La internacionalización de la industria de defensa española: la proyección asiática

por Ignacio Cosidó, 23 de abril de 2001

(Encuentro hispano-asiático ICEI/INCIPE-CERI)
 
El Mediterráneo es el océano del pasado,
el Atlántico es el océano del presente y el Pacífico es el océano del futuro.
John Hay (1903), Secretario de Estado de los Estados Unidos de América
 
Asia está emergiendo como uno de los mercados de defensa más expansivos del mundo. El dinamismo económico del continente y la tensión estratégica subyacente en todo el área han convertido a Asia en el segundo gran mercado mundial de armas, después de Oriente Medio, con unas compras que representan casi un tercio del total del mercado internacional. Cinco de los diez principales importadores de sistemas de armas del mundo están ubicados en esta área: Taiwan, Corea del Sur, China, Japón e India.
 
Este dinamismo del mercado de defensa asiático cobra además especial significación si se compara con el retraimiento de otros mercados como el europeo o el norteamericano. Es más, un análisis prospectivo de las tendencias en el comercio internacional de armas indica que Asia va camino de convertirse en el principal mercado mundial de defensa, con una cuota de participación en el mercado internacional que irá en aumento en los próximos años.
 
La industria de defensa española, por su parte, está inmersa en un proceso de consolidación e integración a escala europea. Este proceso hace que tras la dura crisis sufrida por el sector en el inicio de la década de los noventa hoy podamos contemplar el futuro con mayor optimismo y mayores ambiciones. Bajo esta perspectiva, nuestra proyección a un mercado emergente como es el asiático parece un requisito imprescindible para el crecimiento futuro de nuestro sector industrial de defensa.
 
La presencia del sector defensa español en el continente asiático ha sido hasta la fecha muy limitado. Así, Asia apenas representa un 2% del total de las exportaciones españolas de equipos de defensa, mientras que el 61% de nuestras exportaciones de armas se orientan al mercado europeo. Teniendo en cuenta la reducida entidad total de nuestras exportaciones de armas, esos dos puntos porcentuales indican una presencia casi irrelevante de nuestras industrias de defensa en el continente asiático.
 
El desafío es por tanto lograr una mayor presencia de nuestro sector defensa en Asia. Un desafío que no resulta fácil por un doble motivo. Primero porque las dificultades generales de la presencia de empresas españolas en dicho continente (desconocimiento mutuo, déficit de credibilidad tecnológica, ausencia de canales e instrumentos comerciales adecuados), se ven aumentadas para un sector en el que la confianza política y la credibilidad técnica son requisitos fundamentales. Segundo, la escasa dimensión del sector defensa español hace que esa penetración sea muy compleja en un mercado extremadamente competitivo y dominado en buena medida por las empresas estadounidenses.
 
No obstante, la integración de nuestras empresas de defensa en grandes grupos europeos abre nuevas perspectivas al sector en el mercado internacional y, en consecuencia, en el emergente mercado asiático. La industria española está ocupando además algunos nichos de excelencia en los sectores más avanzados de la defensa, como el aeronáutico, el electrónico y el naval, que nos permiten ofertar equipos de alto contenido tecnológico en condiciones competitivas con otras industrias europeas o norteamericanas.
 
El desafío asiático es por tanto para el sector defensa un reto de dimensión claramente europea en el que el Viejo Continente se juega en buena medida la propia viabilidad de un sector defensa competitivo con el de Estados Unidos. En este contexto, España puede jugar un papel de creciente protagonismo desarrollando una presencia en Asia que hasta la fecha ha sido excesivamente escasa.
 
Un entorno estratégico en evolución
 
Asia es un continente de una dimensión, una diversidad y una complejidad extraordinarias. Es difícil incluso hablar de Asia como una unidad estratégica, existiendo al menos tres escenarios diferenciados: el Asia Central, el noreste asiático y el sudeste del continente. Cada uno de esos escenarios goza de una dinámica estratégica propia.
La importancia estratégica del área se pone claramente de manifiesto si se considera que los seis mayores ejército del mundo operan en la región asia-pacífico. Varios de esos ejércitos poseen además armas nucleares y otros sistemas de destrucción masiva, mientras que otro grupo aún más numeroso puede dotarse de esa capacidad en muy breve plazo.
 
La principal característica estratégica del continente es la ausencia de cualquier instrumento de seguridad colectiva. En este sentido, la estabilidad del área se asienta en un sistema de equilibrio de poderes en el que las principales potencias regionales maniobran para obtener los equilibrios estratégicos necesarios en cada momento, al estilo europeo del siglo XIX. Tan sólo el Foro Regional de la ASEAN permite un incipiente dialogo sobre cuestiones de seguridad, aunque se trate de un foro geográficamente limitado.
 
Por otro lado, Asia se encuentra inmersa en un proceso de cambio y transformación estratégica cuyo resultado final es aún incierto. El principal catalizador de ese cambio es la emergencia de China como gran potencia regional con aspiraciones a jugar un protagonismo global.
 
El empuje de China como potencia regional con aspiraciones hegemónicas tiene como primera causa el vacío estratégico dejado en el continente por el colapso de la Unión Soviética. Así, la práctica ausencia de Rusia del escenario asiático durante la última década, consumida por su crisis interna y volcada en su vocación europea, provocó que el principal rival regional y la principal amenaza estratégica de China se esfumara repentinamente.
 
La perdida de Rusia como rival ha permitido incluso poder contar con ella como aliado al menos en dos aspectos. Por un lado, como proveedor de tecnología, sistemas de armas avanzados y experiencia militar. Ello ha permitido a China acortar en alguna medida, y a un coste relativamente bajo, el abismo tecnológico y de capacidades militares que aún la separa de Estados Unidos, desfase que algunos analistas aún sitúan en casi cuarenta años. Por otro, ha habido atisbos de una alianza estratégica ruso-china que supuestamente permitiría equilibrar a unos Estados Unidos que actúan como única potencia hegemónica a escala mundial. Esta alianza es sin embargo más la expresión de un deseo común que una realidad fundada en intereses y voluntades sólidas.
 
Junto a esta falta de contrapeso por parte de Rusia, que ha permitido liberar las energías de China hacia una más activa política exterior en la región, este inmenso país ha entrado en una fase de dinamismo económico que se ha venido a sumar a su tradicional potencial demográfico y territorial. El crecimiento económico ha permitido a su vez a China iniciar un proceso de modernización y potenciación de sus Fuerzas Armadas buscando convertirse en la principal potencia militar en el área.
 
