Autor: Florentino Portero

Lo paradójico es que teme quien más poder tiene y asusta quien más ayuda necesita. No hace falta recordar que el poder no es algo objetivo, sino subjetivo, porque de nada vale disponer de medios si no se está dispuesto a utilizarlos.

El régimen de Pyongyang, responsable del atraso, hambre y aislamiento que sufren sus habitantes, tiene un solo valedor internacional: China.

Es difícil imaginar que este barco a la deriva pueda llegar hasta marzo de 2012, fecha prevista para la convocatoria de elecciones generales. Zapatero está acabado.

Si el presidente Rodríguez Zapatero inauguró su mandato retirando apresuradamente las tropas de Irak y presentando su propuesta de Alianza de las Civilizaciones en Naciones Unidas, su aceptación del nuevo Concepto Estratégico implica la renuncia a los fundamentos de aquella propuesta, que tan costosa como estéril vida ha tenido.

No puede haber política exterior sin antes resolver quiénes somos y adónde vamos. Nuestro Gobierno dedica sus energías a demoler la identidad nacional, herencia de siglos y garantía de un proyecto común.

Mientras el resto de América Latina ha disfrutado de un largo período de prosperidad y modernización, el «paraíso» comunista impuesto en la bella isla de Cuba se ha hundido en la miseria.

La España liberal-conservadora está perdiendo una oportunidad histórica para sacudir este país y reorientar su rumbo, abandonando esta deriva decadente a la que nos vemos empujados por tanto prejuicio y mediocridad.

No estamos sólo ante un debate ideológico, que lo hay y es de interés. Nos encontramos sobre todo ante la sensación generalizada de engaño y frustración.

Nuestra diplomacia empleó toda su artillería en romper el muro levantado en Bruselas por aquellos que creen que la acción exterior común debe regirse por los valores que están en la base de nuestro sistema democrático y han vuelto a fracasar en el intento.

Todo acercamiento a Rusia debería pasar por su retirada de Georgia y por una declaración de respeto a la soberanía de sus vecinos. De otra manera Deauville no será más que otra etapa en el camino a Múnich.