La nueva Rusia

por Gerardo del Caz, 26 de abril de 2007

Si observamos la realidad diaria, vemos un país donde la precariedad económica no ha cesado de crecer en un periodo de fuerte crecimiento y donde las rentas medias no han aumentado apenas mientras sufren un entorno fuertemente inflacionista.
 
El pasado 13 de abril las autoridades rusas reprimieron brutalmente en el centro de Moscú una manifestación pacífica de un grupo de oposición a Vladimir Putin. Más de doscientos heridos y un centenar de detenidos fue el balance de esta nueva muestra de la imparable transformación de Rusia en un estado policial.
 
Aunque la manifestación sólo contaba con unos pocos miles de personas, se trataba de la concentración más numerosa de las organizadas hasta ahora por los grupos de oposición al Kremlin y había creado una expectación inusual en los medios de comunicación extranjeros. En las últimas semanas las autoridades policiales ya habían sido especialmente efectivas en eliminar por la fuerza, utilizando perros y gases lacrimógenos, cualquier pequeña protesta en otras ciudades como San Petersburgo o Novogorod. Es probable que este nuevo acto de totalitarismo no habría tenido tanta relevancia para la opinión pública mundial si el líder del grupo opositor (Frente Cívico Unido), el antiguo campeón mundial de ajedrez, Gary Kasparov, no hubiera sido detenido públicamente y ante las cámaras de televisión mientras gritaba indefenso e impotente que Rusia es, ya, un Estado policial.
 
El Frente Cívico Unido de Kasparov es una amplia coalición de asociaciones y organizaciones que abarca desde grupos liberales pro-mercado hasta  nacionalistas pasando por asociaciones religiosas o antiguos comunistas que se han unido para denunciar la política del Kremlin que tiene como objeto socavar las instituciones democráticas y patrimonializar el Estado. Probablemente esta organización es la única voz que puede oponerse a Putin y que puede aún denunciar la deriva totalitaria del país y la creación de un sistema político de monopolio de poder y de manipulación permanente.
 
Pero, ¿cuál es la realidad de Rusia? Si nos remitimos a los estudios de opinión y a las encuestas realizadas, más de un 70% de los rusos alaban la labor de Putin al frente del país y apoyan su gestión económica y política. Desde fuera puede comprenderse: crecimiento en la economía con índices de más del 5%, saneamiento de las cuentas públicas, imagen de firmeza contra el terrorismo checheno y una nueva posición internacional del país que adquiere un liderazgo regional en Asia Central y en Oriente Medio y recupera un añorado papel de contrapeso a la política de los EE.UU en ciertas zonas.
 
Paralelamente, si observamos la realidad diaria, vemos un país donde la precariedad económica no ha cesado de crecer en un periodo de fuerte crecimiento y donde las rentas medias no han aumentado apenas mientras sufren un entorno fuertemente inflacionista.
 
Paradojas económicas
 
Desde la crisis financiera de 1998, en la que Moscú no pudo hacer frente a los pagos de la deuda, la economía rusa ha vivido una etapa de fuerte crecimiento económico apoyada en las exportaciones de productos energéticos y minerales. La dependencia de estas exportaciones hace que una variación en los precios internacionales del crudo tenga una repercusión directa en la economía rusa, en concreto, según estimaciones del FMI[1], un aumento de un dólar en el precio del barril de petróleo significa un aumento de los ingresos para el Estado ruso de aproximadamente un 0,35% del PIB (unos 2000 millones de dólares). No es de extrañar que, tras la impresionante subida de los precios del petróleo en los últimos años, la economía rusa haya crecido de forma espectacular con tasas del 7% cercanas a las de China.

Fig. 1: Evolución del PIB y de las exportaciones
 
 
* Nominal: Sin tener en cuenta la inflación
Fuente: Rosstat, Russia Customs Service.
 