Una segunda constante estratégica en Asia tras el final de la Segunda Guerra Mundial es la fuerte presencia y proyección de fuerza de los Estados Unidos en la región. La presencia militar norteamericana se materializa en más de 100.000 soldados desplegados sobre el terreno, principalmente asentadas en Corea del Sur y en Japón. Las capacidades reales de esta fuerza, que incluye el Octavo Ejército, las Quinta y Sexta Fuerzas Aéreas, la Tercera Fuerza Expedicionaria de los Marines, la Séptima Flota y diversas Unidades de Operaciones Especiales, son aún más indicativas del poder real de Estados Unidos en el área que el mero volumen del contingente.
 
Pero en adición a todas estas fuerzas desplegadas sobre el terreno, el Mando del Pacífico incluye otros 200.000 efectivos desplegados en Hawai, Alaska y la costa oeste norteamericana. Estas fuerzas están claramente orientadas al teatro asiático y realizan numerosos ejercicios de adiestramiento en países del área.
 
 Los Estados Unidos mantienen además una completa red de acuerdos bilaterales de defensa con países de la región. Así, cuatro de los siete acuerdos de defensa firmados por los Estados Unidos con otros países pertenecen al continente asiático: Japón, República de Corea, Tailandia y Filipinas. Este conjunto de acuerdos permite mantener una coalición de aliados en la región liderada y controlada por los norteamericanos.
 
Las perspectivas de futuro indican que este compromiso militar de los Estados Unidos con la seguridad y la estabilidad de la zona no va disminuir, sino todo lo contrario. Así, la Revisión Estratégica en curso hace un énfasis muy especial en la necesidad de mantener ese compromiso, señalando el área asia-pacífico como el principal interés estratégico de los Estados Unidos en este inicio de siglo. El énfasis norteamericano en Asia hace que sea más fácil ver a medio plazo una retirada total de las tropas norteamericanas estacionadas en Europa que una reducción parcial de sus fuerzas desplegadas en Asia. Los últimos incidentes con China acentúan aún más esa intuición.
 
La emergencia de China como potencia regional hegemónica, sólo contrarrestada de forma efectiva por la poderosa proyección estadounidense en la zona, está despertando un creciente recelo en otras dos grandes potencias regionales: India y Japón.
 
La llegada de una nueva generación al poder en Japón puede supone una revisión en profundidad de su tradicional política pacifista de seguridad. Así, hay un debate incipiente en los círculos de poder japoneses sobre la necesidad de reformar una constitución que impide cualquier proyección de fuerza militar hacia el exterior. En el fondo, el objetivo de esa nueva generación de políticos nipones no es otro que equilibrar el peso que la economía japonesa tiene en el contexto mundial al liderazgo político intencional que puede jugar el país. Esta mayor presencia política exterior significaría necesariamente revisar el grado de dependencia que en términos de seguridad Japón mantiene respecto a los Estados Unidos.
 
Por su parte, India es un país insatisfecho con su actual estatus internacional y busca desarrollar un mayor protagonismo en la seguridad regional. El conflicto sobre Cachemira la ha embarcado en una particular carrera nuclear con Pakistán. El crecimiento económico alcanzado en los últimos años, unido al relativo buen nivel tecnológico de su industria, le están permitiendo emprender un proceso de potenciación de sus capacidades de defensa, en especial de las navales y aéreas. Todo ello la sitúa como una potencia militar emergente en el continente y como una pieza relevante de contención en el flanco sur de China.
 
Estas rivalidades estratégicas entre las principales potencias del área cobran además una especial relevancia a la luz de una serie de conflictos latentes que si bien han logrado ser controlados en las últimas décadas, no dejan de ser riesgos potenciales a la estabilidad de la zona. Así, nos encontramos en primer lugar, con la firme pretensión China de anexionarse Taiwan, lo que es una fuente de incidentes y conflictos permanentes con Washington, como se puso de manifiesto en la crisis de 1996, cuando China realizó unas maniobras en el estrecho de Taiwan que incluían el adiestramiento con misiles de medio alcance. Una segunda fuente potencial de conflictos lo constituye la división de la península de Corea. En este sentido, aunque aparentemente se ha entrado en una fase de distensión en ese conflicto, la propia existencia de un régimen como el de Corea del Norte y sus programas de desarrollo de armas de destrucción masiva constituyen una amenaza a la estabilidad de toda la zona. Tampoco hay que olvidar el conflicto ya mencionado entre India y Pakistán por Cachemira. Junto a estos conflictos de mayor entidad, por los actores que están implicados, existen también numerosas disputas fronterizas tanto terrestres como por la soberanía sobre pequeñas islas en el conjunto de la región.
 
Pero al margen de estos conflictos entre estados, las explosiones internas de violencia étnica y religiosa dentro de algunos países están cobrando también una especial relevancia. Así, son de destacar la existencia de conflictos promovidos por grupos separatistas o por rivalidades históricas entre diferentes comunidades dentro de Filipinas, Sri Lanka, Fiji y las Islas Salomón. Algunos de estos conflictos, como es el caso de Timor Oriental en Indonesia, han adquirido una verdadera relevancia internacional. Todos estos conflictos tienen como efectos colaterales crímenes inaceptables contra la población civil, movimientos de refugiados, acciones terroristas indiscriminadas y desastres humanitarios que pueden obligar a intervenir a la comunidad internacional, como ha sido el caso de Timor.
 
Finalmente, hay que destacar también la existencia de algunos riesgos transnacionales no militares, pero que tienen enorme impacto sobre la estabilidad del área, como son el tráfico de drogas, la piratería o el terrorismo. La respuesta a todas estas cuestiones exigen un grado de cooperación regional mucho mayor del que existe en la actualidad.
 
Este breve análisis estratégico nos permite obtener algunas conclusiones que pueden ser relevantes desde el punto de vista del interés de nuestra industria de defensa en el área.
 
En primer lugar, la fuerte presencia norteamericana tanto en términos militares como políticos tiene como consecuencia un marco de relaciones que favorece de forma decisiva los intereses de los grandes grupos industriales de defensa de los Estados Unidos. En este sentido, no es casual que la mayor proporción del mercado asiático de armas esté copado por las corporaciones norteamericanas.
 
En segundo término, los sistemas de armas más demandados son aquellos que permiten una proyección de fuerzas más allá de las fronteras territoriales y aquellos que incorporan una tecnología más avanzada. La estrategia de los principales actores no pasa tanto, al menos por el momento, por lograr una capacidad de invasión territorial como por contar con los medios de proyección de fuerza que permitan, por un lado, disuadir a un potencial agresor y, por otro, imponer si fuera necesario los propios intereses de seguridad.
 
