El fracaso del multiculturalismo

por GEES, 16 de febrero de 2011

(Editorial en Por tierra, mar y aire, 13 de diciembre de 2010 esRadio)
 
Por fin, con retraso, pero con la evidencia de la experiencia, los gobernantes europeos admiten cada vez más claramente, el fracaso del multiculturalismo en nuestras sociedades. Tras Merkel, ha sido Cameron quien ha levantado acta de defunción de una forma de entender la inmigración, equivocada por varias razones.

En primer lugar, el multiculturalismo arroja al inmigrante a un mundo de miseria. Quien viene a España huyendo de la pobreza, lo hace en busca de las oportunidades que les ofrece una sociedad de libre circulación de personas y mercancías, pero con la política multicultural acaba encerrado en comunidades islámicas apartadas de la sociedad y de las oportunidades que ésta ofrece a quienes se integran.

En segundo lugar, la política del multiculturalismo encierra al inmigrante en un mundo cerrado y dominado por oscuros y radicales imanes, que acaban sometiéndolo a las rígidas y despóticas leyes de la sharía, aplicada de espaldas a la ley y con gran violencia psicológica y social.

En tercer lugar, el multiculturalismo crea un problema de seguridad ciudadana, al constituirse ghettos que van progresivamente quedando al margen del Estado de Derecho y de las fuerzas de seguridad, creciendo el número de actividades delictivas y arruinando barrios enteros de nuestras ciudades.

En cuarto lugar, la práctica totalidad de las mezquitas y lugares de reunión islámicas están en manos de imanes radicales, que fomentan el odio a Estados Unidos, Israel, occidente y el cristianismo, y que en nombre del multiculturalismo son permitidas e incluso financiadas con dinero público.

En quinto lugar, la frustración de ver destrozadas sus expectativas, la ausencia de legalidad en comunidades cerradas, y el adoctrinamiento islamista, acaban empujando a muchos jóvenes musulmanes a colaborar con las redes terroristas, implicándose tanto en atentados en Europa como viajando en Irak o Afganistán para morir matando.

En sexto lugar, la aparición de comunidades hostiles al régimen democrático y al ethos cultural occidental, suponen un problema para la paz social, para la cohesión de las naciones europeas y para la viabilidad futura de sus instituciones.

El multiculturalismo ha muerto porque no ha funcionado nunca. Porque sumerge al inmigrante en la pobreza. Porque lo somete al despotismo islámico. Porque arruina la seguridad en barrios enteros. Porque aumenta el radicalismo islamista. Porque es caldo de cultivo del terrorismo. Y porque pone en peligro nuestro modo de vida, que es el que atrae a millones de inmigrantes a vivir aquí. Porque, en fin, el multiculturalismo era y es una pésima idea.