Donde los políticos hablan de Dios y donde no hablan de Él

por Jeff Jacoby, 21 de diciembre de 2007

(Publicado en The Boston Globe, 5 de diciembre de 2007)

A lo largo de los cuatro años de Mitt Romney como gobernador de Massachusetts, sus creencias religiosas nunca fueron un problema. Para cualquiera que tema que un mormón elegido para un alto cargo administre mal en algún sentido su posición por razones teológicas, el historial de Romney como gobernador ofrece pruebas evidentes de que tales preocupaciones son infundadas.
 
Pero el prejuicio con la religión de los demás no se rinde tan fácilmente a la prueba empírica, y la campaña de Romney para presidente ha tenido que hacer frente desde el principio a una desventaja que no afronta ningún otro candidato: más del 25% de los americanos dice que no votaría a un mormón.
 
'Estoy sorprendido por la cantidad de personas que conozco que no votará a Mitt Romney debido a su mormonismo', me decía por correo electrónico un amigo mío, un cristiano conservador del sur. 'Mi esposa, por ejemplo. Dice, 'cualquiera dispuesto a creer cosas tan demenciales como las cosas en las que creen los mormones, no puedo confiar en su juicio'. Yo le recordé que nosotros creemos en un hombre que fue rescatado de entre los muertos, que nos viene a ver todas las semanas bajo el aspecto de pan y vino, y que nos lo comemos. 'Eso es diferente', decía ella'.
 
Parece claro que Romney no seguirá el ejemplo de John F. Kennedy [ http://www.presidency.ucsb.edu/ws/index.php?pid=25773 ], que se ocupó del 'tema católico' en 1960 diciendo en esencia que si salía elegido presidente, dejaría sus opiniones religiosas fuera del Despacho Oval. Romney no solamente es demasiado devoto de su fe para minimizarla de esa manera, como observaba el lunes en New Hampshire [ http://blogs.abcnews.com/politicalradar/2007/12/romney-im-not-g.html ], 'esa fe ha desaparecido de muchos ámbitos de la escena pública”.
 
Pero el ex gobernador podría querer citar la advertencia de JFK sobre el riesgo de imponer una prueba religiosa oficiosa a los aspirantes. 'Mientras que este año podría ser un católico a quien señalan los dedos de sospecha', decía Kennedy, 'otros años ha sido, y podría ser de nuevo algún día, un judío -- o un cuáquero -- o un unitario -- o un baptista... Hoy puedo ser la víctima yo -- pero mañana puede serlo usted”.
 
Fue el domingo que la campaña de Romney anunciaba [ http://www.mittromney.com/News/In-The-News/CBS_Religion_Speech ] el próximo discurso, diciendo que el candidato discutiría cómo 'su propia fe influenciaría su presidencia si sale elegido'. El mismo día en Gran Bretaña, al mismo tiempo, la BBC emite una entrevista con el ex primer ministro Tony Blair [ http://news.bbc.co.uk/player/nol/newsid_7110000/newsid_7111600/7111652.stm?bw=bb&mp=wm&asb=1&news=1&bbcws=1 ], que decía que su religión cristiana había sido 'enormemente importante' [ http://www.timesonline.co.uk/tol/news/politics/the_blair_years/article2937089.ece ] para él durante sus 10 años en el poder -- pero que se había sentido obligado a mantenerla en secreto por temor a ser visto como un chiflado.
 
'Es difícil hablar de fe religiosa en nuestro sistema político', decía Blair. 'Si usted se encuentra en el sistema político norteamericano... puede hablar de fe religiosa y la gente dice, 'Sí, eso es suficiente', y es algo a lo que responden de manera bastante natural. Hable de ello en nuestro sistema y, francamente, la gente sí piensa que eres un tarado“.
 
Aparentemente eso es más de lo que Blair está dispuesto a arriesgarse. El miedo a ser visto de manera ridícula fue el motivo de que su secretario de prensa hubiera balbuceado, 'No hablamos de Dios', cuando un reportero norteamericano preguntó al primer ministro por sus opiniones religiosas en el 2003. Fue el motivo de que los consejeros de Blair se opusieran con vehemencia cuando él quería finalizar un discurso televisivo la víspera de la guerra de Irak con las palabras 'Que Dios os bendiga'. Los presidentes americanos invocan de manera rutinaria la bendición de Dios a la nación, pero los consejeros de relaciones públicas de Blair le advirtieron [ http://www.telegraph.co.uk/news/main.jhtml?xml=/news/2003/05/04/nblair04.xml ] de ofender 'a personas que no quieren párrocos que les obligan a tragar cosas'. (Blair informó a sus publicistas que eran 'el pelotón más ateo', pero cedió a su exigencia y puso fin al discurso con un blando 'gracias').
 
Según los estándares americanos, es sorprendente que un primer ministro sea incapaz de reconocer tomarse en serio el cristianismo sin provocarse daños políticos.
Sorprendente, y terriblemente triste. Más que un océano separa a Estados Unidos de su país nodriza y de gran parte de Europa Occidental. Aquí, donde cualquier establecimiento oficial de la religión está prohibido por la Constitución, las creencias religiosas florecen y todo candidato presidencial se identifica como creyente. Al otro lado del charco, donde una forma de cristianismo ha sido la religión establecida de manera oficial durante siglos, la Iglesia se ha convertido en un cascarón hueco y un político no puede 'hablar de Dios' sin ser ridiculizado por su irracionalidad.
 
Mitt Romney sabe que su discurso no va a ganarse a todos los votantes que están inquietos ante la perspectiva de un mormón en la Casa Blanca. Parte del prejuicio anti-mormón [http://modern-persecution.wikidot.com/mormons] podría estar demasiado encajado para ser extirpado mediante la razón. Pero el hecho mismo de que Romney tenga que pronunciar un discurso y de que atraiga una atención tan respetuosa y cercana es una indicación de la excepcional naturaleza de América.