Guerras justas e injustas

por Florentino Portero, 16 de enero de 2002

(Del libro Guerra, política y moral de Michael. Barcelona, 2001. 166 págs. Guerras justas e injustas de Michael Walzer. Paidós. Barcelona, 2001. 448 págs. Editorial Anagrama. Barcelona, 2002. 200 págs.
Publicado en El Cultural, 16 de enero de 2002)
 
Para los europeos del siglo XXI la guerra resulta repugnante, una expresión de lo peor de la condición humana, donde las pasiones se desatan, personas inocentes sufren y bienes de todo tipo son destruidos. Sin embargo, el nivel de civilización al que hemos llegado, ese que nos hace rechazar  la guerra, ha sido posible gracias al uso de la fuerza. España no sería lo que es si no nos hubiéramos levantado contra los franceses proclamando nuestra independencia, nuestra voluntad de ser. Nuestro régimen liberal no se hubiera podido consolidar sin las sucesivas guerras carlistas, enfrentamientos civiles entre defensores y detractores del Antiguo Régimen. En el continente la guerra fue el instrumento del que se valieron nuestros vecinos para derrotar al imperialismo nazi-fascista. Con posterioridad la amenaza de llegar a la guerra, superando incluso el umbral nuclear, fue la clave de la contención del imperialismo soviético. La guerra es algo rechazable, pero necesario. Hay situaciones en las que el uso de la fuerza resulta justificable y obligado para garantizar la soberanía o la seguridad de los estados.
 
Pero el problema no acaba ahí. Las naciones democráticas no pueden actuar, y menos aún cuando se ejerce la fuerza, sin justificar moralmente cada uno de sus actos. Iniciada una guerra es necesario explicar cómo y por qué se planifican las operaciones, en qué medida se expone la vida de los soldados propios y ajenos y de la población civil. Finalizadas las hostilidades se planteará el problema de la reconstrucción política y económica del país que ha sufrido el conflicto...
 
La guerra tiene un aspecto bélico, regido por lo que hemos dado en llamar ciencia militar, pero es también un hecho cultural, pues la conducción de las operaciones deberá plegarse a los valores de cada sociedad o correr el  riesgo de producir un efecto boomerang de consecuencias auto-destructivas para el vencedor.
 
Las recientes campañas de Kosovo y Afganistán son excelentes ejemplos de lo que acabamos de apuntar. En ambos casos se ha producido un intenso debate político y social sobre la conveniencia y legitimidad de participar y acerca de la conducción de las operaciones. Es algo natural, expresión de nuestra forma de entender la democracia. Para profundizar en su análisis la editorial Paidós ha tenido el acierto de encargar a Rafael Grasa la edición en castellano de dos obras de Michael Walzer, profesor del célebre Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princenton y uno de los referentes clásicos en el estudio sobre guerra y moral.
 
En Guerra, política y moral el lector encontrará una interesante introducción de Grasa a la personalidad y al conjunto de la obra de Walzer, seguida de una antología de textos breves. Sobre el tema que nos ocupa quisiera destacar uno de ellos, “Política y moral en Kosovo”, una joya en la que el autor trata de los problemas morales que plantea el rechazo a asumir riesgos por parte del atacante, un tema también estudiado por Michael Ignatieff en su Virtual War. Kosovo and beyond (2000)
 
La segunda de la obras, Guerras justas e injustas, es sencillamente un clásico. Walzer  responde al estereotipo de intelectual  judío de izquierdas, crítico con el sistema y apreciado entre sus colegas europeos. En este libro, analiza con solidez y responsabilidad los elementos fundamentales del debate desde una doble perspectiva moral e histórica. Las dudas surgen por doquier cuando de los principios se pasa a la práctica y es que una de las características del tema que nos ocupa es su complejidad y elevada casuística. Valgan algunos ejemplos. Es evidente que hay situaciones en las que una actuación sin haber mediado una agresión puede evitar la pérdida de muchas vidas, pero resulta difícil establecer un código de conducta pormenorizado sobre cuándo se puede ejecutar y cuándo no un ataque preventivo. La sociedad europea es especialmente sensible a la suerte que puede correr la sociedad civil en un conflicto. Esa expresión de moralidad se convierte en manos de una potencia enemiga menos sensible en una ventana de oportunidad, situando sus arsenales de armas de destrucción masiva o sus centros de mando y control en los bajos de zonas residenciales o de edificios con valor arquitectónico o religioso.
 
Estamos ante un libro de lectura obligada para aquellas personas interesadas en el análisis de los aspectos morales de la conducción de la guerra. Un libro crítico, inteligente y documentado, donde las dudas y los matices se convierten en el eje de un debate complejo pero necesario.
 
Florentino Portero