Una opinión minoritaria. Competición o monopolio

por Walter Williams, 26 de junio de 2007

Un sistema de elección escolar, en la forma de vales escolares o créditos fiscales a la matrícula, contribuiría mucho a proporcionar la competición necesaria para introducir calidad y responsabilidad en la educación norteamericana.
 
¿Está el consumidor en mejor situación en una coyuntura de bienes y servicios competitiva o monopolista? Apliquemos esa cuestión a unas cuantas áreas de nuestras vidas.
 
Antes de la desregulación, cuando había un monopolio y el acceso restringido a la prestación de servicios telefónicos, ¿estaba el consumidor en mejor situación o en peor de la que está con la competición incondicional de hoy por hacerse con nuestro contrato como clientes? Cualquiera de más de 40 años de edad reconocerá las diferencias. La competición ha proporcionado al consumidor un amplio abanico de opciones, precios cada vez más bajos y atención personalizada más cortés que cuando el gobierno tenía su pesada mano sobre el abastecimiento de los servicios telefónicos.
 
¿Qué hay de los supermercados? ¿Estarían los consumidores en mejor posición o en peor si a uno o dos supermercados se les concediera el monopolio exclusivo del abastecimiento de los servicios de alimentación? El supermercado medio abastecido tiene más de 50.000 artículos diferentes, tiene rebajas, premios y sigue muchas estrategias para ganar clientes y conservar su lealtad. ¿Tendrían los mismos incentivos si se les concediera el monopolio?
 
El gobierno concede a los pobres cartillas de alimentación. ¿Estarían los pobres en mejor situación o en peor si, en lugar de poder utilizar sus cartillas de alimentos en cualquier supermercado, fueran obligados a utilizarlas en un economato? Existen abundantes pruebas que sugieren que los consumidores están en mejor posición cuando los abastecimientos de bienes y servicios están movidos por la motivación del beneficio en la que la supervivencia exige un esfuerzo constante por obtener y conservar clientes. ¿Bajo qué condiciones pueden sobrevivir los negocios, suponiendo servicios de poca calidad, menos elecciones, y a precios cada vez mayores, sin complacer a los clientes? Si usted dijo, 'Donde existe competición restringida y un monopolio bendecido por el gobierno', vaya al principio de la clase. No existe mejor ejemplo de esto que en el caso de la educación pública.
 
El presentador de ABC News John Stossel produjo un documental titulado apropiadamente 'Imbécil en América: cómo engañamos a nuestros hijos' que presta un contexto visual de lo que con frecuencia no es sino un fraude educativo. (El documental puede verse en www.youtube.com/watch?v=pfRUMmTs0ZA). Durante el documental, se entrega una prueba internacional a estudiantes de instituto medio de Bélgica y a estudiantes de instituto por encima de la media en New Jersey. Los chicos belgas dieron una paliza a los estudiantes de New Jersey y los llamaron 'imbéciles'. No es solamente en Bélgica donde los estudiantes de instituto dan una paliza a sus homólogos americanos; lo mismo pasa a los estudiantes de Polonia, la República Checa, Corea del Sur y otros 17 países.
 
El documental no deja duda acerca de la pobre educación recibida por los estudiantes blancos, pero la recibida por muchos estudiantes negros es verdaderamente desagradable y raya lo criminal. Stossel entrevistaba a un estudiante negro de 18 años que se las veía y deseaba para leer un libro de primer año. 20/20, de la ABC, le envió a la Academia Sylvan de Aprendizaje. En cuestión de 72 horas, su nivel de lectura era de dos cursos superior. 'Imbécil en América' incluía una historia en la que un profesor enviaba correos electrónicos de contenido sexual a 'Cutie 101', una estudiante de 16 años.
Solamente después de seis años de litigio el Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York pudo despedir al profesor, tiempo durante el cual el profesor recaudó más de 300.000 dólares en salarios.
 
La solución a los problemas educativos de América no es más dinero, a pesar de las afirmaciones del estamento educativo. En su lugar, es la introducción de la competición, se podría lograrse a través de la elección escolar. La mayor parte de la gente está de acuerdo en que debería existir financiación pública de la educación, pero no existe absolutamente ningún motivo para defender la producción pública de la educación. Estamos de acuerdo en que debería haber financiación pública de los cazas F-22, pero eso no significa que se pueda hacer una defensa de montar una fábrica de F-22 gubernamental.
 
Un sistema de elección escolar, en la forma de vales escolares o créditos fiscales a la matrícula, contribuiría mucho a proporcionar la competición necesaria para introducir calidad y responsabilidad en la educación norteamericana. ¿Qué hay de malo en que los padres tengan el derecho, junto con los medios, para matricular a sus hijos en los centros de su elección?

 
 
Ó 2007, Creators Syndicate Inc.