Cristina y Néstor tratan de fundar la dinastía Kirchner

por Pedro Fernández Barbadillo, 6 de septiembre de 2007

La idea monárquica es tan fuerte como organizadora de los Estados que ni las repúblicas centenarias se escapan a ella. En América, continente que representó su ruptura con Europa mediante la proclamación de repúblicas en las que se trató de erradicar toda huella de aristocratismo, es muy habitual la formación de dinastías políticas. Salvador Allende provenía de una familia con numerosos políticos en ella, tradición que se mantiene. La mujer del ex presidente chileno Eduardo Frei Ruiz-Zaldívar, Marta Larraechea, se presentó a las elecciones a la alcaldía de Santiago; y la esposa del actual alcalde, Joaquín Lavín, es concejal de uno de los barrios de la capital. Si Hillary Clinton ganase la nominación a la presidencia de Estados Unidos y luego las elecciones de 2008, la primera potencia del mundo habría estado gobernada por dos familias, los Bush y los Clinton, desde 1988. En Corea del Norte se ha producido la mayor aberración del derecho constitucional: una monarquía comunista. Kim Il Jong sucedió a su padre Kim Il Sung en 1994.
 
La realidad de un presidente que comparte el poder con su esposa a la manera de un rey francés con su amante comenzó con el argentino Juan Domingo Perón. Las dos esposas de éste, Eva Duarte y María Estela Martínez, ocuparon importantes cargos a su sombra. En las elecciones de 1973 se presentó la candidatura Perón-Perón para la presidencia y la vicepresidencia de la república: acompañaba al general su mujer. Más del 60% de los argentinos votaron al matrimonio. Y cuando Juan Domingo Perón murió en 1974, le sucedió su esposa, hasta que fue derrocada por los militares en marzo de 1976. Ahora, de otra manera más sutil, otro matrimonio peronista trata de repartirse la presidencia argentina como si se tratara de un bien ganancial. En julio, la senadora Cristina Kirchner presentó su candidatura a las elecciones presidenciales del 28 de octubre, y dispone de las mayores posibilidades para ganar; la duda es si conseguirá la elección en la primera vuelta o en la segunda.

El país que deja Kirchner
 
Las elecciones presidenciales de abril de 2003 se celebraron después de dos años largos de crisis política y recesión económica en los que Argentina asombró al mundo por el desorden en que cayó. Un país hasta entonces elogiado por su apertura económica y sus compromisos internacionales tuvo en menos de un mes, entre diciembre de 2001 y enero de 2002, tres presidentes. Una revuelta dirigida por los peronistas, aprovechando el descontento popular, expulsó del poder al presidente electo Fernando de la Rúa; se derogó la convertibilidad (cambio oficial de un peso argentino por un dólar norteamericano); se suspendió el pago de la deuda externa; se congelaron los depósitos bancarios que tenían miles de ciudadanos en dólares; y decenas de miles de personas huyeron del país a España[1], Italia o Estados Unidos, muchos de los cuales no piensan regresar.
 
Los datos macroeconómicos son impresionantes. La recesión, que duró cuatro años, registró una contracción acumulada del PIB del 8,4% y una contracción de la demanda interna de un 17% anual. En 2002, salieron de Argentina 13,5 mil millones de dólares, el 16% del PIB[2]. El desempleo y el subempleo afectaron a casi cinco millones de personas. El riesgo país fue el más alto de la historia de Argentina. La clase media quedó destruida, con más de la mitad de la población sumida en los índices de pobreza. Y la delincuencia se ha disparado.
 
La primera tarea de Kirchner era la de terminar la recesión. Al final de su mandato éste es el balance que presenta y que ofrece muchas similitudes con su amigo el socialista español José Luis Rodríguez Zapatero.
 
1.      Economía: La crisis ha acabado. La economía crece desde hace más de 50 meses, a tasas anuales superiores al 7% y al 8%, pero se trata de un crecimiento frágil, pues se basa en el consumo interno, que hasta ahora estaba paralizada, y en la alta demanda por Occidente, China, Japón y otros países de sus productos agroprecuarios y materias primas. Argentina sólo exporta carne, soja, maíz, petróleo, gas natural, trigo... La supresión de la convertibilidad impulsó la industria local, pues se produjo una sustitución de productos importados, hasta entonces más baratos, pero la mayoría de estos bienes no se exportan. La marcha de la economía está amenazada por la inflación, que es superior a los datos oficiales (el Gobierno ha manipulado los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos[3]) y está impulsada por el gasto público del Gobierno federal en estos meses previos a las elecciones, y por el tipo de cambio del dólar estadounidense, favorable a las exportaciones.
 
