Y llegó Adán. Las singularidades políticas de J.L. Rodríguez Zapatero

por Lourdes López Nieto, 30 de abril de 2009

A estas alturas de mandato, pueden ya señalarse algunas singularidades que han informado la vida política española desde que José Luis Rodríguez Zapatero fuera elegido como secretario general del Partido Socialista (PSOE) hasta hoy, y precedido por una etapa prólogo que ya analizamos sobre sus antecedentes laborales, desarrollados en exclusiva como diputado nacional durante dieciséis años. Obviamente existen otras causas y factores que habrían contribuido a que los años iniciales del siglo XXI muestren tendencias novedosas en las dinámicas políticas nacionales e internacionales, coincidentes en el tiempo pero no atribuibles en su totalidad  al citado ciudadano.
 
Es posible que el afán innovador o “adanista” de Rodríguez Zapatero, haya sido en parte voluntario y auspiciado por el mismo, -lo que incluiría las consecuencias no siempre queridas de sus decisiones- y en otros casos producto y resultado de acontecimientos extraordinarios coincidentes temporalmente con sus responsabilidades partidistas -desde 2000- y gubernamentales -desde 2004-. En efecto, estas singularidades se estarían manifestando tanto respecto a lo ocurrido en las siete legislaturas anteriores en España, como en términos comparados con los demás países de la Unión Europea y en general de las democracias desde mitad del siglo XX.  Sin embargo, también es posible que las especificidades que se manifiestan en el sistema político en España al comienzo del nuevo siglo -y especialmente desde marzo de 2004- sean equiparables en cuanto a su posible influencia a las aportadas por el modelo de transición español exportado a países de diversas partes del mundo.
 
El pacto constitucional en la España democrática
 
Aunque con sentido totalmente opuesto en ambas ocasiones, el impacto nacional e internacional de los hechos acontecidos en España habría sido muy relevante. Entonces se forjó un consenso apoyado por la gran mayoría de los ciudadanos y por sus representantes políticos a lo largo del proceso y especialmente para aprobar la Constitución. Se sustentó en la reconciliación de todos los españoles que se manifestó en muchas prácticas políticas. La vida política durante veinticinco años discurrió por los habituales cauces democráticos: hubo alternancia (UCD-PSOE, PSOE-PP), gobiernos mayoritarios y otros minoritarios con apoyos parlamentarios diversos, con mayor confrontación durante los periodos electorales -es decir casi anualmente- pero con acuerdo entre los dos partidos mayoritarios en los grandes conflictos y sobre las políticas esenciales. Estos pactos se manifestaron en primer lugar, en el impulso y apoyo al consenso constitucional, desarrollado tanto en el momento de su debate y aprobación, como en la defensa de su vigencia durante los veinticinco años posteriores. El acuerdo citado se sustancia también en la llamada política territorial, es decir en el desarrollo del titulo VIII de la Constitución, del Estado Autonómico.
 
En este sentido los tres grandes impulsos para el desarrollo del proceso de descentralización política (1981, 1992 y 1999) fueron apoyados por las dos fuerzas mayoritarias; las relaciones intergubernamentales entre el ámbito de gobierno nacional y los autonómicos han sido crecientes en términos cuantitativos y se ha institucionalizado y extendido a más políticas[1]. Otro ejemplo de acuerdo básico entre los dos grandes partidos lo constituye la política exterior, otro de los pilares básicos del funcionamiento del Estado. Con algunas salvedades como la producida al comienzo del primer gobierno socialista (entre 1982 y 1984), hubo acuerdo entre los dos partidos sobre las decisiones más importantes (entrada y participación en la Unión Europea y en la OTAN, a favor en ambos casos de la ampliación). Además, los aspectos básicos de las políticas económica, antiterrorista y defensa entre otras,  también fueron fruto de acuerdos forjados de forma más o menos explícita o visible.
 
Otro indicador de los citados consensos ha quedado reflejado en los acuerdos forjados donde reside la soberanía nacional, en las Cortes. En efecto, el índice de consenso legislativo, es decir el porcentaje de leyes aprobadas por una mayoría cualificada (leyes orgánicas y decretos-ley) ha sido alto, especialmente en las legislaturas minoritarias: de 1.95 en la Constituyente  y de 1.80 en la I y VI[2]. Otra manifestación del consenso se ha reflejado en el  nombramiento y renovación por parte del Congreso de los principales órganos constitucionales[3], incluso en las legislaturas más competidas como lo fueron la V y VI.
 
