Mensajes equívocos

por Florentino Portero, 24 de agosto de 2010

 

(Publicado en ABC, 24 de agosto de 2010)
 
Todos sabemos que la política en el siglo XXI es cuestión de discurso. Se crea una realidad a la medida y se trata de llegar al corazón de la gente utilizando los valores de referencia. El presidente norteamericano es un maestro en esta disciplina, pero cuando uno juega en un escenario global todo se hace más difícil. El discurso elaborado para un grupo de opinión puede provocar reacciones no deseadas en otro. Si algo caracteriza la globalización es la comunicación y puesto que no podemos evitar que lo que se dice en un pueblecito de Illinois, por poner un ejemplo, se repita cansinamente en todo el islam, más vale ser prudente.
 
Tantas ganas tiene el presidente Obama de sacar las tropas de Irak y de Afganistán que fuerza sus declaraciones y provoca en lejanos auditorios el efecto contrario al deseado. No es verdad que Estados Unidos haya retirado sus tropas de combate de Irak. Quedan y seguirán trabajando codo con codo con las iraquíes. Pero con tal de dar una alegría a sus votantes ha creado en otros teatros la sensación de que se está actuando con prisas aunque la misión está lejos de haber finalizado.
 
Esos mensajes electorales han convencido a afganos y paquistaníes de que Barack Obama ha renunciado a la victoria y de que trata desesperadamente de lograr acuerdos políticos con los talibanes que le permitan salvar la cara en su retirada. La consecuencia es la merma de autoridad de sus comandantes, al tiempo que los actores regionales se limitan a esperar el paso del tiempo mientras se preparan para la nueva etapa.
 
McChrystal lo reconoció en su «show» de despedida: los paquistaníes continúan apoyando a los talibán pensando en el día después. El nada sospechoso «New York Times» lo acaba de confirmar: la inteligencia paquistaní hace su propia guerra.