Rusia, octavo país por reservas de petróleo, se ha convertido en el segundo proveedor mundial de crudo tras el grupo de países de la OPEP y es el mayor exportador de gas. Las venta de productos primarios suponen más del 60% de las exportaciones totales rusas y la proporción aumenta año tras año a medida que la producción se incrementa.
 
¿Qué ha hecho Rusia con los ingresos del petróleo? La respuesta no está muy clara. Además de haber tenido que hacer frente a los pagos de una deuda de proporciones descomunales que está en curso de ser corregida y llevada a niveles aceptables (Fig. 2), Rusia se ha convertido en el cuarto país con mayor reserva de divisas del mundo, básicamente dólares por el comercio de crudo, que le han servido para fortalecer a un debilitado rublo.
 
Pero, aparte de esto, las divisas de las exportaciones no están beneficiando a todos por igual. Las empresas energéticas rusas, otrora colosales monopolios públicos, ya privatizados y en manos de nuevos ricos del círculo de Putin, copan los primeros puestos de capitalización bursátil del mundo y la lista de millonarios rusos no cesa de crecer. Según Forbe’s, las 53 mayores fortunas rusas suman más de 28000 millones de dólares.

Fig. 2: Superávit comercial y deuda externa de Rusia
 

 
Fuente: Rosstat, Banco Central de Rusia, elaboración propia
 

Para la población rusa el panorama no es tan alentador. Con tasas oficiales de inflación superiores al 10%, (Fig. 3), salarios estancados en niveles de los años 90 y un desempleo creciente, la precariedad ha alcanzado unos niveles jamás vistos y la situación es insostenible según muchos analistas.

Fig. 3: Inflación en Rusia
 
 
Fuente: Banco de Rusia
 
El propio Gary Kasparov denunció recientemente como los beneficios de los ingresos por petróleo sólo han beneficiado a dos millones de rusos sobre una población total de 140 millones. Paradójicamente, mientras Rusia incrementa su producción de crudo y las exportaciones, en muchas partes del país el abastecimiento energético está obsoleto y no se puede acceder a gasolina o gas por falta de capacidad de refino o de transporte.
 
El desempleo ha alcanzado el 9% y existe una bajada generalizada de los niveles de vida en la Rusia interior. De hecho, el país tiene el trágico mérito de ser el único del mundo cuya esperanza de vida disminuye, al igual que lo hace su población. Más del 45% del los rusos vive en la pobreza y las extremas desigualdades sociales  se incrementan escandalosamente.
 
Degradación de la vida política
 
La precariedad material no es el único mal que asola a este país. En los últimos años Putin ha reformado sucesivamente las leyes para pedir poderes especiales a la Duma, se han modificado las leyes electorales para perjudicar a los grupos minoritarios y se ha consolidado un Estado en el que la nueva casta política, en su mayor parte salida de antiguas agencias gubernamentales de la Unión Soviética, es la que controla todo.
 
Desde que Putin llegó al poder en el año 2000 el Gobierno ha incrementado su peso en la economía y ha asfixiado cualquier gran proyecto individual que se distancie del Kremlin. Mikhail Khodorovsky, el ex presidente de la petrolera Yukos, es un buen ejemplo, fue detenido por denunciar carencias democráticas y los activos de producción y los yacimientos de su empresa fueron repartidos entre compañías controladas por círculos cercanos a Putin como Lukoil, Gazprom o Sibneft.
 
Hace unas pocas semanas el Kremlin prohibió uno de los partidos opositores a Putin, el Partido Republicano, dirigido por el veterano político ruso Vladimir Ryzhkov esgrimiendo que se trataban de conspiradores. Atacar y destruir cualquier signo de oposición al Kremlin, por pequeño que sea, se ha convertido en algo habitual en Rusia donde cualquier atisbo de resistencia es literalmente barrido, prohibido y criminalizado. Se han modificado las leyes electorales para favorecer a la coalición gubernamental y se han aprobado medidas legales que permiten al ejecutivo concentrar poderes especiales y eliminar derechos  fundamentales como la libertad de expresión o el derecho a reunirse libremente.
 