Particularidades de la VIII Legislatura
 
Por el contrario, la tesis de la singularidad de la VIII Legislatura  habría devuelto la época del “España es diferente” lema adoptado para la promoción del turismo durante el franquismo. Este periodo comenzó con un acto terrorista en vísperas electorales y se ha caracterizado por la ruptura de los consensos básicos entre las dos principales fuerzas políticas. También interesa analizar este caso por cuanto podríamos estar ante la puesta en marcha de un nuevo modelo de sistema político en Occidente. Estaría impulsado por algunas formaciones de izquierda que cuestionarían la socialdemocracia y que tratarían de reconstruir su quehacer público de ingeniería social con ropajes novedosos tras el derribo del muro de Berlín y el fracaso de las experiencias comunistas. La intervención y control social tendrían por objeto los nuevos proletarios, los diversos “colectivos” minoritarios mediante políticas de discriminación positiva. Los nuevos líderes, con escasa experiencia pública, enarbolarían un discurso utópico, que combinaría valores y elementos tradicionales de los sistemas políticos democráticos, con otros procedentes de regímenes totalitarios. Entre ellos la primacía de las posibilidades ilimitadas de la  política aplicada a la reinterpretación del consenso mayoritario, de la Constitución y de las prácticas políticas consuetudinarias y su sustitución por el diálogo con las citadas minorías. 
 
Es posible que el quehacer político de Rodríguez Zapatero, especialmente desde que fuera elegido secretario general del PSOE, hubiese estado guiado por la citada premisa, es decir por las posibilidades ilimitadas de la política. Por el contrario desde el comienzo de la transición, los políticos y académicos tuvieron muy presente los retos y dificultades a los que diariamente se enfrentaba la instauración y consolidación democráticas, así como los límites de este modelo de sistema político. La política tiene posibilidades de acción en el terreno de juego de la democracia, pero esta tiene reglas y limitaciones, especialmente las derivadas del imperio de la ley a la que todos los ciudadanos e instituciones están sometidos.
 
Otra perspectiva complementaria de la anterior, sería hacer política de verdad, hacer posible solo lo que es necesario. Sin embargo,  la dinámica política impulsada por J.L Rodríguez Zapatero primero como líder del PSOE y de la oposición y después como presidente de gobierno, habría obviado tales premisas y ello paradójicamente a pesar de su formación jurídica. Un ejemplo de ello sería su opinión acerca de la carrera y liderazgo políticos, incluidos quizá los propios: “no te puedes imaginar la cantidad de cientos de miles de españoles que pueden gobernar...”[4]. Unos años antes, como todo aspirante a ocupar el gobierno, aunque con la singularidad de su limitada responsabilidad parlamentaria y escasa experiencia política, especialmente en el ámbito de la gestión, planteó alguna de las novedades que aportaría su mandato. En su discurso como candidato al cargo en el XXXV Congreso hizo muchas referencias a la idea de cambio: “Estaré abierto a todo lo que me queríais decir y proponer. Quiero que ese sea también el nuevo estilo de trabajar y hacer política”…”Hoy comienza el futuro”… “Hoy los socialistas nos parecemos más a lo que decimos ser”...”El mejor día de nuestra vida está por llegar”.. “el cambio comienza hoy”... la política se queda detrás de los cambios sociales”, “El Estado, las Administraciones, los poderes públicos siguen la mayor parte de las veces ajenas a estos cambios”... “podemos y debemos intervenir, estar por delante…“. ”Momento de reformas institucionales”[5].
 
Estas referencias a las necesidades de cambio y sobre todo a los fundamentos de su acción política los reiteró en su discurso de investidura, especialmente en los dos párrafos finales: “Un cambio tranquilo para un tiempo de la ciudadanía. Para ello si obtengo su confianza, gobernaré firme en los principios, desde el diálogo y para la esperanza.
Durante mi Gobierno nadie estará por encima de las leyes. Las leyes que promovamos perseguirán que nadie viva dominado arbitrariamente. En palabras de Cervantes, un Gobierno de meollo y sustancia; un gobierno que acompañe a los ciudadanos en sus problemas y en sus sueños, porque algunas utopías merecen ser soñadas. No las alcanzaremos todas pero nos marcarán el rumbo por el que hay que avanzar. En mi vida ese rumbo ha estado marcado siempre por un credo que quisiera expresar públicamente en un día y en un acto como este. Este ideario es breve: un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes”[6].
 
Estas palabras no merecen más comentarios, y explican muchas de las opciones y decisiones adoptadas después. Constituyen uno de los escasos testimonios de su “ideario” publicados antes de asumir la secretaria general socialista, a excepción de sus intervenciones en los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados, que también son breves y limitadas.
 
