en este escenario Vladímir Putin es considerado como el líder capaz de dirigir el país. Coincide también el hecho que la economía rusa experimentó una sensible recuperación durante los mandatos de Putin y Rusia recuperó un lugar en el ámbito internacional. Rusia durante esos ocho años entrelazó un nuevo marco de relaciones internacionales estableciendo acuerdos estratégicos con países como la República Popular China, Francia o Reino Unido, y mostró su capacidad de presión con Europa mediante la gestión del suministro de gas y de hidrocarburos.
 
Mevedev a su vez ha intentado hacerse una imagen internacional durante estos años, sin llegar a la altura de su antecesor. Curiosamente la destitución de Luzhkov se sucedía durante una visita de Estado de Medvedev a China, visita que pretende estrechar lazos bilaterales y llegar a acuerdos importantes en coordinación internacional. Estos acuerdos se concretan en la firma de una decena de tratados de cooperación y en la asistencia a las obras de finalización de un oleoducto que unirá China con Rusia. El gesto ha sido de presencia e influencia en lo internacional y de golpe de fuerza en la política nacional. Más fuerte aún se ha querido mostrar Medvedev con este gesto cuando el hombre más valorado en la gestión de los incendios de agosto fue el propio Putin (a pesar que su valoración política cayera durante esos días del mismo modo que la de sus colegas rusos, aunque en menor medida). [3] Durante aquellos días Putin se preocupó de subir a un avión de extinción para supervisar las labores y para mostrar su presencia en la zona de la catástrofe; ya entonces se interpretó este gesto como una señal de intención de aspirar a las presidenciales de 2012.
 
Medvedev y Putin, ambos a través de mensajes implícitos y explícitos, se postulan para las próximas elecciones en Rusia. Medvedev quiere gestionar los cambios políticos necesarios que le abran paso a su reelección, pero lo que de verdad mostrará sus posibilidades será el mapa de fidelidades en el seno de su partido y de los gobiernos locales, muchos de ellos formados a la sombra de las legislaturas de Putin.


 

Ángeles Muñoz (Madrid, 1978) es politóloga por la UCM especializada en Análisis Político y Relaciones Internacionales, con doctorado en Procesos Políticos en la UE y países de la Antigua Unión Soviética (UNED). Ha sido profesora de Sociología en Valencia, donde también ha coordinado formación en Dirección y Comunicación para profesionales a través de la Universidad Politécnica (UPV). Actualmente participa en foros de estudio europeo y realiza análisis político y electoral en diferentes medios.
 
 
Notas

[1] Formación política surgida el 1 de diciembre de 2001 fruto de la fusión de los partidos “Unidad”, “Patria” y “Toda Rusia”; dicha coalición es presidida por el primer ministro ruso y ex presidente Vladimir Putin.
[2] Medvedev en declaraciones al diario ruso la Gazeta durante su participación reciente ante la Asamblea de Naciones Unidas.
[3] El instituto de sondeos WZIOM aportó los datos más bajos: la confianza en Medvedev cayó según su encuesta del 44% al 39%, y la de Putin del 52% al 47%.