Los desvaríos de Putin

por Helle Dale, 21 de febrero de 2007

(Publicado en The Washington Times, 14 de febrero de 2007)

Cuando el mundo de hoy parece demasiado complicado como para hacerle frente, se sabe de algunos que añoran con gran nostalgia los días de la Guerra Fría. Está claro que el presidente ruso Vladimir Putin está entre ellos a juzgar por su diatriba contra Estados Unidos en la conferencia anual Wehrkunde sobre política de seguridad en Múnich.
 
El discurso, en el que acusaba a Estados Unidos de un “uso hiperinflado de fuerza” para dominar el mundo, estaba dentro de la fina y vieja tradición de líderes soviéticos bramando y montando en cólera contra Estados Unidos. Todo lo que faltaba era que Putin se sacase el zapato y golpease la mesa.
 
El discurso de Putin fue recibido con consternación entre europeos y americanos por igual, especialmente debido al prestigioso evento en el que discurrió. De alguna forma, puede haber sido como un saludable recordatorio del valor continuado de la OTAN para ambas partes. “No puedo esconder mi decepción. No voy a esconder mi decepción. No ayuda en nada” comentaba el Secretario General de la OTAN, el general Japp de Hoop Scheffer.
 
Claro que estos días es más común ver a los europeos ventilando detalladas listas de quejas contra Estados Unidos. De modo que, recordarle al mundo cuáles son las alternativas - Rusia y China - puede que sea muy provechoso, tanto y en la misma línea como la chiflada arenga del presidente venezolano Hugo Chávez en la Asamblea General de la ONU.
 
Sin embargo puede que haya algunos que escuchen y encuentren justificación a su propio antiamericanismo en los desvaríos de Putin. Uno podría restarles importancia, como hizo el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, que prefirió ser diplomático en la conferencia. No obstante, como salieron a la luz temas ya conocidos, vale la pena analizar el discurso un poco más detalladamente.
 
El blanco en particular de Putin era un mundo “unipolar” con Estados Unidos como el mandamás. En la práctica “significa una cosa: un centro de poder, una fuerza, un centro de toma de decisiones, el mundo de un amo, una soberanía”. “Estados Unidos ha sobrepasado sus límites - económicos, políticos y humanitarios - y se los ha impuesto a otros estados”. El predominio de Estados Unidos es “ruinoso no sólo para los que están dentro del sistema sino por la soberanía en sí ya que la destruye desde dentro. No tiene nada en común con la democracia”. “Las guerras locales y regionales no disminuyeron... No vemos ningún freno sino un uso hiperinflado de la fuerza”.
 
Lo que Putin está estableciendo aquí es una caricatura del mundo de hoy y del papel de Estados Unidos. Aunque el poder americano es innegable - y algunos pensamos que es vital en este momento para la estabilidad del sistema internacional - difícilmente tenemos un mundo unipolar. Es muchísimo más complicado que eso. Poderes como Rusia, China e India - y en algunos aspectos la Unión Europea - constituyen centros secundarios de poder, constantemente disputando posición e influencia. El mundo en desarrollo también está encontrando y aplicando su fortaleza en escenarios internacionales.
 
Estados Unidos, además, participa multilateralmente en todo el mundo. Después del fin de la Guerra Fría, fue muy claro que ser el único policía del mundo es una labor demasiado grande para cualquier nación. Aunque Estados Unidos se reserva el derecho de actuar unilateralmente en defensa propia de la nación, la Estrategia de Seguridad Nacional especifica la vital importancia de la cooperación internacional.
 
Finalmente, Putin preguntaba por qué Estados Unidos está negociando para colocar instalaciones de radares de defensa antimisiles en Polonia y la República Checa, algo que considera una acción hostil. (Esto podría ser al final de todo su verdadera razón para salir al ataque). “¿Por qué es necesario poner infraestructura militar en nuestra frontera? Es algo que apenas está ligado a las amenazas globales de la actualidad”. Lo interesante es que Rusia no tiene ninguna frontera oriental con Polonia ni con la República Checa, una de ellas limita con Lituania, Ucrania y Bielorrusia y la otra con Eslovaquia. En otras palabras, Rusia aún no ve a sus antiguos satélites como las naciones libres que son hoy en día.
 
La Rusia que Putin está afanado en construir no difiere mucho de la imagen que pinta de Estados Unidos. Usa sus vastos recursos petroleros de forma estratégica para apretar las tuercas a sus clientes, principalmente en su antigua esfera de influencia y busca dominar internacionalmente a través de acuerdos monopolistas con naciones que producen energía. No ha abandonado sus planes para seguir ejerciendo su dominio sobre su antigua esfera de influencia y ha regresado a sus modos autoritarios de costumbre en temas domésticos. Como le gusta decir a un colega mío, uno puede sacar al hombre fuera de la KGB, pero uno no puede sacar la KGB que el hombre lleva dentro.


 

 
 
Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en The Wall Street Journal, The Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.
 
 
©2007 Traducido por Miryam Lindberg