Por si fuera poco, el Gobierno ruso ha alcanzado un control total de los medios de comunicación y ha ejercido una presión absoluta sobre cualquier voz discordante, ya sea mediante el descrédito público o, se sospecha, mediante métodos más selectivos y drásticos, como se vio en las muertes de periodistas como Litvinenko, opositor a Putin y muerto por radiación de polonio en Londres o la periodista Anna Politkovskaya, que denunció la política de Putin en Chechenia, apuñalada a la salida de su domicilio. No extraña que el Instituto Internacional de la Prensa haya calificado a Rusia como uno de los países más peligrosos para ejercer la profesión libremente.
 
Peligrosa política exterior
 
La deriva de Putin y su Gobierno no sólo se percibe dentro de Rusia. Mientras EE.UU. y buena parte de la diplomacia internacional tratan de frenar los planes nucleares de Irán, las aspiraciones regionales de Rusia para ejercer influencia en Oriente Medio se revelan como un importante obstáculo para que se consiga forzar a Irán a abandonar su programa.
 
Tras haber pactado junto con EE.UU. una resolución de mínimos en NN.UU. en la que se condenaba ligera a Irán por su programa de enriquecimiento de uranio, Moscú vendió un sistema de misiles de protección antiaérea por valor de 700 millones de dólares para proteger las instalaciones nucleares de Teherán.
 
Respaldados por una economía en pleno crecimiento gracias a los ingresos del petróleo y a la inversión extranjera, el Kremlin está decidido a reclamar un papel más relevante en la escena internacional y a reforzar su posición como contrapeso a los EE.UU. Este esfuerzo diplomático ruso se percibe especialmente en Oriente Medio y en el Caucaso donde las millonarias deudas de estos países con la Unión Soviética han sido canceladas o prorrogadas a cambio de contratos armamentísticos que añaden elementos de preocupación para una, ya de por sí, inestable región.


Fig. 4: Acuerdos de Rusia con países de Oriente Medio
 
País
Venta de Armas
Otros
Argelia
7.500 mill. USD en aviones, tanques y misiles
Rusia canceló 4.700 mill. USD de deuda como parte de un programa de venta de armamento y cooperación firmado durante la visita de Putin.
Egipto
Mejoras de sistemas técnicos
Rusia busca la venta de una central nuclear
Irán
700 mill. USD en un sistema antiaéreo de misiles
Rusia construye una central nuclear en Bushehr.
Irak
Venta de helicópteros
Rusia canceló 10.000 mill. USD de deuda en 2006. Compañías rusas buscan contratos petrolíferos en Irak
Israel
ND
Rusia persigue un acuerdo de suministro de gas a Israel
Jordania
Misiles antitanque, aviones de transporte
Rusia concedió créditos millonarios para la compra de armas
Libia
Mantenimiento de equipos
Rusia ofreció canjear la deuda por venta de armas en 2006 y tiene acuerdos de transferencia de equipos
Arabia Saudita
ND
Rusia persigue un acuerdo de venta de armas y de instalaciones nucleares
Siria
Misiles, mantenimiento, armamento ligero
Rusia canceló la deuda de Siria de 10.000 mill. USD
Emiratos Árabes Unidos
Defensas antiaéreas
Se negocia con Rusia un acuerdo de transferencia de tecnología nuclear
Qatar
ND
Acuerdos de venta de armas y de cooperación en el mercado del gas
Yemen
Aviones de combate, vehículos armados
Rusia canceló la deuda de Yemen y extendió un crédito para la compra de armamento
 
Fuente: Russian State Custom Service, Kremlin.ru, Moscow Defense Brief. Elaboración propia.