Los sistemas que consecuentemente serán más demandados en el futuro son plataformas navales, tanto de superficie como submarinas, que incorporen sofisticados subsistemas electrónicos (las plataformas en sí pueden ser construidas a más bajo precio en sus propios astilleros), plataformas aéreas de todo tipo, sistemas de defensa aérea y misiles, sistemas de mandos y control, entre otros. Por el contrario, el armamento terrestre convencional puede ser desarrollado más fácilmente por las propias industrias nacionales del área. La contestación social a la venta de armamento ligero será además cada vez mayor por parte de las opiniones públicas occidentales.
 
En tercer lugar, la proliferación de armamentos de destrucción masiva y de vectores de larga distancia obligarán a ser particularmente cuidadosos con la transferencia de tecnologías y componentes susceptibles de ser utilizados en ese tipo de armas, en especial respecto a aquellos países sospechosos de estar embarcados en programas de estas características. Estas restricciones serán también aplicables a las tecnologías y equipos civiles de doble uso.
 
En cuarto lugar, el desarrollo de la iniciativa estadounidense de defensa antimisil va a tener serias repercusiones en una zona en la que la proliferación de misiles de distintos tipos constituye uno de sus características principales. Esta capacidad antimisles se refiere no sólo a iniciativas estratégicas como las anunciadas por parte de Japón o Taiwan, sino también a iniciativas más tácticas que pueden ser llevadas a cabo por un grupo más amplio de países. Esta defensa táctica incluye sistemas de defensa aérea avanzada incorporados tanto a sus plataformas navales como a algunos de sus despliegues terrestres. Cualquier tipo de sistema relacionado con la defensa antimisiles se proyecta por tanto como una de las grandes demandas de futuro en toda el área.
 
Como conclusión, podemos afirmar que tanto la rivalidad estratégica existente entre las principales potencias, el crecimiento económico previsible en muchos de ellos, los conflictos latentes existentes en el área, la proliferación de conflictos internos en determinados estados y la emergencia de nuevos riesgos transnacionales, harán que la demanda de equipos de defensa continúe creciendo a medio plazo.
 
El mercado de defensa en Asia
 
La demanda estratégica de nuevos y más sofisticados sistemas de defensa en la región se ha visto acompañada durante las dos últimas décadas por un fuerte crecimiento económico en todo el área que ha posibilitado un aumento sustancial de los gastos de defensa en la mayoría de los países de la región. La combinación de estos dos factores, tensión estratégica y crecimiento económico, ha convertido a Asia en el segundo gran mercado de armas del mundo después de Oriente Medio, representando casi un tercio del mercado mundial de armas en 1998.
 
La crisis financiera vivida por las economías del sudeste asiático en 1997 ha ralentizado en alguna medida esa senda de crecimiento de los gastos de defensa en el área, pero todo indica que esa crisis ha sido superada, hasta el punto de que es previsible que el 60% del crecimiento económico mundial en los próximos diez años se concentre en el área asia-pacífico. Estos datos indican que la tendencia de aumento del gasto militar en la región volverá a situarse, lo ha hecho ya en buena medida, al alza en está nueva década.
 
Asia ha sido de hecho una de las pocas regiones del mundo donde el gasto militar ha continuado creciendo tras el final de la guerra fría. Según datos de la Agencia para el Control de Armamento y Desarme del Departamento de Estado de los Estados Unidos (ACDA), Asia es la única zona donde el tamaño de las Fuerzas Armadas no se ha reducido en los últimos diez años. Son precisamente los países asiáticos de reciente industrialización, junto a los de Oriente Medio, los que mantienen un mayor tamaño relativo de sus ejércitos con relación a su población y en los que la magnitud de sus presupuestos militares, tanto respecto de su Producto Interior Bruto como del total del Gasto Público, son muy superiores al promedio mundial.
 
Sur de Asia
 
La evolución del gasto en defensa en los países del sur de Asia está muy condicionada por el enfrentamiento entre India y Pakistán. Estos dos países representan de hecho el 90% del total del gasto militar de esta zona. En al India hay una tendencia constante de crecimiento de su presupuesto de defensa desde 1992. En Pakistán la tendencia fue también creciente hasta 1993 pero ha declinado algo desde esa fecha.
 
Hay sin embargo dos factores que han reactivado el crecimiento del gasto militar en estos dos países en los últimos tres años. Por un lado, la carrera de pruebas nucleares desatada entre ambos. Por otro, el breve pero intenso conflicto provocado por la infiltración de fuerzas pakistaníes en la zona de Kargil en mayo de 1999. Todo ello ha hecho que en 1998 se haya producido un crecimiento del 5,6% del gasto militar en el área y que la tendencia se haya mantenido también en 1999. El fuerte crecimiento económico experimentado en la zona, con un aumento del PIB en torno al 6%, ha permitido, sin embargo, que este aumento no haya supuesto un incremento de la proporción del PIB dedicada a defensa, sino que ese porcentaje se haya reducido incluso desde el 5,7 en 1997 al 5,4 en 1998.
 
Las pruebas nucleares realizadas por ambos países en junio de 1998 fueron seguidas por anuncios de incrementos significativos en sus presupuestos militares. Así, el presupuesto indio de defensa para el año fiscal 1998/1999 representó un crecimiento inicial del 14%, gasto que fue posteriormente aumentado con algunos créditos extraordinarios. El presupuesto para 1999/2000 tuvo por su parte un aumento del 16%, hasta alcanzar los 10,7 millardos de dólares, cifra que en términos reales representa un incremento en torno al 5%. Por su parte, los créditos dedicados a programas de energía nuclear y espacio crecieron de 950 millones de dólares en 1998 a 1,1 millardos en 1999.
 
Una buena parte de este esfuerzo financiero para modernizar las fuerzas armadas indias se está dedicando al desarrollo de la propia industria nacional, aunque los resultados no son siempre óptimos. De hecho, la mayoría de estos proyectos mantienen una fuerte dependencia del exterior, tanto en términos de sistemas de armas completos adquiridos a Rusia, son el segundo cliente de la industria rusa tras China, como de subcomponentes adquiridos a los países occidentales.
 
La sorpresiva reactivación del conflicto en Cachemira ha obligado a su vez a incrementar el nivel de fuerzas desplegado en esta región, potenciando en especial las unidades de combate de alta montaña. En términos de equipamiento, este conflicto ha aumentado la necesidad de disponer de armas de precisión que permitan ataques aéreos a objetivos tácticos realizados a mayor distancia, evitando tanto bajas propias como daños colaterales indeseados en la población civil. La guerra supuso también una aceleración en el desarrollo de sus programas de misiles. Estos programas de misiles incluyen prácticamente todos los tipos, tanto de medio alcance, como estratégicos, submarinos (tanto balísticos como de crucero) y tácticos en sus versiones tierra-aire, anticarro o aire-aire.
 
