Conociendo a Edwards, Clinton y Giuliani

por George F. Will, 2 de marzo de 2007

(Publicado en The Washington Post, 18 de febrero de 2007)

Dos candidatos presidenciales Demócratas con experiencia en campañas nacionales se tambalean. Un candidato Republicano que solamente ha presentado campañas municipales está superando las expectativas, cuestionando algunas premisas sobre el votante Republicano.
 
John Edwards ha sabido -- ciertamente no lo sabía cuando fueron contratadas -- que dos empleadas de su campaña tienen historiales virtuales de ácidas diatribas anticristianas, y anticatólicas especialmente. Una de ellas escribió un discurso profano sobre Dios dejando embarazada a María, y afirmaba que la Iglesia Católica se opone a la pastilla del día después con el fin de 'obligar a la mujer a soportar una fracción mayor de católicos'. La otra mujer, que saltea sus comentarios con un término vulgar referente a los genitales femeninos, aludía a 'la base de pirados cristianofascistas de George W. Bush”.
 
Cuando las aficiones de las mujeres se hicieron públicas, se informó de que estaban, o de que iban a ser, despedidas. 36 horas después, después de que los bloggers de izquierdas acudieran en su defensa, la campaña de Edwards anunciaba que las conservarían. Edwards explicaba que las mujeres le habían garantizado que 'nunca fue su intención humillar la fe de nadie, y confío en su palabra'.
 
¿De verdad? Las dos mujeres -- ambas han dimitido, declarándose, por supuesto, víctimas de intolerancia -- son lo que son, y no tienen importancia. Pero el hecho de que un candidato a presidente sea tan maleable bajo presión y tan capaz para la falta de sinceridad hipócrita -- ¿cuáles creía que eran las intenciones de las mujeres? -- es muy importante.
 
En New Hampshire, la Senadora Hillary Clinton decía recientemente, 'Ahora que tenemos un presidente Demócrata...' Corrigiendo rápidamente este fallo, decía que se refería a 'un Congreso Demócrata', pero añadía: 'Si tuviéramos un presidente Demócrata, habríamos puesto fin a la guerra'.
 
Bien. Ella y otros afirman poder 'poner fin a la guerra'. Esa oración es un retroceso con respecto a los hechos. Ellos se refieren a que pueden poner fin a la implicación norteamericana en la guerra. Nadie cree que Estados Unidos tenga el poder de evitar que la guerra siga en marcha.
 
Pero si un presidente Demócrata implementase la retirada, el Congreso Demócrata podría, prohibiendo mayor gasto para sostener a las fuerzas en Irak. De modo que ¿por qué no vota la Clinton, alguien que afirma que un Demócrata retiraría apropiadamente las fuerzas norteamericanas, a favor de la política que considera apropiada?
   
El Congreso ha utilizado la negación de fondos para expresar su opinión, e influenciar, los conflictos en Vietnam (1973) y Nicaragua (1982 y 1984). Asimismo, el 2 de noviembre de 1983, dos semanas después del atentado que costaba la vida a 241 americanos en los barracones de los Marines en el aeropuerto de Beirut, la Cámara de Representantes votaba una medida para forzar la retirada de los Marines hacia marzo de 1984, suspendiendo los fondos a la operación del Líbano. La medida salió derrotada 274 a 153, pero los 153 incluían a 18 Demócratas que aún están en la Cámara, 9 de los cuales son presidentes de comité.
 
Una pregunta para los 18: si creyeron que privar de los fondos a la operación de Beirut fue apropiado, ¿porqué no es apropiado privar de los fondos a la implicación norteamericana en Irak? Una respuesta se insinúa insistentemente: creen que la retirada sería demasiado arriesgada. ¿Está de acuerdo la Clinton?
 
Con respecto a la carrera Republicana, durante muchos meses los comentaristas han dicho que cuando la base Republicana conociese los hechos sobre la vida personal de Rudy Giuliani (un primer matrimonio anulado, un divorcio desastroso, un tercer matrimonio después), y las opiniones en temas sociales (a favor del derecho de aborto, los derechos de los homosexuales y el control de armas, con límites en cada uno de los casos) su apoyo se evaporaría. Pero tal comentario se refuta cada vez más a sí mismo. La constante reiteración de ello durante la campaña nacional de Giuliani está contando a los activistas Republicanos -- el tipo de persona que lee los comentarios políticos -- los hechos sobre Giuliani. Y hasta la fecha, los hechos no están provocando una huida masiva de él. Según la encuesta de USA Today / Gallup, su distancia sobre John McCain ha crecido de 31 a 27 en noviembre hasta 40-24 hoy.
 
Esto no significa que los temas sociales hayan perdido su prominencia. La gente para la que el aborto es muy importante podría pensar sin embargo que en tiempo de guerra no es supinamente importante. O podrían razonar, correctamente que los presidentes solamente pueden alterar la política del aborto cambiando el Tribunal Supremo, de modo que el compromiso de Giuliani de designar a jueces como Antonin Scalia, Samuel Alito o John Roberts es suficiente.
 
Además, las primarias de California se están adelantando al 5 de febrero, y las de New Jersey y algunos estados más podrían desplazarse hasta esa fecha, de modo que las opiniones de Giuliani en temas sociales podrían convertirse, en conjunto, en ventajas. Y suponga que Giuliani convence a los Republicanos de que puede convertirse en el primer Republicano desde George H.W. Bush en 1988 en ser competitivo de cara a los (ahora 55) votos electorales de California.
 
Los mercados son mecanismos que generan información. El mercado político está funcionando: los americanos están aprendiendo mucho sobre los candidatos, y sobre sí mismos.


 

 
 
Ó 2007, Washington Post Writers Group