2.      Intervencionismo: A Argentina le cuesta encontrar inversores extranjeros porque Kirchner dirige una renacionalización de los sectores liberalizados en la década de los 90. Por un lado, la Administración está fundando o reactivando empresas públicas y, por otro lado, el Gobierno federal impide la subida de las tarifas a las empresas de servicios (agua, gas electricidad, combustibles), casi todas extranjeras, y muchas de ellas españolas. En los últimos meses, y para controlar la inflación, Kirchner no ha vacilado en imponer controles a la exportación de productos como la carne[4] (fijados en marzo de 2006 y prorrogados desde entonces), con lo que reduce los ingresos de los ganaderos y la Hacienda, impide su funcionamiento de las empresas y les hace perder mercados. En los planes de renacionalización destaca YPF, la petrolera que compró Repsol en 1999 con la aprobación de Ménem y del propio Kirchner, entonces gobernador de Santa Cruz, donde hay varios yacimientos de petróleo. Kirchner ha pedido ayuda a su aliado Rodríguez Zapatero para recuperarla[5]. Repsol ya ha anunciado la venta de casi la mitad del capital de YPF. Para hacer negocios en Argentina es imprescindible relacionarse con el presidente o con su camarilla. Por todos estos motivos, Kirchner se ha ganado el apelativo de “antimercado”[6] que le colgó el Wall Street Journal en septiembre de 2006.
 
3.      Política exterior: Desde Perón, la tentación argentina ha sido la de encabezar una especie de tercera vía. El radical Raúl Alfonsín y el peronista Ménem abandonaron esa pretensión y trataron de vincularse a Occidente. Ménem llegó a enviar tropas a la fuerza multinacional para liberar Kuwait. En este asunto, como en tantos otros, Kirchner ha hecho lo contrario que su antiguo mentor y, en consecuencia, ha devuelto el país al aislamiento[7]. Se negó a enviar tropas al Líbano como parte de la FINUL, pese a la petición del secretario general de la ONU y se ha enfrentado de manera estúpida con el presidente de Perú, Alan García, y con Uruguay a cuenta de un pleito internacional por la construcción de dos papeleras en territorio uruguayo. Kirchner se ha convertido en uno de los aliados del presidente venezolano Hugo Chávez[8]. A cambio de la compra por el Banco Central de Venezuela de bonos argentinos por importe de miles de millones de dólares, Argentina apoyó a Venezuela en su deseo de hacerse con un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU y propuso el ingreso de Venezuela en MERCOSUR. Kirchner está dotado de una facilidad para el exabrupto similar a la de Chávez; ha insultado, entre otros, a George Bush, al Gobierno de Finlandia y a los empresarios españoles. Kirchner ha colocado su país en una especie de limbo, tal como ha hecho Rodríguez Zapatero con España. Su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, ha enunciado como uno de sus objetivos en caso de que gane las elecciones de que Argentina “debe volver al mundo”[9], prueba de la situación real del país.
 
4.      Corrupción: En su Gobierno han estallado diversos casos de corrupción, que además se han concentrado en los últimos meses. En mayo, Kirchner destituyó al presidente del ente oficial Enargas, Fulvio Madaro, que depende del ministro de Planificación, Julio De Vido, y del gerente de Nación Fideicomisos, Néstor Ulloa, encausados por sobornos y sobreprecios pagados en las ampliaciones de los gasoductos Norte y Sur, en 2005. Y en julio destituyó a Felisa Miceli, ministra de Economía, en cuyo despacho había aparecido una bolsa con 64.000 dólares. En el proceso de investigación, la ministra trató de apoderarse de documentación policial. Al final, Kirchner la expulsó del Gobierno para no perjudicar la presentación de la candidatura de su esposa. El último caso de corrupción en el entorno dinástico estalló el 4 de agosto pasado, cuando la Aduana de Buenos Aires confiscó al empresario Guido Antonini Wilson un maletín con 800.000 dólares sin declarar; Antonini había llegado en un avión que trasladaba a directivos de la empresa petrolífera PDVSA -controlada por el Estado venezolano- y de Enarsa, empresa pública argentina. El presidente de PDVSA, Rafael Martínez, achacó el valijagate a la CIA, pero en Argentina las pesquisas van por otro lado: por ahora ya ha caído Claudio Uberti, mano derecha del ministro de Planificación Julio De Vido, uno de los cortesanos de los Kirchner. El candidato Roberto Lavagna ha afirmado que ese maletín forma parte del “financiamiento político que llega desde Venezuela a Argentina”[10] y del que se benefician los Kirchner y hasta las bandas de piqueteros.
 
