Los resultados de la prueba. Bush les ofreció a los palestinos un estado y ellos lo rechazaron

por Clifford D. May, 11 de julio de 2008

El aniversario pasó de puntillas casi sin mencionarlo. Hace 6 años, el 24 de junio de 2002, el presidente Bush cambió el rumbo de la política americana en Oriente Próximo tomando una nueva dirección. En un discurso que rompió moldes, anunció que Estados Unidos apoyaría la creación de un estado palestino. Su única condición era que los palestinos primero eligiesen “líderes no comprometidos con el terrorismo”. También pidió que se hiciera “frente a la corrupción” y que se construyera “una democracia en activo basada en la tolerancia y la libertad”.
 
Bush era optimista pensando que eso sucedería y que para el momento en que dejara la Casa Blanca, habría un estado palestino y un estado judío viviendo en paz uno al lado del otro. En los años después de aquello, las estrellas parecían decir que eso se iba a dar.
 
En 2004, Yasser Arafat murió, borrando de la escena política al longevo líder palestino más identificado con el terrorismo y la corrupción (y jamás tentado seriamente por la tolerancia o la libertad). En 2005, Israel dio por finalizada su ocupación de Gaza, retirando a cada uno de sus soldados, granjeros y tumbas, pero dejándoles sus invernaderos para que los palestinos cultivaran legumbres y flores. (En vez fueron arrasados.)
 
En 2006, hubo elecciones en Gaza y Cisjordania. Esas elecciones fueron ampliamente vistas como libres y justas. (Algo que requirió ignorar el hecho que los palestinos no disfrutaban de libertad de expresión, de prensa o de reunión). Hamás, una organización terrorista, se declaró partido político y ganó. Pese a ello, existía la esperanza que, al habérsele confiado la autoridad, Hamás mostraría responsabilidad con el paso del tiempo.
 
Pero por lo que suspiraban los líderes de Hamás era por más poder y así en 2007, emprendieron una oleada de violencia contra sus rivales, las fuerzas de seguridad de Fatah. Desde entonces, Hamás se ha visto como la fuerza indiscutida en Gaza y nadie habla de nuevas elecciones o de derechos civiles.
 
Hamás tampoco ha intentado construir una base económica. Más bien, se dirigió a los regentes de Irán en busca de dinero y consejo - y entonces se quejaron que los palestinos vivían en la miseria porque no recibían suficientes fondos de Estados Unidos y Europa. Hamás envía lluvias de misiles contra ciudades israelíes, envía a terroristas a Israel en misiones suicidas o de secuestro, y asigna terroristas suicidas para hacer saltar por los aires los pocos pasos fronterizos con Israel. Luego, Hamás se queja de que Israel no está entregando tantos alimentos, medicinas, gasolina y electricidad como los palestinos requieren. (Y los empleados de Naciones Unidas en Gaza también se quejan de lo mismo).
 
Mientras tanto, en Cisjordania, el presidente Mahmud Abbás de la Autoridad Palestina cada vez tiene menos asuntos a su cargo. ¿Será al menos inflexible ante el terrorismo? Samir Quntar ha estado encarcelado en una prisión israelí por utilizar su rifle para aplastar la cabeza de una niñita israelí de 4 años después que primero mataran a su padre. Al momento de escribir esta columna, se espera que Quntar sea liberado en un intercambio de prisioneros con Hizbolá, el subsidiario de Irán en el vecino Líbano. Palestinian Media Watch informa que en la televisión palestina que dirige Abbás, Qunar está siendo vitoreado como “héroe” y “guerrero valiente”.
 
A pesar de todo esto, en su visita más reciente a Oriente Próximo en mayo, el presidente Bush expresó optimismo en que se pudiera alcanzar un acuerdo de paz palestino-israelí antes de que su período en el cargo termine en enero de 2009. La razón para su optimismo es difícil de entender. Ya que está en ello, también podría tener esperanza de que antes de Nochevieja se reforme el sistema de la Seguridad Social, que se simplifique el código tributario, que se logre un acuerdo bipartito en el asunto de la inmigración y que Harriet Miers ocupe su puesto en el Tribunal Supremo.
 
El mes pasado se cumplieron 6 años desde que el presidente Bush instauró un nuevo paradigma para la política americana en Oriente Próximo - pero no tomó en consideración la realidad de las ideologías radicales en auge dentro del mundo musulmán. Él creyó que los palestinos querían un estado que pudieran llamar propio - y que querían eso más que la destrucción del vecino estado judío.
  
Con eso en mente, en 2002 Bush dijo: “Si la libertad puede florecer en el rocoso suelo de Cisjordania y Gaza, eso inspirará a millones de hombres y mujeres en el mundo entero que están igualmente cansados de la pobreza y la opresión… Este momento es tanto una oportunidad como una prueba para todas las partes en Oriente Próximo: una oportunidad de poner los cimientos para una paz futura; una prueba para demostrar quién se toma en serio la paz y quién no”.
 
Él tenía razón. Era una prueba. Y ha llegado la hora de ser franco acerca de los resultados. Israelíes, americanos y europeos se toman en serio la paz. Los enemigos de israelíes, americanos y europeos se toman en serio derrotar a israelíes, americanos y europeos. Es tan simple - y tan complejo - como eso.

 
 
Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.
 
 
 
 
©2008 Scripps Howard News Service
©2008 Traducido por Miryam Lindberg