Un tipo muy concreto de liderazgo político
 
¿Hasta que punto han sido paradójicamente irrelevantes -así como inesperada su victoria en las dos  elecciones en las que participó-, la secretaria de su partido y la presidencia del ejecutivo en las legislativas de 2004? ¿En que medida el citado calificativo sintetiza el paradigma de un nuevo modelo de liderazgo político basado en una carrera de perfil bajo, con limitada  experiencia parlamentaria y nula en la gestión pública o privada? Si ello fuese así ¿es posible que esta singularidad haya influido para que la sorpresa inicial se haya convertido en una continuada excepcionalidad precisamente porque se trata de un nuevo modelo de dinámica política desarrollada y amparada por este  tipo de dirigente?
 
Es sabido que cuando los partidos están en la oposición tienden a  enfrascarse en debates y tensiones internas que no suelen beneficiarles. Así ocurrió, en  el XXXV congreso en el que se vuelve a utilizar un sistema de reclutamiento político importado a Europa del sistema político de los Estados Unidos de América entre otros por el Partido Socialista francés. En efecto, el PSOE en el anterior congreso lo utilizó como sistema para la selección de candidatos a alcaldes y después para reclutar al candidato a presidente de gobierno. A pesar del fracaso que supuso el uso de este mecanismo en muchos ayuntamientos y también la fallida bicefalia cuando se aprobó la candidatura de J. Borrel para las elecciones de 2000, el PSOE volvió a recurrir a este sistema en el congreso de julio de 2000. ¿Fue exitoso el uso de este mecanismo de reclutamiento del secretario general y candidato a presidente?
 
Conviene recordar que las primarias del XXV Congreso aportaron una gran novedad debido a la concurrencia de cuatro candidatos, dos de ellos mujeres. Los tres perdedores, a diferencia del electo como veremos después, tenían experiencia en cargos públicos: el presidente del gobierno de Castilla la Mancha  (J. Bono), la consejera del gobierno vasco (R. Diez) y M. Fernández quién había sido, entre otras cosas, ministra. Otra singularidad estriba en que el vencedor obtuviera el apoyo del  41,69% de los compromisarios, inferior al obtenido por sus predecesores, Almunia que alcanzó el 73% y por F. González, quién siempre obtuvo entre el 100% y 85% como mínimo.
 
 El nuevo secretario general, desde el inicio de su mandato -en buena medida inesperado[7]-, pone en marcha un innovador sistema para solucionar el problema derivado de haber sido elegido con apoyos limitados. Consiste en “fabricar” mayorías artificiales sustentadas en un hipotético “consenso mayoritario y plural” en el seno de su comisión ejecutiva. Sin embargo, nueve de las 13 personas que ocupan las secretarías son de la facción que preside es decir de “nueva vía”, es decir el 70%. A este grupo suma el apoyo de la federación andaluza que es mayoritaria, con Chaves como presidente del partido y otras 2 secretarias[8]. Incluye a N. Redondo, secretario del PSE, aunque lo sustituye poco después y a C. Narbona, que lideraba la facción, “iniciativa por el cambio”. ¿Construye una verdadera ejecutiva integradora? La respuesta es negativa y de esta forma su nuevo cargo va acompañado de falsedades que le acompañarán después. Ello no quiere decir que su opción no fuese legítima y probablemente la había utilizado antes en su rápida carrera en el partido.
 
El falso consenso
 
Sin embargo, este tipo de práctica política basada en un falso consenso requiere para que funcione de forma adecuada otros requisitos en el modelo de democracia de consenso y de lealtad constitucional, que son dos requisitos ausentes en estos últimos años en una parte de los partidos y líderes españoles. Este modelo consenso se forja en Cataluña apoyado por R. Zapatero y después se traslada al gobierno que construye en marzo de 2004,  que habría supuesto la exclusión de la una parte importante de su partido y del principal partido de la oposición. El sistema político español a caballo de los dos clásicos modelos de democracia, había sido de facto un modelo de adversarios aunque con consensos poco visibles entre las fuerzas políticas mayoritarias.
 
Una vez elegido como nuevo Secretario General socialista comienza a mostrar singularidades que se manifiestan tanto en el terreno de las ideas y opiniones, como en el de las prácticas políticas partidarias  e institucionales.  Otro rasgo que acompaña el mandato del nuevo secretario general socialista se fundamenta en la premisa de complementar la democracia vigente con la llamada democracia participativa. Al comienzo del nuevo siglo y bajo su dirección, encontramos en un documento marco un epígrafe específico dedicado a la “La democracia participativa”. Ésta comienza en el seno del partido que desarrolla las primarias, basándose en la “demanda de la ciudadanía de una forma de democracia menos delegativa y más participativa” [9]. El nuevo tipo de democracia se exportaría a la sociedad y así “…Creemos que la escuela debe ser escuela de ciudadanía…”, lo que fundamenta y explica la introducción de la asignatura educación cívica. Más adelante defienden la democracia cívica  para que los ciudadanos deliberen y participen políticamente y asuman los asuntos públicos como cuestión propia, “… que controle el poder”, lo que necesariamente requiere plantear si con esta propuesta el PSOE cuestiona el control que los ciudadanos periódicamente realizan cuando emiten  su voto. Continúa el texto “... exija la rendición de cuentas a quienes lo ejercen y que se restablezca y refuerce el papel de las instituciones representativas”..[10].
 
