Fin del periplo de IU por Colombia

por Eduardo Mackenzie, 7 de febrero de 2010

La falsa delegación parlamentaria española que estuvo en Bogotá, Cali y Medellín en estos días salió furiosa de su patético viaje. Las frases  incendiarias lanzadas por los viajeros de Izquierda Unida el 3 de febrero pasado, al final de su “misión calibradora de derechos humanos”, muestran que no todo les salió como querían. A falta de funcionarios de alto rango, tuvieron que consolarse con un encuentro con el embajador de su propio país. Ellos aspiraban a ir al Palacio de Nariño a recitar sus monsergas e insultos habituales contra el presidente Álvaro Uribe pero éste no los recibió: mal podía él perder su tiempo ante esperpentos de esa clase.
Como en España no toman en serio a Izquierda Unida -gran defensora de tiranos como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales- sus jefes inventan viajes para que la prensa extranjera dé algo de eco a sus amalgamas y amenazas. Esos viajes de turismo revolucionario devienen así, al final, en tristes mascaradas.
IU es la formación política marginal heredera del Partido Comunista de España (PCE). Ella representa una ideología criminal con un pasado atroz: la mayor empresa de destrucción de los derechos humanos que la civilización haya tenido que soportar en toda su historia. En el caso español, el PCE participó en los terribles crímenes cometidos en los años treinta, que costaron la vida a miles de personas en la época del "Terror Rojo", a partir de 1936.
Aún así, el neo comunismo tiene el cinismo de querer erigirse en perito en derechos humanos. Pero con tales antecedentes nadie les cree. Cuando se hace parte de una corriente que preconiza la violencia como una necesidad política, de un sistema que llevó a la muerte a más de 120 millones de personas en el mundo, no se tiene la autoridad moral para vestir los hábitos de un juez de nada.  
Los políticos de IU fueron a Colombia a hacer lo único que saben hacer: poner barreras entre los pueblos. Aterrizaron en Bogotá  para lanzar mentiras enormes que perturban la aprobación del tratado de libre comercio entre Colombia y la Unión Europea. Tratan de ponerle zancadillas a “los mecanismos de cooperación establecidos entre España y Colombia”, como reveló un tal Francesc Canet. A lo que fueron es a azuzar a los senadores norteamericanos  que quieren abolir el Plan Colombia.
Esa visita, sin embargo, pudo haber tenido otros objetivos. ¿Qué relación hay entre ese curioso periplo y el reciente anuncio de que las FARC tratan de montar un acto propagandístico en Europa? ¿Aprovechó la misión de IU, o uno de sus miembros, para hacer empalmes disimulados con el movimiento terrorista, y  ese montaje en España, donde los pretendidos delegados no tendrían que hacerle frente a la muralla del idioma?.
Las declaraciones que lanzó la misión hacen pensar en eso. Son la copia exacta de las exigencias de las FARC: que el gobierno debe reconocer que hay “un conflicto social, político y armado interno", que "provoca una vulneración sistemática de los derechos humanos por parte de todos los agentes armados", que Colombia debe capitular ante la guerrilla, es decir pactar una “salida negociada al conflicto”; que en Colombia "no se respeta la independencia del poder judicial", etc.
En Colombia, habría que recordarlo una vez más, no hay un “conflicto armado”. Ningún sector de la sociedad está en guerra contra otro; el Estado no está en lucha contra la sociedad; Colombia no vive una guerra civil. Colombia es, en cambio, víctima de una agresión terrorista.
Una manera de respaldar las atrocidades que cometen las FARC es ocultarlas trasladando la culpa a “las partes en conflicto”. Es utilizar el eufemismo del “conflicto social, político y armado interno". Eso es lo que la misión de IU hizo. El documento que entregaron  dice, por ejemplo, que  “las mujeres y los niños son utilizados por las partes en conflicto”. No dijo que las FARC hacen eso sino que lo hacen “las partes en conflicto”. Todo el mundo sabe que no es el Estado colombiano quien secuestra y recluta niños para llevarlos a las emboscadas. Eso lo hacen, exclusivamente, las FARC y el ELN, quienes los explotan, además, para plantar minas antipersonales, hacer labores de inteligencia y  servir de esclavos de los jefes terroristas. Las fuerzas militares, por el contrario, rescatan a los niños combatientes y los entregan a los programas de rehabilitación.
Eso no lo reconoce la misión comunista española, pues la venda que se pusieron en los ojos antes de bajar del avión no les permitió ver la realidad. En esas condiciones sólo podían hacer lo que otros les habían fijado: repetir las cantilenas de turno, aprendidas a rajatabla como exigen los manuales de agitación y propaganda de IU. Los métodos inventados por las buenas almas de Lenin, Stalin y Brezhnev no se olvidan fácilmente, y los comunistas españoles aún las recuerdan de los años en los que el PCE asesinaba en su nombre.