Todos ganan, todos perdemos

por Rafael L. Bardají, 27 de mayo de 2019

Como se ha hecho ya tradición, las valoraciones de todos los partidos son tan grandilocuentes tras una cita electoral, tan auto-alabatorias y tan reivindicativas de sus resultados, que rayan lo esperpéntico: Todos ganan. Siempre. Pero sabemos que no es verdad. 

 

Por ejemplo: el PSOE de Sánchez avanza significativamente, sin duda en buena parte como derivada de ser el caballo ganador de las generales de hace un mes, pero –ay!, siempre con los peros- al haber puesto el énfasis de campaña en hacerse con el poder en Madrid (capital y Comunidad) frente a la amenaza de “las tres derechas”, y no haberlo conseguido, no ha logrado culminar su proyecto rodillo y se encuentra con una resistencia allí donde más le duele, el centro y escaparate de España.

 

El PP de Casado retrocede en todas partes. Cierto y para ser exactos, gana 5 concejales repartidos en Alicante, Lugo, Pontevedra y Segovia, pero se deja por el camino 106 en el resto de provincias. Pierde más de cuatro puntos en apoyo popular, cayendo del 26’8% de 2015 al 22’2 actual. La continua pérdida de atractivo del actual proyecto de los populares se quiere compensar con la posibilidad de retener la Comunidad de Madrid y de acabar con la alcaldesa Carmena, pero en ambas situaciones el PP necesita del apoyo directo de Ciudadanos y de Vox, ésta última una fuerza que resulta determinante ya para el futuro del partido popular y del propio Casado, guste o no. La estrategia de Génova de pedir el retorno de los votantes que se habían ido a Ciudadanos y Vox no ha dado los frutos que se esperaban, ni tan siquiera en las europeas, donde el PP ha seguido perdiendo votos y muchos de quienes han dejado de votar a Ciudadanos y Vox no han acabado tampoco apoyando al PP. Para hacernos una idea, en las autonómicas el PP ha pasado de 268 escaños a 132.

 

Ciudadanos incrementa su apoyo en las municipales, pasando de un 6’3% de votos al 8’24%, pero el crecimiento es tan suave que no le permite el ansiado sorpasso al PP. Así y todo, se convierte en la llave del gobierno en comunidades tan significativas como Castilla y León, cuna del actual presidente del PP. De hecho, en las autonómicas, C’s pasa de tener 41 escaños a 80, esto es, prácticamente dobla su representación. Es más, salvo en Navarra, en todas las demás comunidades en liza, el partido de Albert Rivera incrementa su apoyo y presencia institucional. Con todo, repito, es un aumento claro, pero lento y no suficiente como para desbancar al PP como líder de la oposición al sanchizmo. 

 

Vox, como cabía esperar en un partido joven y sin implantación territorial comparable a los aparatos de otras fuerzas, como el PP, ha quedado por debajo de los resultados en las generales, en lo que se refiere a porcentaje de votos, pero eso no puede ocultar que en las municipales ha pasado de cero a casi el 3% del total de votos. Esto es, se puede decir que crece más que Ciudadanos. Es más, también se puede afirmar que Vox crece más de lo que pierde el PP, para no llevar a los equívocos a los que son tan dados en Génova a la hora de echar las culpas de su debacle. Dicho lo cual, Vox no ha alcanzado las expectativas que ofrecía la circunscripción única de las lecciones al parlamento europeo, donde se ha quedado en 3 escaños y el 6’2% de los votos, cuatro puntos por debajo de lo obtenido en las generales. La abstención no parece haber favorecido a la derecha en esta ocasión. Con todo, Vox no sólo ha llegado para quedarse, como se insiste desde el partido, sino que se ha convertido en la llave de lo único que le queda al PP. Madrid. Y, no lo desdeñemos, es clave para que el PP gobierne en su feudo tradicional de Murcia o se pueda formar gobierno en Aragón.  De las diez comunidades en las que se elegía a sus representantes, Vox ha obtenido representación en seis, logrando 24 diputados autonómicos desde cero, a los que hay que sumar, no lo olvidemos, los 12 de Andalucía y los 10 de Valencia.

 

Hasta aquí lo convencional que dan los números. Pero hay más. Lo primero que hay que decir es que España pierde, no sólo porque el sanchizmo se instale al frente de este nuevo ciclo político, con todo lo que lleva de empobrecimiento económico de nuestro país, sino, sobre todo, porque las fuerzas independentistas han salido reforzadas, desde la Alcaldía de Barcelona, al Parlamento Europeo. Una Europa que está dispuesta a acoger a un prófugo en sus instituciones pero a la que nadie ha criticado con la suficiente saña. 

En segundo lugar, cualquier escenario de refundación de la derecha, se pospone. Pablo Casado no ha salido airoso de estos comicios, simplemente su agonía se prolonga un poco más. O lo que es lo mismo, sin enmendar sus errores, el PP camina por un lento languidecer. Se evita el colapso, pero no se sale de la UVI. Lo que significa que la pugna con Ciudadanos y Vox se mantendrá viva, impidiendo que el proyecto de centro derecha lo lideren otras manos. Y cuanto más subsista el PP en este estado, más poder irán acumulando la izquierda y los enemigos de España.

Por eso, todos los partidos ganan, pero todos los españoles perdemos. Es nuestro sino.