Los incrementos del presupuesto de defensa indio se han concentrado así en las inversiones de investigación y desarrollo, adquisición de material e infraestructuras, créditos que han pasado de 2,5 millardos de dólares en 1998 a 2,9 en 1999. La Armada india ha sido la principal beneficiaria de estos aumentos, habiendo puesto en marcha un programa de modernización que supondrá unas inversiones de 2,5 millardos de dólares, junto a un presupuesto de 3,1 millardos adicionales para el cambio de base de su Flota Occidental. El programa naval incluye a su vez la sustitución de portaaviones Viraat, la adquisición de seis destructores clase Delhi, nueve submarinos clase Kilo 877 más otros dos 636 adquiridos a Rusia. Existe también un proyecto de producción bajo licencia de dos sumergibles alemanes 209S que serán entregados en 2003-2005, 12 helicópteros ligeros de desarrollo propio, cuya producción se está retrasando por problemas en las turbinas.
 
El Ejército de Tierra indio tiene prevista, por un lado, la adquisición del carro de combate Arjun, que está demorado por algunos problemas de desarrollo. Para paliar ese retraso se está considerando la adquisición del carro ruso T-90 y su posterior producción bajo licencia como un complemento al Arjun o incluso como alternativa al mismo. Se han adquirido a su vez 12 sistemas rusos de defensa aérea 2S6 Tunguska en adición a la docena ya adquirida en 1996.
 
Por su parte, el Ejército del Aire indio ha retrasado la adquisición de su avión ligero de combate hasta el 2003, por restricciones de Estados Unidos para la adquisición de algunos componentes esenciales. Esto ha hecho que suministradores rusos se hayan hecho con el soporte técnico del programa incluyendo el desarrollo del motor. Por otro lado, se han adquirido diez aviones de ataque al suelo SU-30 adicionales a los ocho adquiridos en 1997, estando pedidas otras 32 unidades. Hay también en marcha un programa de modernización de 125 Mig-21.
 
El gasto en defensa en Pakistán es más obscuro, dado que las cifras iniciales sólo muestran una parte de la verdadera entidad del mismo. Según los datos oficiales, el país incrementó su presupuesto de defensa para 1998 en un 6%, pero lo redujo en 1999 en un 15%. Sin embargo, frente a una cifra oficial de 2,7 millardos de dólares para este último año, el Military Balance del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres estima que el gasto real pudo ascender a 4 millardos.
 
En cualquier caso, hay que destacar que estas cifras se produjeron en un momento de fuertes recortes de gasto público, hasta casi un 50%, con el fin de tratar compensar las fuertes sanciones internacionales impuestas con motivo de la realización de sus pruebas nucleares. Esto significa que la mitad del gasto público del país y dos tercios de su gasto corriente se dedican a financiar sus programas de defensa y a pagar intereses de su deuda.
 
Los programas de defensa paquistaníes ponen un énfasis especial en el desarrollo de misiles tierra-tierra de medio alcance, entre los 750 y los 3.000 kilómetros. En el Ejército de Tierra destaca la adquisición a Ucrania de 430 carros de combate T-80. La Armada, por su parte, ha adquirido tres submarinos franceses clase Acosta, uno de los cuales ya ha sido entregado.
 
La Fuerza Aérea, por último, tiene en marcha un programa de modernización de 40 Mirage III.
 
En su conjunto, el comercio de armas en Asia del sur ascendió a un total de 1,8 millardos de dólares, una cifra similar a la alcanzada el año anterior. Los principales suministradores continuaron siendo Rusia y China, aunque la industria de defensa india es un cliente cada vez más relevante para los países europeos y para Estados Unidos, tanto en lo que se refiere a componentes como a subsistemas.
 
Asia del Este
 
Los países del este asiático también han experimentado importantes incrementos en sus presupuestos de defensa en los últimos años. Según el último informe anual del Instituto Internacional para la Investigación de la Paz (SIPRI) de Estocolmo, 'el gasto militar en Asia del Este no disminuyó en 1998, como sería de esperar tras la crisis financiera del 97-98, por el contrario continuó creciendo aunque a un menor ritmo'. Por su parte, el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres sí considera que ha habido una disminución del gasto en defensa del 9% entre los años 1995 y 1998, pero estima al mismo tiempo que el gasto militar se ha incrementado de hecho en los años 1999 y 2000.
 
Todo indica que si la crisis económica de los años 97 y 98, con una caída del PIB en el conjunto de esta zona en torno al 7%, pudo tener un efecto cuando menos ralentizador del crecimiento del gasto militar, lo cierto es que una vez superada la crisis se ha retomado una tendencia claramente alcista en toda el área. Por otro lado, la crisis no afectó a todos los países por igual. Así, China, Taiwan o Singapur, menos afectados por las turbulencias financieras, mantuvieron un crecimiento de sus gastos militares, mientras que Indonesia o Malasia, los países que más sufrieron económicamente, necesitaron realizar recortes más substanciales en sus programas de adquisiciones militares.
 
Una consecuencia de la combinación de un proceso de elevado gasto militar junto a una rápida industrialización en la zona ha sido la generación de un gran mercado de componentes, materiales, tecnologías y subsistemas en esta área, un mercado secundario que sólo es superado por el mercado interno formado por los propios aliados de la OTAN.
 
El gasto militar en Japón se mantiene estable en los últimos años, con ligeras reducciones en 1998 y 1999, pero con un pequeño aumento en el año 2000. Aunque el presupuesto de defensa japonés no llega aún al 1% del PIB, lo cierto es que este presupuesto es uno de los mayores de Asia con casi 43,8 millardos de dólares. A esta cifra había que añadir a su vez los 2,3 millardos que Japón paga a los Estados Unidos como contribución al mantenimiento de las tropas norteamericanas en suelo japonés.
 
 El 22% del presupuesto de defensa japonés se dedica a inversiones en material y equipo. Su principal programa es la producción 120 aviones de apoyo aéreo táctico F-2, un modelo derivado del F-16 estadounidense que se produce a un elevado coste de más de 100 millones de dólares por unidad. Está prevista también la adquisición de aviones nodriza que permita otorgar mayor alcance a sus aviones de combate y la adquisición de nuevos carros de combate. Hay además un programa específico dedicado a neutralizar las nuevas amenazas tecnológicas a la seguridad nacional.
 
