Todos de acuerdo

por Florentino Portero, 12 de enero de 2010

 

(Publicado en ABC, 12 de enero de 2010)
 
Yemen es noticia. Resulta que alguno de los autores del ataque al «USS Cole» vive plácidamente en aquellas tierras, junto con ex-residentes en Guantánamo que, tras reciclarse en buenos musulmanes en Arabia Saudí, se han hecho con la dirección de Al Qaida en la región. Yemen es también el campo de entrenamiento al que asisten candidatos de aquí y allá antes de inmolarse en un avión o donde haga falta. Para rematar, Irán ha decido participar en la fiesta y anima la revuelta de la minoría chií en terrenos fronterizos con Arabia Saudí, con la peor de las intenciones.
 
¿Qué hacer? La sola idea de que lleguen soldados norteamericanos ha llevado a las autoridades islámicas a enviar un serio aviso al Gobierno. Están dispuestos a proclamar la yihad. No parece que el aviso fuera necesario. El gobierno en cuestión, tan débil como corrupto, tiene a al Qaida entre sus aliados políticos.
 
De ahí que el presidente haya comunicado su intención de establecer un diálogo con los islamistas ante la gravedad de lo sucedido. Obama y altos cargos militares norteamericanos se han apresurado a descartar el uso de la fuerza y a subrayar la necesidad de reflexionar conjuntamente con los países del Golfo sobre los mejores medios para abordar el problema.
 
Al Qaida ha cambiado progresivamente su estrategia optando por actuar en un amplio número de frentes, hasta el punto de convertir en inútiles las ingentes y sofisticadas capacidades militares occidentales. Si a eso sumamos la escasa disposición aliada para abrir nuevos teatros estamos ante un formidable reto dialéctico, con el programa nuclear iraní de fondo.
 
Es evidente que no se puede usar la fuerza en todos los casos, pero a lo peor el diálogo con Al Qaida no es suficiente. Estados Unidos tiene que convencer a los poderes regionales de que son ellos quienes deben acabar con la amenaza.