La UE, en juego

por Manuel Coma, 23 de abril de 2012

(Publicado en La Razón, 23 de abril de 2012)
 
Según los resultados oficiales, las encuestas parecen haber tenido una precisión matemática en lo que se refiere a los dos favoritos. Si ese porcentaje es significativo, el socialista Hollande  habría ganado con la ventaja del que le daban las encuestas. Con diez candidatos en liza era mucho más difícil afinar en los menores y efectivamente ahí han bailado más los números a favor de la derechista Le Pen (19%) y en contra del izquierdista Mélenchon (11) y del centrista Bayrou (9).

Ahora todas las mentes están concentradas en la segunda vuelta dentro de dos semanas. Los votantes de izquierdas en Francia tiende a cerrar filas con el socialista, pero los derechistas, que lo que objetan es el entero sistema, suele ser mucho más díscolos y abstenerse en mayor medida. Bayrou, que había obtenido un 18% en el 2007, poco puede ahora aportar a Sarkozy. Cada voto será ahora decisivo y la victoria de la izquierda sólo es posible si en la segunda vuelta la abstención es superior a la de primera, lo que no ha sucedido nunca en la Quinta República francesa. En la izquierda se ha votado más contra el presidente que a favor del candidato socialista, que suscita menos adhesiones que su ex-pareja, Ségolène Royal, la opositora de Sarkozy en 2007, actitud que constituye un componente de la menor participación en estos comicios que en aquellos, a pesar de la enormidad de lo que está en juego, la incierta lucha contra la arrolladora crisis. Se da la curiosa circunstancia de que las expectativas de victoria socialista eran inferiores a las intenciones de voto por dicha opción.

Sarkozy ha decepcionado a derechistas y a liberales, pero la saña que le muestra la izquierda habría que considerarla un punto a su favor. Su continuidad no es muy esperanzadora, pero el salto atrás que representa la amalgama izquierdista resulta estremecedor. Sería como Zapatero haciéndose cargo de la crisis europea, sin nadie para atascarle el freno. Supondría la ruptura del directorio germano-francés que más mal que bien ha estado tratando de sacarnos adelante. Esa tan maltrecha como indispensable confianza de los inversores para que arriesguen su dinero prestándonoslo a los que estamos en apuros se esfumaría definitivamente y sus ahorros huirían hacia rentabilidades considerablemente más bajas pero sin tendencias suicidas. Las elecciones francesas deciden el futuro de toda Europa.