El presupuesto oficial para la defensa se ha incrementado en al República Popular China en un 13% en 1999 respecto al año anterior, alcanzando los 12,6 millardos de dólares. Sin embargo, la cifra real puede triplicar, según el Military Balance, esa cantidad, para aproximarse a los 40 millardos. Con este presupuesto, China está desarrollando un amplio número de programas nacionales de armamento convencional, así como importando nuevos sistemas tecnológicamente avanzados de Rusia. Entre estas últimas adquisiciones destaca la compra de cuatro nuevos submarinos clase Kilo, la producción bajo licencia 200 aviones SU-27, la importación de 50 aviones de apoyo táctico SU-30, entre otros programas de adquisición en el exterior.
 
Taiwan, por su parte, dispuso de un presupuesto de defensa de 10,8 millardos de dólares para el periodo julio 1999-diciembre de 2000. Este presupuesto no contempla la compra especial de 150 F-16s y 60 aparatos Mirage 2000. Estas adquisiciones de aviones de combate supusieron por sí solas un desembolso adicional de 12 millardos de dólares en el período 1993-2001.
 
En respuesta al incremento del número de misiles chinos, Taiwan está también intentando mejorar su defensa aérea y sus capacidades alerta y reconocimiento. Para ello adquirió en 1999 un radar de alerta temprana similar al 'Pave Paws' de la fuerza aérea de Estados Unidos y la modernización de sus baterías de misiles Patriot. Su armada está también interesada en la adquisición de destructores dotados del sistema Aegis de defensa táctica antimisil, una posibilidad que parece más cercana con la nueva administración Bush.
 
La capacidad de adquisición de las Fuerzas Armadas de Corea del Sur se ha reducido como consecuencia de la fuerte devaluación de su moneda. Sin embargo, su gasto militar continua creciendo, habiendo pasado de 11,6 millardos de dólares en 1999 a 12,8 millardos en 2000. Su plan de dotaciones para las Fuerzas Armadas para el periodo 2000-2004 asciende a 68 millardos, de los que al menos 22 será para adquisiciones de material. Este plan prevé incrementos anuales de entre el 5 y el 6% hasta el final del período.
 
Entre los principales programas de adquisición a financiar por este plan coreano destaca la producción bajo licencia de 120 aviones de combate F-16C/D, la adquisición e 4 B-767 AWACS, el desarrollo de un avión propio de entrenamiento avanzado, la producción bajo licencia alemana de 9 submarinos Tipo 209, la adquisición de nuevos destructores clase Aegis, nuevas fragatas, helicópteros de ataque, continuar con el programa de reconocimiento por satélite, un nuevo proyecto de submarinos, así como nuevos sistemas de defensa aérea.
 
Por su parte, los diez países que en la actualidad componen la ASEAN representan un 15% del total del gasto militar del área. El país con un presupuesto de defensa más elevado es Singapur, con un gasto en 1999 de 7,3 millardos de dólares, una cantidad que le permitirá, entre otros programas, la adquisición de 8 helicópteros Apache. Brunei se encuentra a su vez inmerso en un proceso de modernización de sus ejércitos que le ha obligado a mantener un crecimiento constante de sus presupuestos de defensa desde 1995 hasta alcanzar los 300 millones de dólares para inversiones en material en el período 1996-2000.
 
Malasia, como otros muchos países de la zona, ha perdido una gran capacidad de adquisición de armas como consecuencia de la devaluación de su moneda. Su presupuesto de defensa total alcanzó en 1999 los 280 millones de dólares. Entre sus principales programas destaca la adquisición a Alemania de 27 patrulleras y de dos fragatas clase Liku británicas.
 
Junto a Malasia, Indonesia es el país que más ha debido reducir sus planes de adquisiciones y que más dificultades económicas tendrá para incrementar sus presupuestos en los próximos años.
 
En el caso de Filipinas, su gobierno ha debido retrasar y recortar muy significativamente el ambicioso plan de modernización del material de sus Fuerzas Armadas que lanzó en 1995 con un presupuesto total de 13,2 millardos de dólares para un periodo de quince años, habiéndolos reducido en 1998 a tan solo 4,2 millardos, una tercera parte de lo inicialmente previsto en 1995. Aún así, siguen teniendo dificultades financieras para poner en marcha el programa reducido.
 
Finalmente, Tailandia mantiene estabilizado su gasto militar en 2,1 millardos de dólares en los años 1998 y 1999.
 
Como conclusión, podemos afirmar que Asia es, por el volumen de las fuerzas armadas de los países, por el nivel de su gasto militar, tanto en términos absolutos como referidos al PIB o al total del gasto público y por la cuantía de sus importaciones de armas, una de las zonas del mundo en las que se realiza un mayor esfuerzo en defensa.
 
Como consecuencia de ese esfuerzo, Asia se ha constituido en el segundo gran mercado mundial de armas después de Oriente Medio. La evolución de este mercado indica que, como consecuencia del alto nivel industrial que están alcanzando muchos países del área, la compra de componentes y subsistemas está cobrando mayor relevancia frente a la adquisición tradicional de sistemas ya integrados.
 
Por último, es de destacar que las perspectivas de futuro indican que el nivel del gasto militar en la región, lejos de disminuir, puede seguir aumentando en la próxima década. Una vez superada la crisis económica vivida en la zona entre los años 1997 y 1998, las expectativas de crecimiento económico y las tensiones estratégicas que perviven en el área harán que la tendencia alcista de los presupuestos de defensa de la mayoría de los países del continente se mantenga a medio plazo. Tanto los planes anunciados de modernización de fuerzas armadas en diferentes países como la evolución del gasto en defensa en los dos últimos años así parecen además indicarlo.
 
El balance de la industria de defensa española en Asia
 
La presencia de la industria de defensa española en el mercado asiático ha sido hasta la fecha poco relevante. Basta observar el listado de los principales programas de adquisiciones del área elaborado por el Military Balance para darse cuenta de la escasa entidad de esa presencia de nuestro sector de defensa en el continente asiático. Es más, la proporción de las exportaciones del sector defensa español a Asia se sitúan en un modesto 2% respecto al total de las exportaciones españolas de armas. Todo esto significa que España se encuentra muy ausente, con algunas notables excepciones que analizaremos más adelante, del segundo mayor mercado de armas del mundo.
 
Esta escasa presencia no significa que a lo largo de las últimas décadas no hayan existido esfuerzos y algunos éxitos reseñables de nuestras industrias de defensa en el complejo mercado asiático. Varias empresas españolas mantienen una intensa actividad comercial en la zona, espacialmente en la última década, que incluye la existencia de varias oficinas comerciales propias de empresas de defensa españolas en el área. Por su parte, DEFEX, la empresa española de promoción de las exportaciones de defensa, mantiene una oficina comercial en Singapur que atiende todo el área y que tiene un nivel de operaciones no muy elevado pero continúo. Sobre toda esta experiencia es sobre la que debemos tratar de dar un nuevo impulso de penetración de nuestras industrias en el área.
 