En el caso de Irán la situación es especialmente compleja. Rusia ha obstaculizado continuamente cualquier acción europea o americana para condenar al régimen de Teherán por enriquecer uranio y negarse a que expertos internacionales visiten sus instalaciones. En el mes de enero, mientras EE.UU. y la UE buscaban una solución a esta cuestión, Vladimir Putin recibió con entusiasmo la idea iraní de crear una organización similar a la OPEP, con otros países exportadores de gas, para garantizar una “estabilidad” en los precios de los hidrocarburos. Esta proposición no causó precisamente alegría en los países europeos ya que muchos de ellos son totalmente dependientes de Moscú en términos energéticos (Fig. 5) y, además, se produjo justo cuando se celebraba en Alemania una cumbre europea para analizar el futuro energético de Europa.


Fig. 5: Exportaciones de gas ruso 2004.
 
País
Importaciones (bcf/año)*
Porcentaje de gas ruso sobre el total
Alemania
1110
53%
Italia
777
38%
Turquía
473
65%
Francia
470
32%
Hungría
378
76%
Finlandia
269
100%
Eslovaquia
261
100%
Polonia
258
60%
República Checa
240
82%
Austria
201
63%
Bulgaria
184
94%
Rumania
177
24%
Grecia
74
92%
Suiza
18
17%
 
* Billion Cubic feet. Aproximadamente 1bcf = 6000 dólares (dic 2006)
Fuente: EIA “World Energy Outlook”, BP, European Energy Databook 2006
 
La política de comprensión hacía Teherán tiene una importante razón. Moscú hace valer su posición de miembro permanente en las NN.UU. negándose a debatir cualquier resolución sancionadora y, así, muestra a otros regímenes de la región que una posición amistosa hacía Rusia tiene sus frutos a la hora de estar protegido ante posibles sanciones internacionales.
 
Las aspiraciones rusas crecen en Oriente Medio. Moscú desea acceder a un nuevo mercado para transferir tecnología, armamento y así diversificar su economía de las reservas de petróleo. No extraña entonces que el Kremlin vea más a Irán como un potencial cliente que como una amenaza y, además, como una oportunidad de reafirmar su importancia geoestratégica mundial frente a la UE y EE.UU.
 
Conclusión
 
Rusia se desliza peligrosamente hacía un régimen totalitario en donde el poder político y económico pertenece a una nueva oligarquía social compuesta por burócratas, ex funcionarios de la Unión Soviética, nuevos ricos con pocos escrúpulos morales y, en definitiva, un selecto grupo social afín a Putin.
 
Los últimos acontecimientos son la prueba palpable del deterioro moral del país y de su sociedad. Un deterioro que hunde sus raíces en el periodo comunista con la pérdida total de valores y la ausencia de cualquier concepto de libertad o respeto por la Ley. Hoy en Rusia es cada vez más difícil distinguir entre políticos, hombres de negocios corruptos, mafiosos, policía de partido, burócratas y los altos cargos que se dedican a favorecerse a ellos mismos o a sus familias. Lo que realmente cuenta es la lealtad a Putin y a su sistema por encima de cualquier otra consideración.
 
La pobreza de la población rusa contrasta con los nuevos millonarios rusos que, viviendo lujosamente en Suiza o Londres, controlan los antiguos monopolios soviéticos y participan en la vida política rusa dirigiendo medios de comunicación, “lobbies”, o simplemente siendo amigo de Putin.  Se lucraron con favores de Estado y oficializaron sus fortunas gracias a la complicidad de inversores occidentales con millonarias salidas a bolsa de los antiguos monopolios de petróleo, gas y minerales, en Nueva York o Londres. Ellos son la muestra de la corrupción, el amiguismo y la falta de escrúpulos de la clase social que gobierna Rusia.
 