5.      Autoritarismo: Los modos de los Kirchner son propios de déspotas. Arremeten contra todos aquéllos que no les aplauden: periodistas, empresarios, militares, obispos, políticos de la oposición, gobernadores, jueces... y hasta sus propios ministros. Al presidente le cuesta mantener la calma y los buenos modales en cuanto se le lleva en contraria, como han comprobado varias veces los empresarios españoles. No duda en levantarse en una reunión y marcharse. Los indicios de espionaje a periodistas y políticos de la oposición han sido abundantes en estos años. Ha usado, mediante subvenciones, los grupos de piqueteros para amedrentar a sus adversarios y controlar las calles. El Gobierno ha permitido a bandas de violentos el corte de las rutas y puentes en Gualeguaychú que unen el país con Uruguay como medida de presión en el conflicto de las papeleras. Otra muestra de este comportamiento impropio de un mandatario es su repetida ausencia de la exposición internacional de agricultura y ganadería que organiza la Sociedad Rural Argentina y a la que asistían los presidentes anteriores por la importancia del sector en la economía. La 121ª edición se inauguró el 26 de julio y, como se esperaba, Kirchner no fue para no tener que aguantar abucheos o malas caras; pero además, el secretario de Agricultura se marchó[11] del palco ante el discurso del presidente de la Sociedad Rural. De esta manera, por primera vez no hubo ningún representante oficial en la apertura de la feria. El ministro de Interior Aníbal Fernández, miembro conspicuo de la camarilla de los Kirchner, calificó al presidente de la Sociedad Rural de “representante de la derecha liberal angurrienta”[12]. Y Fernández no es una excepción en el Gobierno; el presidente calificó a los maestros que están en huelga en su provincia natal de Santa Cruz de “cobardes” y “patoteros”[13].
 
6.      Memoria histórica: Al igual que Rodríguez Zapatero, ha tratado de construirse una legitimidad superior y distinta a todos sus rivales, incluso dentro del Partido Justicialista. Ha promovido la anulación de las Leyes de Obediencia Debida y de Punto Final por el mismo Congreso y Tribunal Supremo que las habían aprobado y de los indultos que concedió Ménem a los miembros de las Juntas militares (aunque no al terrorista montonero Mario Firmenich). Ha destrozado por un lado la seguridad jurídica y por otra ha rehabilitado a los terroristas de los años 70. El Gobierno de Kirchner ha establecido una versión oficial de la historia reciente de Argentina: “Ahora, treinta años después de aquel 24 de marzo, la laboriosa desinformación mediática, el victimismo y la intencionada ocultación de los crímenes terroristas presentan la realidad de tal manera como si una secta sangrienta de militares de las tres armas, tal vez ebrios o drogados, hubiera salido a matar jóvenes muy de su casa y de sus estudios”[14]. Quien la discute se convierte en reaccionario, derechista o genocida. Muy útil para marcar y desprestigiar al adversario político, pero catastrófico porque divide a la sociedad.
 
7. Desabastecimiento energético: Pese al sobado calentamiento global, Argentina está sufriendo uno de los inviernos más extremos de las últimas décadas, agravado por la falta de energía. Desde mayo se sufren apagones en diversas ciudades, incluida Buenos Aires. Además, como el combustible (gasóleo, diesel y gasolina) escasea y se vende a precios fijos, ha surgido un mercado negro. Para aminorar la falta de gas natural, al Gobierno K no se le ocurrió otra idea que cortar el envío de gas natural a Chile varios días. La consecuencia ha sido que Chile ha aumentado el ritmo de sus proyectos de suministro energético, que le separan de Argentina, con lo que el sector argentino perderá un cliente y su Hacienda ingresos. El desabastecimiento no parece que vaya a ser pasajero, sino permanente. Debido a los controles impuestos por Kirchner, las empresas energéticas apenas invierten en la explotación de nuevos yacimientos. Dentro de unos años, Argentina podría convertirse en país importador de petróleo y gas natural[15] , a diferencia de Brasil, que consiguió recientemente la autosuficiencia[16] . Argentina tendría que abastecerse en un mercado internacional de precios altos, con la pérdida de sus reservas financieras, o confiar en la generosidad del imprevisible Chávez.
 
