La promesa vacía de Pyongyang

por Peter Brookes, 28 de junio de 2005

No hay que emocionarse con la reciente “promesa” condicional de Corea del Norte para volver al Acuerdo de las 6 partes el próximo mes -después de un parón de un año— si Estados Unidos muestra más respeto por la nación comunista.
 
En el pasado, las promesas de Pyongyang no han sido más que un truco negociador para extorsionar ayuda económica u otros “edulcorantes” de sus a veces deseosamente crédulos homólogos.
 
Además, por sólo aceptar volver a la mesa de negociaciones (compuesta por Estados Unidos, China, Japón, Rusia y las 2 Coreas) no significa que se pueda lograr algún progreso en desnuclearizar a Corea del Norte o en cualquier otro tema.
 
Pero puede usted estar seguro que el anuncio de Pyonyang pondrá enorme presión en Washington para hacer algún tipo de concesión pre-negociación a Corea del Norte como “gesto de buena voluntad”.
 
En ausencia de algún progreso apreciable, el cual no incluye volver a la mesa de negociaciones, Washington no debería ceder ante eso.
 
Y claro que los anti-Bush - en casa como en el extranjero - afirmarán que si EEUU es “más simpático” con Corea del Norte, Pyongyang aceptará dejar de lado su iresponsable comportamiento, abandonará sus misiles y/o armas nucleares y su estado policial herméticamente cerrado se abrirá al mundo exterior.
 
Es una excelente idea en teoría pero es pura fantasía. ¿Qué ha conseguido Corea del Sur siendo “simpática” con Corea del Norte? No mucho que digamos.
 
Por ejemplo, la semana pasada, delegaciones de Corea del Norte y del Sur estuvieron 4 días en Pyongyang “celebrando” el quinto aniversario del primer encuentro entre los líderes de las dos naciones desde su división hace 60 años.
 
La cumbre de Junio de 2000 -- entre el entonces presidente surcoreano Kim Dae Jung y el norcoreano, el “Querido Líder” Kim Jong Il en Pyongyang -- fue en verdad histórica, un encuentro prometedor, un gran paso adelante en las relaciones intercoreanas. Le dio el Nobel de la Paz de 2000 al Kim de Corea del Sur.
 
Pero sólo mucho después el mundo se enteró que Seúl había sobornado a Pyongyang con 500 millones de dólares, todo para conseguir la gran sentada; seguramente que fue la foto más cara del mundo.
 
Después de la cumbre, Corea del Sur se prodigó con Corea del Norte, con la generosidad de la undécima economía más grande del mundo, gastando miles de millones en ayudas alimenticias y fertilizantes para sus congéneres del norte, restableciendo líneas ferroviarias y viejos caminos cortados, construyendo un polígono industrial... 5 años han pasado, Seúl ha logrado algunas ocasionales reuniones familiares intercoreanas, turismo hacia el Norte al Monte Kumgang y sesiones de reuniones insignificantes, todas siguiendo el calendario que marcara el Norte.
 
Hay que tener paciencia, dice el gobierno surcoreano del presidente Roh Moo Hyun, su “política del rayito de sol” es que tomará tiempo reconstruir la confianza después de años de disensión y conflicto.
 
Claro que el presidente Kim está dispuesto a aceptar todos los “gestos de buena voluntad” de cualquiera mientras encarcela a 200.000 en gulags, mata de hambre a otros dos, tres millones, vende misiles balísticos a Irán/Pakistán, mantiene un ejército de un millón de soldados... y construye armas nucleares.
 
Aunque el acuerdo de las 6 partes nos da la mejor alternativa pacífica para resolver el impase nuclear con Corea del Norte, deberíamos mantener nuestras expectativas moderadas en el mejor de los casos.
 
Christopher Hill, Secretario Adjunto para los asuntos del Este asiático y del Pacífico comparte esta idea; dijo la semana pasada en el Senado que tiene “crecientes dudas” de que Corea del Norte tenga ganas de cambiar sus armas nucleares por garantías de seguridad y ayuda económica.
 
Así es que es muy posible que el acuerdo falle hasta si Corea del Norte regresase a la mesa de negociaciones en Julio. En ese caso ¿ qué deberíamos hacer?
 
*Seguir presionando con la defensa de los misiles mar-tierra contra la amenaza nuclear ya que no hay ninguna buena opción militar convencional para lidiar con Corea del Norte.
 
*Preparar el terreno para llevar a Corea del Norte ante el Consejo de Seguridad de la ONU y que se le impongan sanciones económicas. China se opondrá a hacerlo, pero la amenaza en sí puede ser suficiente para conseguir algún movimiento por parte de Corea del Norte.
 
*Considerar otras opciones no militares para presionar al régimen de Kim, especialmente en lo que respecta a los derechos humanos. 22 millones de norcoreanos hambrientos viven como virtuales prisioneros del estado. El mundo, en especial Seúl, debe dejar de desviar la mirada ante esta masiva tragedia humana.
 
*Tenemos que prepararnos junto con Corea del Sur ante la posibilidad de que el régimen colapse, incluyendo una lucha por el poder de sucesión entre los tres herederos de Kim (de dos madres distintas) y el ejército norcoreano. El probable papel de China también debe ser evaluado.
 
Desgraciadamente, hay muchas alternativas desagradables y ninguna respuesta obvia; lidiar con la estalinista Corea del Norte nunca ha sido ni será fácil.
 
Corea del Norte parece estar contenta con el status quo, dispuesta a arreglárselas como país limosnero internacional poseedor de misiles de largo alcance y armas nucleares.
 
La pregunta que nos debemos hacer es si el status quo es algo con lo que podemos vivir; y si no ¿qué acciones - y riesgos - estamos dispuestos a tomar para cambiarlo?
 
©2005 Peter Brookes
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
 
Peter Brookes ha sido Vicesecretario Adjunto de la Secretaría de Defensa de Estados Unidos y actualmente es Miembro Senior de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos.
 
GEES agradece a la Fundación Heritage y al Sr. Brookes el permiso para publicar este artículo.