Sector aéreo
 
El subsector industrial español que ha sido más activo en la región ha sido el aeronáutico. No es casual que el segundo contrato internacional de Construcciones Aeronáuticas (CASA), hace ya 26 años, se firmara con Indonesia. Tras ese primer contrato en Indonesia, CASA ha vendido aviones en otros seis países de la zona: Corea del Sur (12 C235 militares y 1 C212 civil), Kiribati (1 C212 civil), Papua (2 C235 militares) y Tailandia (4 C212 gobierno). Por su parte, Indonesia ha vendido, a través de Nurtanio, el modelo NC235 a la fuerza aérea indonesia (24) y a los ejércitos del aire de Brunei (1), Malasia (6), Corea del Sur (8) y Tailandia (2).
 
 El caso de la colaboración con Indonesia es especialmente significativo dado el interés de aquel país por desarrollar un sector aeronáutico local. Para ello se estableció una relación con CASA que fue más allá de la mera adquisición como cliente, una cooperación impulsada por el entonces responsable de industria y tecnología, Dr. Habibi, un ingeniero formado en Alemania y que llegaría a ser Presidente del país tras la caída del dictador Suharto.
 
Así, a principios de la década de los setenta se firmó un contrato de fabricación bajo licencia mediante el cual se fueron entregando aviones C212 en distintos estados de producción. Los primeros aviones de este modelo, tres civiles y tres militares, llegaron a Indonesia completos y en vuelo. Posteriormente, se fueron enviando piezas más o menos complejas para su montaje en los talleres de la fuerza aérea en Bandung (cerca de Yakarta), en lo que luego sería la sede de la industria aeronáutica nacional Nurtanio, a la que hoy se denomina IPTN. Un total de 120 componentes de aviones C212 fueron enviados a Indonesia para su montaje posterior. Los aviones fueron entregados a 16 operadores civiles y militares de Indonesia y Tailandia.
 
Tras el éxito de fabricación y de ventas domésticas que el programa C212 tuvo en Indonesia, en octubre de 1979 se acordó crear entre CASA y Nurtanio la sociedad Airtech, para el desarrollo conjunto del avión CN235, más capaz y de generación más moderna que el C212. Este programa sirvió para desarrollar las capacidades de diseño y desarrollo de la industria aeronáutica indonesia. El nuevo modelo, fabricado en Sevilla y en Bandung, en vuelo desde 1983, se ha comercializado desde los dos países.
 
Finalmente, la voluntad de Indonesia de lograr una independencia industrial completa les movió en la década de los 90 a diseñar y certificar un avión propio, un aparato turbohélice regional de hasta 50 pasajeros denominado N250. Sin embargo, la crisis económica que sacudió Asia a finales de esa década, y que afectó con especial intensidad a la propia Indonesia, junto con la evolución del mercado de los aviones de transporte regional, con una tendencia a sustituir los turbohélices por reactores, este programa tuvo que ser cancelado durante el proceso de certificado del prototipo.
 
En el futuro, resulta evidente que la integración de CASA en la empresa europea de aeronáutica EADS abre nuevas posibilidades en el mercado asiático. Así, la oficina comercial de CASA en Australia ha sido adscrita a la de EADS en Canberra. Por el contrario, se ha mantenido la oficia de CASA-EADS en Corea del Sur, al estar dedicada fundamentalmente al apoyo de la flota de aviones existentes y a la campaña del Eurofighter en dicho país.
 
En la actualidad existen expectativas razonables de venta de nuevos aparatos en la zona. Así, en Malasia se está negociando una posible adquisición de diez C295, la nueva generación de avión de transporte desarrollado por CASA. Por su parte, en Tailandia se está negociando un posible contrato para la venta de seis C295, dos C212 y tres sistemas de misión sobre P3 Orion. En Taiwan hay una opción para la venta de 18 C295. Por otra parte, se están realizando gestiones comerciales de menor entidad para posibles ventas de aparatos a Brunei, Corea, Nepal y Pakistán.
 
Finalmente, dentro de las actividades de exportación del Eurofighter, el consorcio que lo fabrica ha repartido entre sus miembros la responsabilidad comercial en aquellos mercados donde gocen de mayor credibilidad. En la zona asiática, CASA es el líder de la campaña en Corea, con un objetivo de venta de 40 aviones por un valor de 4 millardos de dólares y con una opción a ampliar el programa a otros 40 aparatos. CASA-EADS será también responsable de la gestión comercial en Tailandia cuando se abran las negociaciones con este país.
 
En definitiva, existe por parte del subsector aeronáutico español una importante experiencia de varias décadas de presencia en el mercado asiático, en el que ocupa un lugar destacado en el nicho de aviones de transporte. Las expectativas de futuro pasan no sólo por mantener esa presencia mediante la comercialización de sus nuevos productos, sino también por abrir nuevos mercados a otros campos, como puede ser el de los aviones de combate, tras su participación en Eurofighter y su reciente integración en EADS.
 
Sector Naval
 
Un segundo sector que ha realizado algunos contratos relevantes en la zona es el naval. Para este sector es claro además que Asia tiene un creciente interés ante el gran desarrollo experimentado en los últimos años por diversos países de la zona, así como por la creciente demanda de plataformas navales que se está produciendo en el área.
 
Dos tendencias son las determinantes en esta demanda creciente. Por un lado, se consolida la tendencia de ventas de productos altamente sofisticados y tecnológicamente avanzados, como submarinos o fragatas de nueva generación, para los que no resulta posible o rentable la construcción local. Por otro, se incrementa la transferencia de tecnología y la venta de materiales, equipos y asistencia técnica para aquellos programas susceptibles de desarrollarse localmente o con diversas fórmulas de cooperación.
 
La antigua Bazán, hoy trasformada en Izar tras su fusión con Astilleros Españoles, es la empresa que más relaciones ha mantenido con clientes asiáticos en los últimos años.
 
Sin duda el contrato estrella logrado por nuestro sector en el área lo constituye la venta en 1992 del Portaaviones Chakrinaruebet que fue posteriormente completado con un segundo contrato en 1995 para el sistema de combate, la ILS y otras opciones complementarias. En ese paquete se incluyó también la venta de la primera flota de aviones Harrier que había operado nuestra Armada. Actualmente, Izar está participando en un concurso internacional para la construcción local de dos OPV´s, número que podría aumentar en el futuro. Hay también interés en un posible programa futuro de submarinos.
 
