El perfecto extraño

por Charles Krauthammer, 1 de septiembre de 2008

(Publicado en The Washington Post, 29 de agosto de 2008)
 
Barack Obama es un hombre de inmenso talento cuyo talento se ha dedicado en gran medida a redactar, y relatar, su propia vida. No cosas. No ideas. No instituciones. Sino su propia persona.
 
No hay nada de malo en eso, ni tremendamente extraño siquiera, aparte del hecho de que él está aspirando al puesto para redactar la historia próxima de los Estados Unidos. Un salto de tal magnitud es extraño. El aire de inquietud en la convención Demócrata esta semana no era resultado únicamente del psicodrama Clinton. El motivo de ansiedad más profundo es que el partido está nominando a un hombre de mucha poesía, pero muy contados ejemplos de prosa - que tienen aún menos testigos.
 
Cuando presentaron a John Kerry en su convención hace cuatro años, un pelotón de la guardia de honor integrado por una docena de compañeros de sus días de Vietnam le rodeó en el podio dando fe de su carácter y su predisposición al liderazgo. Tales testimonios personales son la norma. La plana de compañeros militares o colegas senadores que a partir de la experiencia personal podría avalar a John McCain es larguísima. En una fecha menos partidista del calendario, esa lista podría incluir incluso a los Demócratas Russ Feingold y Edward Kennedy, con quienes John McCain ha trabajado en la redacción de legislaciones importantes.
 
Brillando por su ausencia en la convención Demócrata de este año estaban las personas de nivel implicadas seriamente en algún momento de la vida de Obama dando la cara para decir: Conozco a Barack Obama. Yo he trabajado con Barack Obama. Hemos trabajado sin descanso/ prosperado a pesar de tener todo en contra juntos. Podéis confiar en él. Yo confío.
 
Hillary Clinton podría haber dicho algo parecido. Después de todo, Obama y ella habían tomado parte en una competición histórica totalmente apasionante por la candidatura. Durante su discurso de convención, estuvimos en vilo esperando a que ella ofreciera una sola línea de testimonio: He llegado a conocer a este hombre, a admirar a este hombre, a ver su carácter, su valor, su sabiduría, su juicio. Cualquier cosa. Lo que fuera.
 
En su lugar, nada. Ella por supuesto le dio su apoyo. Pero el apoyo fue completamente mecánico: Todos nosotros somos Demócratas. Él es Demócrata. Él cree en lo mismo que vosotros. De forma que nuestro deber es elegirle - ahora mismo no estoy disponible yo - para cortar el bacalao Demócrata. Que Dios bendiga a América.
 
Que Clinton se abstuviera del “He llegado a conocer a este hombre” fue vengativo e interesado - pero también desagradable, porque uno se da cuenta de que si ella no lo hizo, nadie más lo va a hacer. No a causa de alguna deficiencia inherente en el carácter de Obama. Sino simplemente como reflejo de una vida joven con una biografía notablemente escasa según los estándares de los candidatos a la presidencia.
 
¿Quién estuvo allí presente para hablar acerca del verdadero Obama? Su esposa. Ella pudo hablar del Barack padre, marido y hombre de familia de una manera perfectamente sincera y atractiva. Pero no da de sí mucho más. No le da pistas a uno de la figura pública, el líder nacional.
 
¿Quién va a dar fe de eso? El marido de Hillary sí llegó a la noche tercera a afirmar ceremonialmente que Obama está “preparado para liderar.' Sin embargo, no ofreció ni rastro de pruebas, por no hablar de experiencias personales con Obama. Y aunque lo expresó a su manera encantadoramente, todo el mundo sabía que, habiéndose sugerido exactamente lo contrario durante meses, ni una de sus palabras iba en serio.
 
La elección vicepresidencial de Obama, Joe Biden, naturalmente promocionó las virtudes de su patrón, como el hecho de que había 'superado divisiones partidistas... para mantener las armas nucleares lejos de las manos de terroristas.' Pero tener controladas las armas nucleares es igual de bipartidista que la maternidad y tan falto de controversia como el pastel de manzana. La medida legislativa era tan escasa que fue aprobada a mano alzada y no recibió casi ninguna atención mediática.
 
Experimento mental. Supongamos que John McCain se ha jubilado de la política. ¿Daría él fe del valor político de Obama a la hora de dialogar con el otro extremo del hemiciclo para trabajar con él en la reforma ética, una colaboración de la que Obama presumió en el debate de Saddleback? 'En la práctica,' informa Annenberg Political Fact Check, 'los dos trabajaron juntos durante apenas una semana, tras la cual McCain acusaba a Obama de ‘posicionamiento partidista’ -- e iniciaba un volcánico intercambio epistolar acusándole de traicionar acuerdos previos.'
 
De forma que, ¿dónde están los colegas? ¿Los amigos? ¿Los amigos del alma políticos o espirituales? Su consejero espiritual más importante y mentor fue Jeremiah Wright. Pero ya no está. Después está William Ayers, con quien ocupó un cargo en una junta. Se ha ido. ¿Donde están los demás?
 
Lo infrecuente de esta convención es que su figura central es el hombre hecho a sí mismo definitivo, un Gatsby misterioso y encantador. El motivo palpable de aprehensión es que el elegido es un completo desconocido -- un extraño profundamente motivador, elegante y brillante con el que los Demócratas mantuvieron un tórrido romance. Despertando lentamente, están viendo la alianza y preguntándose con quién se han casado la noche anterior exactamente.

 
 
Charles Krauthammer fue Premio Pulitzer en  1987, también ganador del National Magazine Award en 1984. Es columnista del  Washington Post desde 1985.
 
 
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