EL FRACASO DE LA OPOSICIÓN
 
En Argentina, la política es tan dura como en México. El vencedor suele aplastar a sus adversarios, tanto de fuera como de dentro del partido, y emplea la presidencia como un poder absoluto. Para cumplir sus planes cuenta con el apoyo entusiasta, que nunca falta, de jueces, senadores, diputados y gobernadores de provincia. La oposición suele desmenuzarse en numerosos grupos o personalidades, algunos de los cuales se ofrecen al nuevo poderoso.
 
El sistema de partidos argentino se hundió con la crisis económica de 2001. El modelo de partido hegemónico que encarnaba el PRI mexicano ha dado paso a un sistema basado en tres partidos y en el pacto. Sin embargo, en países como Argentina y Venezuela asistimos a la construcción de partidos hegemónicos organizados en tono a figuras caudillescas, como Néstor Kirchner y Hugo Chávez.
 
La segunda vuelta de las elecciones de 2003 estuvo a punto de librarse entre dos peronistas, el ex presidente Carlos Saúl Menem y el gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner. El Partido Radical, del derrocado Fernando de la Rúa, se desmoronó y aparecieron varios candidatos al margen de los partidos tradicionales. Desde entonces, la oposición está dividida. Los posibles candidatos son
 
Ricardo López-Murphy: Ex miembro de la Unión Cívica Radical y ministro de Economía con Fernando de la Rúa hasta que las protestas por un proyecto de recorte del gasto administrativo le obligaron a renunciar en marzo de 2001. Se presentó en 2003 a presidente y obtuvo un 18% de los votos. Es candidato por la plataforma PRO (Propuesta Republicana).
 
Elisa Carrió: Proviene también del radicalismo. En 2003 fue candidata y quedó quinta. Fundadora de Alternativa para una República Igualitaria (ARI). Se ha opuesto a medidas como el endurecimiento del Código Penal y las rebajas de sueldos a los funcionarios y ha promovida la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. En 2005 fue elegida diputada por la capital federal. Encabeza una coalición izquierdista en la que militan indigenistas, cristianos de base y ONG.
 
Carlos Ménem: Encabeza el peronismo disidente, junto a los ex presidentes Adolfo Rodríguez Saá y Ramón Puerta. Después de ser elegido dos veces en los 90, se presentó de nuevo en 2003 y quedó primero. Tiene 77 años de edad.
 
Roberto Lavagna: Candidato por Una Nación Avanzada. Fue ministro de Economía entre abril de 2002 y noviembre de 2005, con dos presidentes peronistas, en la peor etapa de la economía nacional. Se presenta como centro-progresista y cuenta con el apoyo del ex presidente radical Raúl Alfonsín.
 
Los grupos políticos, organizados más en torno a personalidades que a programas, no se ponen de acuerdo entre ellos, a la vez que tratan de fichar candidatos de otras corrientes para las gobernaciones de las provincias y los escaños de diputados y senador que también se elegirán en octubre
 
La única gran victoria de la oposición en el mandato de Kirchner fue el triunfo del empresario Mauricio Macri, presidente del club de fútbol Boca Juniors y dirigente del PRO, a la alcaldía de Buenos Aires. En la segunda vuelta de las elecciones, realizada el 24 de junio y en la que participó el 70% del censo, Macri recibió un 60% del voto, mientras que el candidato K, Daniel Filmus, se quedó en el 40%. Desde entonces, Macri se ha convertido en un príncipe al que todos, salvo Carrió, cortejan. Seguramente uniría en su candidatura a las demás, pero ¿abandonaría el puesto que acaba de ganar para competir en unas elecciones difíciles y quedarse sin nada en el caso de perder o preferirá esperar a 2011? El disgusto por la victoria arrolladora de Macri y la presencia de éste en los medios de comunicación hizo que el anuncio de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner se adelantase a mediados de julio, aunque coincidiese con los escándalos de corrupción y los efectos de la ola de frío.
 
El último indicio de la opinión de los argentinos serán las elecciones a gobernador de la provincia de La Rioja, puesto al que también se presenta el ex presidente Ménem, y que se celebrarán el 19 de agosto. Una nueva derrota de un candidato de los Kirchner, Jorge Yoma, conmocionaría a éstos e impulsaría a la oposición.
 