En consecuencia una de las formas de complementar el citado modelo fue el impulso y protagonismo del PSOE a las manifestaciones contra las decisiones y políticas del gobierno. Hasta entonces estas habían sido sectoriales (agricultores, estudiantes, etc.), en general minoritarias, salvo la de rechazo al intento de golpe de estado (1981) y algunas contra el terrorismo de ETA (especialmente la de 1997 tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco). En la de 1981 así como las últimas citadas, participaron líderes nacionales de los dos partidos mayoritarios independientemente de que estuvieran en el gobierno u oposición.
 
Sin embargo, el líder del principal partido de la oposición participó de forma activa en muchas de las manifestaciones antigubernamentales desde que fuera elegido como tal. Entre ellas las que se celebraron sobre la gestión en el accidente del Prestige y sobre el despliegue de tropas en Irak tras la guerra. Algunas manifestaciones concluyeron con ataques a sedes y militantes del PP y que llegan incluso hasta el amanecer de la jornada electoral, el 14 de marzo de 2004, situación desconocida hasta entonces en la práctica comparada europea. El respeto al adversario político siempre ha sido nítido y máxime desde un partido mayoritario como el socialista contra otro de igual ámbito, el popular. En este punto hay que recordar que el líder socialista aunque obviamente no participó en dichos ataques, nunca los condenó.
 
Como ejemplo complementario de otras excepciones de su liderazgo recordar que la agenda internacional de J.L. Rodríguez Zapatero en este periodo habría presentado dos rasgos básicos: escasez y reorientación o singularidad respecto a los pilares clásicos de la política exterior española hasta entonces. Quizá sería el preludio del modelo que se desarrollaría durante su gobierno, en el que sobresale su antiamericanismo, mostrado no solo por su participación en las manifestaciones citadas, sino por la realización de gestos simbólicos radicales y no institucionales, como quedarse sentado al paso de la bandera norteamericana durante el Desfile de la Fiesta Nacional (12-3-2003).
 
Es imposible relatar y cuantificar la enorme cantidad de innovaciones y hechos singulares que ha protagonizado “adán” y que sin duda pueden ser objeto de una tesis doctoral.  Para concluir esta reflexión solo otros ejemplos recientes: la creación de ministerios singulares, el de la vivienda que tuvo su precedente en el franquismo o el de la igualdad, casi inédito en los países occidentales. Además, remodelar de forma extensa el Gabinete un año después de las elecciones, celebrar un Consejo de Ministros un Miércoles Santo, junto a otras típicas de “adán”, como aprobar decretos o tomar decisiones los domingos.

 
 
Notas
[1] Relaciones Intergubernamentales en la España democrática: interdependencia, autonomía, conflicto y cooperación, L.López Nieto (coordinadora). Madrid, Dykinson, 2006,
[2]  En las legislaturas  de mayoría absoluta socialista fue de 1.37 (II), 1.55 (III), 1.50 (IV) y subió en la minoritaria  la V cuyo índice fue  1.72. Datos e índice creados por J. Capo “The Spanish Parliament in a triangular relationship, 1982-2000” en The Journal of Legislative Studies , v.9, summer 2003,nº 2, pp.121.
[3]  Tribunal Constitucional, Consejo del Poder Judicial, Junta Electoral Central, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, Consejo Administración de RTVE, de Seguridad Nuclear y de Universidades.
[4] Declaraciones de J.L. Rodríguez Zapatero en el “País”, 14-1-2007
[5] Discurso clausura XXXV Congreso, citado en , pag 445 y ss.de El relevo, G. Löpez Alba, Madrid, Taurus, 2002; “Hoy comienza el futuro”…Por otra parte, la propia insistencia por la originalidad y el cambio que impulsaba llevó por ejemplo a Maragall a llamarle Zapatero I el innovador.
[7] El relevo, G. Löpez Alba, Madrid, Taurus, 2002
[8]  El relevo, G. Löpez Alba, Madrid, Taurus, 2002;, pag. 452.
[9]  Documento marco, “Un partido para la España del Siglo XXI” aprobado por la Conferencia Política del PSOE (junio de 2001), pag. 4, en cumplimiento de un acuerdo del 35 Congreso Federal.
[10] Ver en extenso ”Los nuevos apellidos de la democracia: retos a  la participación dirigida o mediatizada en España” en Cuadernos de Pensamiento Político, Madrid, enero/marzo 2007, pp. 109-138