Proteger nuestros atuneros

por José Luis de Diego, 11 de diciembre de 2009

 

Nuestro Gobierno, aconsejado por el CNI, tomó la decisión de descartar la protección de nuestros grandes pesqueros en Somalia utilizando pelotones de Infantería de Marina embarcados; hace dos semanas esta decisión ha sido ratificada por el Congreso de los Diputados. ¿Es esa una decisión acertada? ¿Es una decisión definitiva?
 
Trataré de dar mi respuesta a estas y otras preguntas. De entrada, está claro que fue una decisión precipitada, aunque con el beneficio de una urgencia provocada -no lo olvidemos- por la inexplicable falta de acción inicial por parte del gobierno. Se citó como ejemplo a Francia, si bien los que ocupan los puestos de responsabilidad en nuestro país  tienen el deber de analizar en profundidad los pormenores que han caracterizado el secuestro del Alakrana y dejar bien claro lo que en situaciones futuras le conviene a España y a los españoles. Como ha llegado el momento de las lecciones aprendidas, pretendo alimentar la discusión.
 
Conozco bien a los Infantes de Marina españoles. Antes de trasladarme recientemente al Cuartel General de la OTAN (Bruselas) para asumir por varios años la responsabilidad del desarrollo conceptual de la táctica naval Aliada -incluyendo operaciones asimétricas y su actualización por parte de las Marinas Aliadas- he vivido muy cerca de los Infantes. Como comandante de un buque de guerra anfibia de nuestra Armada, he asistido al planeamiento y ejecución de operaciones convencionales y especiales y también las he ejecutado junto a nuestros Infantes. Debo decir que en ambos tipos de operaciones nuestros infantes están en primera línea mundial.
 
Analizando la actuación de Francia el pasado mes de abril en la liberación del velero francés Le Ponant, se puede afirmar que actuó con eficacia rescatando a la tripulación y deteniendo parte de los piratas y del rescate pagado, pero en las decisiones posteriores Francia también puede haberse equivocado. De hecho lo hace con frecuencia. Para fijar una buena opinión sobre la decisión francesa de embarcar a pelotones de soldados en sus pesqueros, es importante conocer el diseño y emplazamiento de la estructura de mando que controla y coordina esos pelotones. Esta es la clave del asunto. Una operación mal concebida, con falta de medios o con un diseño y emplazamiento de su mando equivocados daría pie a un número de micro operaciones  que no tendrían posibilidad de coordinación ni de control; los pelotones podrían convertirse en algo inmanejable con un resultado posiblemente catastrófico. Francia, que seguramente no se ha equivocado en la forma descrita, se equivoca y lo hace peligrosamente al no disponer de una potente brigada de Infantería de Marina como la española. Solo cuenta con dos batallones de Ejército de Tierra especializados en temas anfibios que, como personalmente he podido comprobar, destacan por su falta de "mentalidad naval". Por el contrario, nuestros Infantes son un instrumento resolutorio de conflictos sin parangón que necesita de unos políticos expertos y sin complejos. Su elevada profesionalidad y solvencia operativa merece una clase política capaz de confiar en ellos y de asumir riesgos controlados.  
 
En los días del secuestro del atunero español Alakrana, nuestros medios de comunicación discutieron -y siguen discutiendo- sobre muchos aspectos del caso. Hay preguntas para todos los gustos  ¿Para qué tenemos a los ejércitos? se preguntan muchos, ¿y si entre la tripulación no hay ningún español?, ¿y si toda la tripulación es española pero no lo es el armador ni el pabellón? La lista de preguntas podría ser interminable. Todas esas y otras muchas preguntas posibles tienen una única respuesta: bajo dirección política, los ejércitos están para proteger los intereses nacionales allá donde éstos se encuentren.
 
Las Marinas más antiguas del mundo, como lo es la nuestra, siempre operaron contra la piratería. A nadie debe extrañarle pues, que bajo cobertura de la ONU en la zona afectada del Índico, se haya desplegado un dispositivo naval y aéreo que no solo se dedica a mantener una presencia disuasoria, sino que realiza operaciones contra los piratas que han atacado todo tipo de buques en tránsito: como petroleros, cargueros y buques deportivos además de los pesqueros. Pero ese despliegue operativo requeriría un número muy elevado de unidades para proteger la totalidad de la zona amenazada. Dado que el número de unidades disponibles es limitado, el dispositivo ha quedado orientado principalmente a las aguas próximas al Golfo de Adén, donde a diario circula un intenso tráfico marítimo, quedando realmente alejado de las aguas donde faenan nuestros pesqueros.
 