¿PUEDE GANAR CRISTINA?
 
La candidatura de Cristina Fernández de Kirchner no es una sorpresa, pues se habla de ella desde hace meses. A más de dos meses de las elecciones casi nadie duda de la victoria de esta mujer, que cuenta con todos los recursos del Estado para ganar. Su fin es conseguir la victoria en la primera vuelta, una legitimidad de la que careció su marido, pues éste obtuvo un 20% de los votos y fue proclamado presidente porque Ménem (23%) renunció a pasar a la segunda vuelta. Para la oposición sería una victoria que la cónyuge tuviera que esperar a los resultados de la segunda vuelta y que, además, se encontrase con una mayoría parlamentaria adversa que le obligase a negociar. Sin embargo, en Argentina una victoria electoral no garantiza la conclusión del mandato.
 
En sus declaraciones, la Kirchner se ha mostrado más exaltada y apasionada que Néstor. El primer país que escogió para presentarse fue España, a donde viajó a finales de julio, y aquí pronunció frases como: “La ecuación energética latinoamericana no puede cerrarse sin Bolivia y Venezuela. América Latina necesita a Chávez como Europa a Putin” y “Con la Eva con que me siento identificada es la Eva Perón del rodete y el puño crispado frente al micrófono. No con la Eva milagrosa con la que sí se identificaba más mi madre”[17]. La locuacidad y espontaneidad de los Kirchner convive con un experto el manejo de la imagen (como Rodríguez Zapatero). En Argentina sorprendió que el rey Juan Carlos interrumpiese sus vacaciones y la recibiese en Palma de Mallorca, prodigio que la prensa austral atribuye al embajador Carlos Bettini[18], viejo amigo de Cristina y que podría ocupar un cargo de ministro en su Gobierno.
 
En resumen, la política que cabría esperar de la senadora Cristina Fernández de Kirchner en caso de que ganase las elecciones a la presidencia es la misma que la de su marido: autoritarismo, populismo, intervencionismo... Argentina seguiría siendo un aliado discreto pero convencido de Chávez y las empresas españolas soportarían nuevos ataques y exacciones. La única corrección vendría de circunstancias externas, como el aumento del desabastecimiento energético o una crisis económica. Si su marido en los años 90 respaldó las privatizaciones de Ménem y persuadió a otros gobernadores para que facilitasen la venta de YPF y ahora ha convencido a gran parte de los argentinos de que él defiende el patrimonio nacional y que se opone al saqueo de los recursos nacionales, ella y su camarilla tratarán de adaptarse a los cambios que les sobrevengan.


[1] En 2004 se calculaba que en España residían entre 80.000 y 120.000 argentinos, de los que más de 40.000 estaban en situación irregular.
[2] El impacto de la crisis argentina sobre la economía española. http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/93/DT-12-2004-E.pdf
[4] http://es.noticias.yahoo.com/ap/20070804/tbs-ams-eco-argentina-campo-1f302bd_1.html.
[6] Editorial publicado en la edición de 20-9-2006. Un fragmento se puede leer aquí: http://www.cincodias.com/articulo/opinion/toque/campana/Kirchner/Nueva/York/cdscdi/20060922cdscdiopi_1/Tes/
[7] http://www.gees.org/pdf/2961/.
[8] http://www.lanacion.com.ar/politica/nota.asp?nota_id=932007&origen=relacionadas.
[10] El Mercurio, 17-8-2007.
[11] http://www.perfil.com/contenidos/2007/08/03/noticia_0050.html
[12] http://www.perfil.com/contenidos/2007/08/04/noticia_0029.html.
[13] http://www.clarin.com/diario/2007/05/09/elpais/p-00601.htm.
[14] Artículo Consagración de la muerte, de Abel Posse. http://www.lanacion.com.ar/Archivo/nota.asp?nota_id=791308.
[15] Entrevista en el diario El País, 26-7-2007. http://www.elpais.com/articulo/internacional/identifico/Evita/puno/crispado/elpepuint/20070726elpepiint_10/Tes
[16] http://www.lanacion.com.ar/politica/nota.asp?nota_id=928237&origen=rankingLeidas

[17] Entrevista en el diario El País, 26-7-2007. http://www.elpais.com/articulo/internacional/identifico/Evita/puno/crispado/elpepuint/20070726elpepiint_10/Tes
[18] http://www.lanacion.com.ar/politica/nota.asp?nota_id=928237&origen=rankingLeidas