Con Filipinas ha habido una intensa relación que culminó en 1992 con la firma de un primer contrato de tres patrulleras tipo CORMORAN, pero que no llegó a ejecutarse por problemas de endeudamiento. Actualmente hay un nuevo contrato firmado con la municipalidad de Puerto Princesa de doce lanchas SAETA. En el futuro hay un gran interés por parte de nuestra industria naval sobre la puesta en marcha definitiva del programa de modernización de las Fuerzas Armadas filipinas, un plan que incluía en su seno la adquisición de diversos tipos buques a lo largo de los próximos quince años.
 
Por su parte, el astillero español RODMAN ha firmado muy recientemente un contrato para el suministro de diez patrulleras de 30 metros a la Armada filipina para la vigilancia de costas.
 
En el resto de países de la zona no existe experiencia comercial previa, pero se mantienen distintas conversaciones a efectos de lograr la participación española en diversos programas. Así, en India, Izar mantiene relación con los principales astilleros locales para lograr impulsar algún programa de cooperación tanto en la participación de la empresa española en la construcción del futuro portaaviones como diseñadores de la parte propulsiva y como constructores y montadores del mismo. Hay también interés en lograr un contrato para la transferencia de tecnología y un paquete de materiales para la construcción de seis submarinos SCORPENE. Por último, existe también un gran interés por participar en un futuro programa de cazaminas.
 
Con Singapur se está trabajando en un posible contrato, en un programa aún muy incipiente, para la construcción de 3 ó 4 submarinos en colaboración con el astillero francés DCN.
 
Por su parte, en Corea del Sur, tras el fracaso de una tentativa de colaboración para la construcción local de tres submarinos que finalmente fue adjudicado a la alemana HDW, se está en perspectiva de poder ofertar la nueva fragata F-100 y un buque LPD.
 
Finalmente, en Malasia Izar está negociando un programa para la construcción de dos submarinos junto a la francesa DCN, así como la adjudicación en un programa de buques LPD previsto para final de este año. En Indonesia habría también interés en la adjudicación de un posible buque hidrográfico.
 
El sector electrónico
 
El sector electrónico español tiene una proyección exterior más reciente que el aeronáutico, pero se trata sin duda de un subsector emergente en nuestra industria de defensa que viene haciendo esfuerzos de penetración en el mercado asiático desde hace una década. En este sentido, se puede decir que INDRA ha desarrollado en los últimos diez años una actividad comercial más o menos intensa en Corea, China, Filipinas, India, Indonesia, Malasia, Pakistán, Tailandia y Singapur. En la actualidad se mantienen oficinas comerciales propias en Pekín, Seul y Manila, mientras que en el resto de los países se actúa a través de agentes comerciales.
 
Los campos en los que se han ofertado productos son radares tanto de defensa aérea como de infantería, sistemas de guerra electrónica, simuladores, dirección de tiro para carros, visión térmica, mando y control y comunicaciones por satélite.
 
Hasta la fecha son escasos los contratos que se han llegado a materializar y la mayor parte de ellos tienen que ver con sistemas de tráfico aéreo y simuladores de vuelo, destacando en especial los contratos logrados en China en estas áreas. Sin embargo, las perspectivas de futuro son positivas. Por un lado, la intensa actividad comercial desarrollada por INDRA en la zona deberá empezar a dar sus frutos a corto plazo. Por otro, existen varios programas que fueron retrasados como consecuencia de la crisis pero que pueden ser reactivados en pocos meses. En algunos de esos programas existen opciones razonables de éxito para empresas españolas. Finalmente, el desarrollo de nuevos productos por parte del subsector electrónico español y la fuerte demanda de estos sistemas por parte de los países asiáticos nos hacen ser moderadamente optimistas para el futuro.
 
Armamento Terrestre
 
Existen algunos antecedentes de venta de armas ligeras y municiones a países de la zona, destacando en este sentido las ventas del lanzagranadas C-90 fabricado por la compañía española INSTALAZA a Malasia. Sin embargo, no disponemos de información sobre otras operaciones recientes.
 
En esos momentos hay también una oferta de la compañía hispano-austriaca ASCOD para la venta de un vehículo blindado con cañón de 105 mm a la Infantería de Marina tailandesa, pero hasta la fecha no hay decisión tomada.
 
Líneas de acción para el futuro
 
A pesar de que la facturación real de nuestras empresas de defensa en el mercado asiático ha sido hasta la fecha muy reducida, salvo quizá para el subsector aeronáutico y más recientemente el naval, la intensa actividad comercial en la zona desplegada por nuestras industrias en la última década demuestra, por un lado, la vitalidad y la voluntad de internacionalización de nuestro sector defensa y, por otro, el creciente interés que el mercado asiático tiene para nuestras empresas.
 
Las previsiones de futuro son por todo ello optimistas. La demanda de sistemas de defensa cada vez más avanzados tecnológicamente, junto con un creciente mercado de componentes, materiales, subsistemas y tecnologías, hacen del mercado asiático uno de los más interesantes de cara al futuro. Por otro lado, y a pesar de la escasa entidad de nuestra industria de defensa nacional en proporción a otros socios europeos como Francia, el Reino Unido o Alemania, el porcentaje de ventas de nuestras empresas a Asia está aún muy por debajo de nuestra participación en el conjunto del mercado internacional de defensa. Todo apunta, por tanto, a que en los próximos años habrá un crecimiento significativo de los contratos firmados por empresas españolas con los países asiáticos. Es más, si fuéramos capaces de adoptar una estrategia decidida, España cuenta con algunas ventajas que pueden si saben aprovecharse podría propiciar un rápido crecimiento de nuestra presencia en la zona.
 
La integración de nuestra industria de defensa en Europa puede contribuir de manera muy significativa a superar los dos grandes handicaps que nos han impedido hasta ahora aumentar nuestros intercambios comerciales en la zona dentro de sector defensa. Por un lado, el establecimiento de un marco de relaciones políticas y comerciales más global que permitan sustentar ese comercio. Por otro, una confianza tecnológica que España por si sola no podría alcanzar más que a muy largo plazo.
 
Vender armas no es lo mismo que vender lavadoras. La exportación de sistemas de defensa necesitan de un marco de confianza de relaciones políticas y tiene a su vez unas implicaciones estratégicas que deben ser contempladas. España ha entendido que en un mundo crecientemente globalizado nuestra política exterior no puede desentenderse de una zona que acumula más de la mitad de la población mundial y la cuarta parte del PIB. Asia se ha constituido así en la nueva frontera de la política exterior española.
 