Como que en tiempos pasados, a la piratería hay que combatirla en todos los frentes, por una parte directamente contra los grupos de piratas que realizan los apresamientos de pesqueros mientras faenan, pero tan importante o más que eso es combatir los cuarteles generales que planean y apoyan la ejecución de los apresamientos. Este segundo frente debe ser considerado y combatido en práctica exclusividad por el Estado Mayor o Célula de Coordinación de la UE creada a los efectos y por los medios disponibles en la Operación Atalanta. ¿Y el primer frente cómo se protege?, ¿qué se puede hacer con la zona alejada del centro de gravedad de la protección que es donde operan nuestros atuneros? La solución de embarcar seguridad privada, constituida a base de jóvenes militares retirados temporalmente o definitivamente, es una solución aplicable a buques en tránsito cuya derrota de navegación se encuentra bajo amenaza solo en unos tramos relativamente conocidos a priori, en los que actúan los piratas. Pero no es una solución de equilibrio estable para buques faenando durante semanas dentro de una zona amenazada, ya que no reúne los requisitos indispensables  de alerta temprana y capacidad para concentrar fuerzas entre otros y no tiene proyección más allá del horizonte. Es decir, que no tiene potencial ni disfruta de ningún efecto sinérgico beneficioso. Los buques faenando en una zona bajo permanente amenaza, requieren una protección muy elaborada con un buen planeamiento y como mínimo con la posibilidad de una rápida concentración de fuerzas. La seguridad privada que se ha establecido será combatida más bien pronto que tarde por los piratas; por el momento genera cierta tranquilidad nacional pero desde el punto del pirata no deja de ser un obstáculo a combatir que como consecuencia hará subir el rescate exigido.
 
Los intereses nacionales fuera de territorio nacional hay que defenderlos con la mayor determinación, nunca con ocurrencias o con lo que parece que pueda producir menor o ninguna incomodidad al poder político. Una protección de intereses digna de un país como España tiene que considerar todos los factores desfavorables que convergen en la situación y afrontarlos con la mayor seriedad; como mínimo debe basarse en la posibilidad de una rápida concentración de esfuerzos. La concentración es la forma de evitar un despliegue de fuerzas demasiado ambicioso que resultaría excesivamente costoso y difícilmente sostenible. Se habla de una presencia de hasta 63 piratas a bordo de nuestro atunero, ¿qué desenlace se puede esperar en el futuro, si un número superior a 30 piratas coordina su ataque con tres o más lanchas provenientes de diferentes direcciones?, los cuatro hombres de seguridad probablemente aguantarían no más de media hora antes de morir ¿Cómo evitar la tragedia? ¿Quién podría apoyar a esos hombres? Con mucha suerte, la ayuda podría provenir de la seguridad privada de otro atunero, pero estaríamos en el escenario de micro operaciones sin coordinación ni mando. No hay otra solución que diseñar un Plan de Operaciones nacional bien elaborado con unas ágiles y eficaces Reglas de Enfrentamiento y bien coordinado con Atalanta. Ese instrumento acabaría con los apresamientos.  
 
Para tomar el pulso a la situación sería necesario un ambicioso concepto de la operación que contemplase un pleno control del mar en la zona, negando su uso a los piratas. Posteriormente se podría aligerar el despliegue inicial siempre que se dispusiese de unos medios ligeros de superficie para alerta temprana que permitiera ir por delante de los acontecimientos. El dispositivo a desplegar resultante podría estar inspirado en las clásicas operaciones anfibias pero con mayor simpleza. Consistiría en pelotones de Infantes desplegados en los pesqueros, mientras su mando natural y su plana mayor, en continua comunicación con ellos y con control positivo de los helicópteros, permanece a bordo del buque de mando. Este dispositivo podría ser el núcleo generador de otro más amplio si fuese necesario y además permitiría relevar a los pelotones de los pesqueros cada cierto tiempo para descanso en el buque de mando. Es cierto que se requeriría no solo un determinado esfuerzo logístico, sino un buen planeamiento de los que la Armada está acostumbrada a hacer. El riesgo inherente a esta operación, al igual que el de cualquier operación armada, es plenamente familiar para los mandos y dotaciones de la Armada, también debería serlo para un espectro político como el español que no se ha puesto al día en el tema militar y que persevera en su lastre mental contra los ejércitos, sin tener en cuenta que nuestros militares de hoy no se parecen en nada a los de antaño. Eso es lo que espera el contribuyente.