Más efectos de la jihad de las viñetas

por Stephen Schwartz, 10 de julio de 2006

¿Han hecho borrón y cuenta nueva los líderes musulmanes sunníes de Arabia Saudí y Europa Occidental en favor de una postura nueva y positiva en relación con el mundo judeo-cristiano? Una conferencia convocada, con poca antelación, en el centro Wilton Park de Inglaterra este mes por la Oficina Británica de Exteriores y la Organización de la Conferencia Islámica da motivos de optimismo. La Conferencia Islámica es la asociación de 57 países de mayoría musulmana con sede en Jeddah, Arabia Saudí. La última cumbre musulmana mundial, celebrada en diciembre en La Meca, pedía nuevos enfoques en un amplio abanico de temas relativos al Islam.
 
Algunos de los participantes de Wilton Park habían asistido a otra reunión más, esta organizada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Acerca del tema del Islam en Europa, se celebró en Varsovia en septiembre del 2005, pocas semanas después de los atentados terroristas de Londres de julio del 2005. En Varsovia, los líderes musulmanes habían estado uniformemente desafiantes y habían sido agraviados. Ninguno de los participantes mostró disponibilidad alguna a admitir la culpa de los islamistas radicales en la amenaza del choque de civilizaciones global.
 
En Wilton Park, en contraste, el tono fue moderado casi por completo, y muchos de los presentes, procedentes de países tan dispares como Senegal o Bangladesh, expresaron significativa inquietud ante la creciente alienación entre Oriente y Occidente. La reunión de Wilton Park incluyó bastante debate de 'la controversia de las viñetas' del pasado invierno acerca de la publicación de caricaturas del profeta Mahoma en un periódico danés y la furiosa e incluso violenta reacción en algunos barrios musulmanes. Una delegación sustancial de funcionarios daneses no musulmanes en la conferencia fue tratada con educado respeto, mientras que el debate en los corredores era vivo.
 
Las conversaciones con un buen número de los asistentes dejan la impresión de que la controversia de las viñetas ha producido un efecto que nadie esperaba: ha hecho a los musulmanes ordinarios en Europa Occidental darse cuenta de lo rápido que su situación podría dar un giro brusco a peor. Un musulmán nacido en África y residente en una importante ciudad europea occidental, hablando por hablar, me decía, 'Después del 11 de Septiembre, los occidentales estaban impactados; después del 7 de Julio, estaban furiosos; pero después del asunto de las viñetas, simplemente nos desprecian. Piensan que somos idiotas, fácilmente manipulables, y que nos ofendemos por temas triviales. Y cada vez más piensan que no nos quieren cerca'.
 
El secretario general de la Conferencia Islámica, Ekmeleddin Ihsanoglu, profesor turco, apoyó la percepción de que el asunto de las viñetas había llegado como un jarro de agua fría sobre las cabezas de los líderes musulmanes. 'Los mecanismos de diálogo existentes [entre los gobiernos europeos occidentales y los musulmanes] han fracasado', dijo. 'Todas las actividades y contribuciones del pasado resultaron insuficientes cuando un desafío puso a prueba el verdadero significado y el propósito del diálogo'. Ihsanoglu pasó a pedir 'reconciliación entre Occidente y el Islam'. En una columna del rotativo de El Cairo Al-Ahram y distribuida como documento de la Conferencia Islámica en Wilton Park, Ihsanoglu elaboraba [más profundamente] describiendo 'décadas de iniciativas y tentativas para un diálogo entre el mundo islámico y Occidente... El diálogo adoptó muchas formas e implicó diversos temas. Sin embargo, es muy difícil evaluar si llevó a algún lado'.
 
La Conferencia Islámica, aunque financiada por los saudíes, ha pasado a estar bajo administración de los turcos, cuya historia de secularismo y deseo de aceptación en Europa puede haber sido el factor determinante a la hora de hacer notablemente calmadas las conversaciones de Wilton Park. En la cumbre de la OSCE en Varsovia el año pasado, el diplomático turco Omur Orhun fue la única persona en mencionar siquiera el problema del fundamentalismo islamista, y lo hizo a la conclusión de la conferencia, casi en un suspiro. En Wilton Park, Orhun reconocía que los cristianos y los musulmanes europeos viven 'en sociedades paralelas... mutuamente excluyentes' y argumentó que la solución 'no es reforzar el separatismo musulmán predicando la ideología radical, sino hacer esfuerzos hacia la integración civil'.
 