El problema es que no sólo España, sino el conjunto de la Unión Europea resulta prácticamente irrelevante en términos políticos, diplomáticos y estratégicos frente a la presencia y la proyección de los Estados Unidos, especialmente si nos referimos a cuestiones militares. Hay ejemplos de empresas españolas que han perdido contratos en el área frente a compañías norteamericanas, a pesar de haber presentado mejor oferta a un precio más competitivo, simplemente como consecuencia del dominio estratégico que Estados Unidos ejerce en la zona.
 
Esta abrumadora superioridad norteamericana, que no se justifica sólo por su pertenencia a la cuenca del Pacífico ni a la lejanía geográfica de Europa, explica en buena medida porque las grandes empresas estadounidense de armamento han copado prácticamente el emergente mercado asiático en los últimos años. No será posible que Europa pueda aumentar de forma relevante su participación en este mercado sino logra previamente fortalecer sus relaciones políticas, diplomáticas e incluso militares con los países del área.
 
España presenta algunas ventajas competitivas para fortalecer esas relaciones políticas frente a otros socios europeos. Por un lado, España no ha sido, salvo en el caso de Filipinas, potencia colonizadora en la zona. Esto significa una desventaja inicial, en tanto que esa presencia colonial ha permitido un mejor conocimiento del área y el establecimiento de unas relaciones más intensas. Pero al mismo tiempo, la presencia colonial ha dejado recelos históricos que no resultan favorables para determinados tipos de relaciones, en especial en aquellas, como es el caso de la venta de armas, que puedan generar nuevas dependencias estratégicas de las ex-colonias respecto a sus antiguas metrópolis. Unas relaciones más intensas por parte de España partirían de la presunción de igualdad y carecerían de prejuicios históricos negativos.
 
En esta misma línea, la cooperación con España encaja mejor en las llamadas relaciones sur-sur que tratan de impulsar algunos países de la zona, en particular el presidente Mahatir de Malasia. Estos líderes buscan establecer lazos políticos y relaciones económicas al margen de las potencias dominantes en la zona, en particular de Estados Unidos. España tiene una imagen que se acepta mejor en ese marco de relaciones sur-sur que en el caso de otros países europeos.
 
Por último, las intensas relaciones de todo tipo que España mantiene con Iberoamérica pueden constituir, si se sabe aprovechar a fondo, la principal baza española para introducirse en la gran cuenca Asia-Pacífico. La creciente presencia inversora de España en los países iberoamericanos junto a dinámicas relaciones comerciales de algunos de esos socios iberoamericanos en el área del Pacífico, puede suponer una importante presencia final de nuestras empresas en Asia a través de la triangulación con Iberoamérica. Por otro lado, nuestra presencia política en Iberoamérica hace que en esas relaciones sur-sur a las que nos referíamos en el punto anterior, España pueda encajar de alguna medida por esta dimensión americana.
 
En cualquier caso, ya sea en su proyección iberoamericana o en su dimensión europea, parece claro que nuestra presencia en el mercado de defensa asiático deberá realizarse con instrumentos más sofisticados e imaginativos que la mera venta directa de sistemas de armas. El elevado grado de industrialización de muchos países de la zona y su progresivo desarrollo tecnológico hace que la futura presencia de nuestro sector de defensa tenga que realizarse más por el establecimiento de relaciones estratégicas entre subsectores, la puesta en marcha de proyectos de cooperación conjuntos, las transferencias de tecnología o la participación en los mercados secundarios de componentes y subsistemas. La venta directa de ventas de sistemas sólo tendrá sentido cuando se trate de sistemas tan avanzados que hagan imposible o sumamente costoso la puesta en marcha de otras alternativas de cooperación.
 
Los sectores en los que España debería hacer un mayor esfuerzo serían los subsectores aeronáuticos, naval y electrónico. En todos ellos, quizá en menor medida en el caso del naval, es importante destacar que la presencia ha de producirse simultáneamente en los sectores civiles y militares. Así, los sistemas de control aéreo, los simuladores o los aviones de transporte son equipos duales que tiene una clara demanda de futuro tanto en el sector civil como en el militar. En este sentido, la presencia del sector defensa será cada vez más difusa en relación con la presencia de las mismas empresas en otros sectores civiles.
 
La industria de defensa puede actuar de esta forma como una punta de lanza para la penetración de España en los mercados asiáticos y para incrementar de esta forma las relaciones económicas con la zona. En la actualidad sólo el 6% de las exportaciones españolas se dirigen a la región Asia-Pacífico y únicamente el 13% de las importaciones provienen de ese continente. A pesar de esa cifra reducida, lo cierto es que el comercio con Asia supone el 37% de nuestro déficit comercial total. En esta situación, es indiscutible que cualquier venta de sistemas de defensa a países asiáticos por parte de nuestra industria de defensa puede contribuir, aunque sea en pequeña proporción a equilibrar en mayor medida nuestra deteriorada balanza comercial con Asia y puede suponer además un aumento importante, en términos cualitativos, de nuestras relaciones económicas con la zona.
 
El sector de defensa español está haciendo un esfuerzo especial en los últimos años por lograr una mayor presencia en el segundo gran mercado de armas del mundo. La integración de nuestra industria en una base europea más amplia y poderosa puede contribuir significativamente a lograr este objetivo. España cuenta además con algunas oportunidades estratégicas, principalmente nuestra posibilidad de triangulación con Iberoamérica para incrementar nuestra presencia en el área Asia-Pacífico, que deben ser aprovechadas. La política exterior española ha puesto además un nuevo énfasis en Asia que permitirá ir desarrollando una relación política más intensa que sustente una futura intensificación de nuestras relaciones industriales en un campo tan sensible como es la producción de armas.
 
La industria de defensa puede actuar así como un instrumento cualitativo de penetración en el mercado asiático para otros bienes y servicios de uso civil, pero que incluyan un importante componente tecnológico. Por todo ello, porque existen nuevas oportunidades, merecería la pena no sólo que nuestro sector mantuviera a largo plazo el esfuerzo comercial que viene realizando en la zona, sino que hubiera un mayor amparo institucional y político a todas estas acciones. El resultado final no puede ser otro que el de la consolidación y crecimiento de sectores estratégicos de nuestro tejido industrial, la potenciación de unas relaciones económicas equilibradas con el área donde previsiblemente se puede producir un mayor crecimiento de la economía mundial y el fortalecimiento de nuestras relaciones políticas y militares con Asia, una de las áreas más dinámicas estratégicamente en este inicio de siglo.