Matando por Alá en el Aeropuerto Internacional JFK

por Robert Spencer, 19 de junio de 2007

(Publicado en FrontPageMagazine, 4 de junio de 2007)

Algunas figuras importantes de los medios tendrán que tener el valor de rasgar la espesa bruma de la corrección política que nos envuelve a todos y pedir tales medidas.
 
En agosto de 2006, Russell “Mohammed” Defreitas, un empleado jubilado del Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York, confiaba a un asistente su 'visión' de un ataque terrorista jihadista , que dijo, haría parecer pequeño el atentado del World Trade Center. La conspiración implicaba poner bombas en los tanques de combustible del aeropuerto, volando así el aeropuerto y matando probablemente a miles de personas.
 
Además del desastre y la devastación económica que este complot provocaría, Defreitas estaba aparentemente entusiasmado con ello a causa de su valor simbólico: 'En cualquier momento que golpeas algo Kennedy, es la cosa más dolorosa para Estados Unidos', dijo al asistente, un hombre al que creía conocer de una mezquita de Brooklyn pero que en realidad era un confidente de la policía. 'Golpear un John F. Kennedy, guao... Les encanta John F. Kennedy como si fuera el único hombre sobre la tierra... Si golpeas eso, todo el país estará de luto. Será como matarlo dos veces'. A pesar de haber obtenido la ciudadanía norteamericana, Defreitas, procedente de la Guayana, odia a su país de adopción y desea desmoralizarlo al servicio de sus enemigos.
 
Defreitas y sus co-conspiradores eran detenidos el pasado viernes, con su complot en ciernes de finalizar. Uno de los otros conspiradores era Abdul Kadir, imán y ex miembro del Parlamento de la Guayana. Según el Wall Street Journal, los conspiradores no eran miembros de Al Qaeda, pero tenían cierta vinculación con un grupo jihadista de Trinidad poco conocido, la Jamaat al Muslimín. El asistente del fiscal Jeffrey Knox decía de Defreitas: 'Es el cerebro autoproclamado de un elaborado complot para volar por los aires el Aeropuerto JFK. Su objetivo declarado era matar a tantas personas como fuera posible'.
 
Como observaban las primeras informaciones, 'las detenciones son las más recientes en una cadena de planes terroristas nacionales que ponen sus miras en instalaciones americanas de alto nivel'. Y en la práctica, las palabras de Knox eran una copia casi al pie de la letra del complot terrorista de Fort Dix desarticulado en mayo, en el que los conspiradores esperaban matar a tantos soldados como fuera posible. Los conspiradores de Fort Dix y el JFK evidentemente se encuentran entre el 13% de los musulmanes de los Estados Unidos que apoyan los atentados suicida bajo alguna circunstancia, y estos dos casos, tan poco distanciados en el tiempo, plantean de manera más acuciante las preguntas de lo que pueden y deben hacer los funcionarios americanos con el fin de minimizar la posibilidad de que un día, uno de estos planes así tenga éxito.
 
Estos planes muestran de nuevo que uno no necesita ser miembro de Al Qaeda o de alguna organización terrorista reconocida para planear un atentado terrorista. Todo lo que es necesario es el convencimiento de que la deidad suprema quiere que aquellos que crean en él cometan asesinatos en masa, y que les recompensará por hacerlo.
 
Garantizarnos que la gran mayoría de fieles no cree en esto no es suficiente, mientras la mayoría hace poco o nada por extirpar a la minoría que sí lo cree y contener la expansión de tales opiniones. Después de que el complot de Fort Dix fuera desarticulado, la cobertura de los medios importantes estaba mucho más preocupada por los temores musulmanes a ataques 'de represalia' que en la práctica nunca se hicieron realidad, y no parecían preocupados en absoluto por plantear a los musulmanes lo que pretendían hacer para cerciorarse de que a los musulmanes de Estados Unidos se les enseñaba contra la ideología de la Jihad que muchos de ellos apoyan manifiestamente. Acerca de la encuesta del Pew Research Center sobre las posturas de los musulmanes americanos que mostraba un apoyo significativo al terrorismo suicida y a Al Qaeda, yo escribía la semana pasada:
 
Casi seis años después del 11 de Septiembre, no existe ninguna presión procedente de los medios o de las fuerzas del orden hacia los grupos musulmanes en Estados Unidos de cara a que instituyan programas educativos exhaustivos contra la Jihad en sus mezquitas y escuelas. Esta encuesta, sin embargo, demuestra lo necesarios que son tales programas -- así como un debate nacional acerca de cómo debería calificarse a estos colectivos si rechazan o no implementan tales programas.
 
La conspiración del Aeropuerto JFK no hace sino más urgentes tales programas y ese debate. Russell Defreitas odiaba su país de adopción y creía que el islam le ordenaba someterlo. ¿Qué estaba aprendiendo en la mezquita de Brooklyn en la que creyó haber visto al confidente del gobierno antes? ¿Alguno de los funcionarios de las fuerzas del orden conoce la respuesta a esta pregunta? Mientras los colectivos musulmanes americanos no renuncien formalmente a la ideología de supremacía islámica de la Jihad, que destruiría al gobierno constitucional norteamericano y lo reemplazaría con la shari’a, y no se expulse a aquellos que rechazan renunciar a estas creencias por palabra y obra, las mezquitas americanas deben ser monitorizadas, y se deben pedir cuentas a los musulmanes americanos por albergar esta amenaza.
 
Pero antes de tomar estas y otras acciones necesarias, algunas figuras importantes de los medios tendrán que tener el valor de rasgar la espesa bruma de la corrección política que nos envuelve a todos y pedir tales medidas. Aquellos que buscan una oportunidad para demostrar su valor y patriotismo tienen una oportunidad soberbia para hacerlo ahora.


 

 
 

Robert Spencer es director de Jihad Watch y autor de 5 libros, 7 monografías y numerosos artículos acerca del terrorismo islamista. Licenciado con honores en Estudios Religiosos por la Universidad de Carolina en Chapel Hill, lleva desde 1980 estudiando teología, derecho e historia islámicos en profundidad. Es adjunto de la Free Congress Foundation, y sus artículos acerca del islam aparecen en el New York Post, Washington Times, Dallas Morning News, el National Post de Canadá, FrontPage Magazine, WorldNet Daily, Insight in the News, Human Events o National Review Online entre otros. Entre sus textos se encuentran algunos de los libros más conocidos acerca del terrorismo islámico, como “El mito de la tolerancia islámica” (Prometheus Books, 2005. ISBN 1591022495), “La guía políticamente incorrecta del islam” (Regnery Publishing, 2005. ISBN 0895260131), o “El islam al descubierto: cuestiones preocupantes sobre la religión de mayor crecimiento del mundo.”