Una fuerte crítica al comportamiento musulmán fue aireada por Asma Jahangir, una mujer paquistaní que sirve como observadora especial sobre libertad religiosa en Naciones Unidas. Jahangir citó la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que afirma el derecho a la conversión religiosa (formulado como 'Libertad para tener o adoptar una religión o creencia según la elección de cada uno'). Habló en contra de las leyes de blasfemia, declarando que 'la rigurosa protección de las religiones puede crear una atmósfera de intolerancia'.
 
Jahangir señaló las amenazas hechas a un investigador de la ONU en Sudán, Gaspar Biro, por las autoridades sudanesas en 1994, por insultar presuntamente al Islam -- un problema actual en esa trágica región. Fue particularmente aguda al notar que el análisis crítico de las leyes de blasfemia ha sido etiquetado en sí mismo como blasfemia. En una encuesta de países en los que los libros de texto escolares promueven el desprecio a otras religiones, citaba a Arabia Saudí como ejemplo musulmán específico -- en presencia de un funcionario representativo saudí.
 
Ponderar el contraste entre la cumbre de Varsovia del año pasado y las conversaciones de Wilton Park sugiere otra explicación para la diferencia en la retórica. La cumbre del 2005 se celebró bajo los auspicios de la OSCE, que representa la infatigable corrección política. La cumbre de la OSCE en el 2006 sobre temas islámicos, que tuvo lugar en Varsovia después del encuentro de Wilton Park, incluyó representantes del Instituto Árabe Americano (AAI), de respaldo saudí, encabezado por James Zogby, y el American-Arab Anti-Discrimination Committee (ADC), ninguno de los cuales está involucrado en temas islámicos pero ambos de los cuales son extremadamente virulentos en su propaganda contra Israel y Estados Unidos.
 
La OSCE también invitó al Muslim Public Affairs Council (MPAC) a sus dominios. El MPAC es célebre por la rápida respuesta de su director ejecutivo, Salam al-Marayati, a los horrores del 11 de septiembre del 2001. Esa tarde acudió a la emisora de radio de Los Ángeles KCRW y declaró, 'Deberíamos poner al Estado de Israel en la lista de países sospechosos [de los ataques al Pentágono y las Torres Gemelas] porque creo que esto desvía la atención de lo que está ocurriendo en los territorios palestinos'.
 
Pero la Conferencia Islámica y los saudíes no recurrieron a la OSCE como co-patrocinador de las consultas de este año, sino al gobierno británico. Y la postura del gobierno Blair junto a Estados Unidos fue expresada de manera obvia en un discurso de apertura del ministro de estado británico en la Oficina de Exteriores, Kim Howells, un duro ex funcionario del sindicato de mineros procedente de Gales. Howells afirmó que 'la acción militar en Afganistán e Irak no tiene nada que ver con la fe del Islam, sino con los temas políticos y de seguridad que suponían esos países'. A continuación pasó a ridiculizar a aquellos que afirman que la intervención en Irak estuvo motivada por el petróleo.
 
El candor de Howells parece haber tenido efecto. Al final del acto de Wilton Park, Bashy Quraishy, un inspector hindú de los derechos de la minoría musulmana que vive en Dinamarca y que se distinguió en la conferencia de Varsovia del 2005 por sus virulentos ataques contra los medios occidentales y George W. Bush, propuso que los grupos musulmanes europeos abrieran un diálogo serio con los grupos judíos, dejando a un lado los desacuerdos en interés de la convivencia continental.
 
Algunos musulmanes europeos, pues, han comprendido que a menos que se adapten a las normas europeas occidentales, afrontan, por parafrasear al diplomático turco Orhun, mayor deterioro del entorno social en el que viven. Si los euro-musulmanes han pasado página en favor de un nuevo reconocimiento de sus responsabilidades, el optimismo a propósito de la derrota de los radicales y su jihad puede estar justificado. .

 
 
Stephen Schwartz es Director Ejecutivo del Centro del Pluralismo Islámico de Washington y periodista autor (entre otros libros acerca del islam y sus subdivisiones y diferencias) del bestseller “Las dos caras del islam: fundamentalismo saudí y su papel en el terrorismo (Doubleday). Tras ser editor de opinión y columnista del San Francisco Chronicle durante 2 años y secretario del sindicato de periodistas de San Francisco, sus artículos han aparecido en The New York Times, The Wall Street Journal, el New York Post, el Los Angeles Times, el Toronto Globe and Mail y muchos otros. Como periodista destacó especialmente en la cobertura de la guerra de Kosovo, y desde entonces se ha convertido en uno de los principales especialistas en la región de los Balcanes y su relación con el islam.