El "demencial" sistema sanitario americano

por John Stossel, 5 de octubre de 2007

Casi a diario, se nos bombardea con apocalípticas advertencias acerca de los 47 millones de americanos que no tienen seguro médico. La Senadora Hillary Clinton quiere exigir que todo el mundo lo tenga por ley, que las grandes compañías paguen por ello y que el gobierno lo adquiera por los pobres.
 
Ese es un avance en la dirección equivocada.
 
El problema de la sanidad de América no es que algunas personas carezcan de seguro -- es que 250 millones de americanos sí tienen seguro.
 
Desde el punto de partida tiene que comprender algo. Nosotros los americanos nos enganchamos al seguro médico porque el gobierno hizo un favor a las aseguradoras durante la Segunda Guerra Mundial. Los controles salariales en tiempo de guerra prohibían los extras en efectivo, de modo que para atraer a los trabajadores, los patronos utilizaron estímulos no económicos. El código fiscal ayudó a esto tratando más favorablemente el seguro prestado por el patrono que la cobertura que usted se pagaba por su cuenta. Y los gobiernos estatales empeoraron las cosas promulgando cobertura para mucha gente que nunca la habría pagado por su cuenta.
 
La competencia también empujó a las compañías a ofrecer pólizas cada vez más atractivas, tales como cobertura desde el primer dólar para dolencias rutinarias como infecciones del oído o resfriados, y cobertura para cosas que ni siquiera son enfermedades, como el embarazo. Llegamos a esperar que el seguro lo cubriera todo.
Esa es la raíz de nuestro problema. Nadie quiere pagar su propia asistencia médica. 'Que la aseguradora pague por ello'. Pero si las compañías pagan, exigirán la última palabra en cuál es el tratamiento está permitido y cuál no. ¿Quién puede culparlas?
 
¿Y quién puede culpar a la gente de sentirse frustrada por no controlar su asistencia médica? Tal vez necesitemos pensar de nuevo cómo pagar por enfermedades comunes de manera que la gente pueda recuperar el control. El sistema genera incentivos perversos para todo el mundo. Los mandatos gubernamentales son buenos haciendo cosas así.
 
Incentivar a la gente a comprar cantidades de seguros es mala política. El seguro es un mal necesario. Necesitamos protegernos de los grandes riesgos -- cosas por las que la mayor parte de nosotros no podemos permitirnos pagar, como una enfermedad seria, un importante accidente de tráfico o un incendio doméstico.
 
Pero el seguro es una manera pésima de pagar por cosas. Sus primas no solamente van a sufragar la atención médica sino también al papeleo, la [cobertura de] fraude y los salarios de los empleados de la aseguradora. Esto es malo para usted y malo para los médicos.
 
El médico americano promedio dedica hoy el 14% de sus ingresos al papeleo del seguro.
Un médico de Carolina del Norte al que entrevistamos tenía que contratar a cuatro personas solamente para rellenar formularios. Quería poder dedicar ese dinero a cuidar de los pacientes.
 
El papeleo es parte de la tentativa de las aseguradoras de protegerse del fraude. Es comprensible. Muchas personas sí estafan. Mienten acerca de su historial o exigen dinero por atención innecesaria o cuidados que nunca recibieron.
 
Así que hay mucho desperdicio en el seguro -- montones de dinero y tiempo.
 
Imagine que el seguro de su coche cubriera los cambios de aceite y gasolina. No le importaría cuánta gasolina consumiese, y no le importaría a qué precio. Los mecánicos le venderían cambios de aceite de 100 dólares. Los precios se dispararían.
 
Así es como funciona en la sanidad. Los pacientes no preguntan cuánto vale una prueba o cuánto costará un tratamiento. Preguntan si su seguro lo cubre. No comparan precios entre médicos y hospitales diferentes (los precios sí varían). ¿Por qué deberían? Ellos no pagan (aunque sí lo hacen de manera indirecta y oculta).
 
En último término, todos pagamos más porque nadie paga nada en apariencia. Es el motivo de que la sanidad no sea una buena idea para nada aparte de enfermedades y accidentes serios que pudieran llevarle a la bancarrota. Para el resto, deberíamos pagar de nuestros ahorros.

La próxima semana examinaremos alternativas a este tema demencial.

 
 
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