La situación de despotismo y de injusticia social que viven los rusos dentro de sus fronteras tiene un equivalente en la posición internacional del Gobierno ruso. En el exterior la fortaleza rusa es evidente: con una economía en crecimiento, una deuda exterior pagada y una dependencia de buena parte de Europa de sus suministros energéticos, Moscú se encuentra en una sólida posición para reclamar, incluso por el chantaje, su papel de potencia global en un orden multipolar.
 
Por desgracia, debido al control de los medios y a la manipulación existente, muy pocos rusos vinculan su desesperada situación, la aguda desigualdad y todos los problemas sociales, con el actual Gobierno de Putin. Es común la creencia popular y la vinculación que se refleja en los medios de comunicación entre las reformas hacía el mercado libre y la democracia de la década de los 90, con la actual corrupción y la extendida pobreza.
 
Hipócritamente es Putin quien sale más beneficiado de esta percepción ya que el Gobierno vende sus acciones políticas como medidas de fuerza contra la corrupción o el capitalismo salvaje que empobrece al país. A la vez, desde los medios, se presenta a Putin como el único gobernante posible para imponer por la fuerza una justicia social y garantizar el respeto a Rusia en Chechenia o frente a EE.UU. y, así, recuperar una relevancia en la escena internacional que se creía perdida.
 
La incertidumbre que rodea todo lo que sucederá cuando Putin abandone su cargo en 2008 es otro elemento de preocupación. Su entorno más cercano, con sus multimillonarios amigos y con los medios de comunicación más importantes, está decidido a mantener el control del país y avanzar en las reformas que concentren el poder en la oligarquía rusa. Hoy Putin, mañana otro de los nuestros.
 
Será muy difícil para la oposición arrebatarles el Parlamento tras la modificación de la ley electoral, ya aprobada, o luchar contra el actual sistema de clientelismo político que predomina en el país. Por si fuera poco también tendrán que hacer frente a una prensa hostil, controlada por el Gobierno de forma implacable y dispuesta a desacreditar la reputación de cualquier discrepante con el Kremlin.
 
La cuestión fundamental es hasta dónde y hasta cuándo pueden Europa y EE.UU. aceptar esta situación en aras de la tan esgrimida como mal definida “estabilidad rusa” y de mantener un equilibrio en un país que, conviene recordarlo, posee un arsenal capaz de destruir el planeta varias veces. ¿Qué nueva medida absolutista de Putin es necesaria para que la UE condene la deriva totalitaria de Rusia tanto dentro como fuera de sus fronteras? ¿Es aceptable que un país tenga como política exterior el recurso a la coacción energética o militar? Esta claro que una Rusia sumida en el caos y en el descontrol no interesa a nadie por los riesgos que conllevaría en distintos planos pero, la actual, cooperando con Irán hoy, Siria mañana o amenazando con cortes de suministro gasista o con una OPEP del gas, tampoco.
 
Hasta ahora, a excepción de algunos dirigentes polacos y húngaros, por parte europea lo que se ha visto es una falta de capacidad y de coraje para enfrentarse a Rusia y una tendencia a seguir la máxima del “más vale lo malo conocido”. La falta de determinación europea para denunciar y condenar los excesos de Rusia, supone un apoyo implícito para que Putin y su entorno sigan adelante con sus pretensiones. De hecho, por qué parar el chantaje si, cuanto más se profundiza en la senda totalitaria o cuanto más se apoya a regímenes que incrementan la inestabilidad en buena parte del mundo, más temido y más respetado se es.
 
De nuevo Europa se encuentra ante un dilema con Rusia. Si no se adoptan las medidas necesarias es posible que en un futuro no muy lejano los europeos lamentemos no haber parado el inicio de una dictadura. Por desgracia, esta vez no habrá un Reagan que defina las líneas rojas y le diga claramente a un Gorbachov que, por esa vía, sólo habrá problemas y que no está dispuesto a ceder.

Gerardo del Caz es Analista de Política Internacional, especialista en temas de seguridad y desarrollo en Asia.
 
 
Notas


[1] http://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2005/wp05241.pdf