Sudán. Nuevos Estados en África

por GEES, 11 de febrero de 2011

Todo parece indicar que se va a confirmar, en principio, el nacimiento este año de un nuevo Estado en África: el Estado de Sudán del Sur, tras haber obtenido la opción independentista el 99,5% de los votos, en resultados hoy casi definitivos y contándose además con la necesaria participación de más de un 60% de los votantes. Es obligado hacer algunas consideraciones sobre esta posibilidad en el caso de que se confirmara finalmente y naciera a la independencia el próximo 9 de julio.
 
Si se confirma, se va a romper de nuevo –la vez anterior fue en 1993, con la secesión de Eritrea dejando a Etiopía sin salida al Mar Rojo– con un principio fundamental de la Organización para la Unidad Africana (OUA), primero, y de su sucesora desde 2001, la Unión Africana (UA), después. La intangibilidad de las fronteras heredadas de la etapa colonial, principio establecido en 1962 en aras a garantizar un mínimo de estabilidad al convulso continente, sería puesto de nuevo en entredicho.
 
Por otro lado, la celebración exitosa de este referéndum –algo que muchos analistas consideraban hace pocos meses difícil de vislumbrar– puede animar a quienes aún están a la espera, también en África, de que se celebre en su territorio un referéndum de autodeterminación: los saharauis del Frente Polisario. Quizás por ello la parte marroquí en el conflicto aún no resuelto parece ahora contemporizar con la posibilidad de recuperar, aunque con algunas modificaciones a determinar, el famoso y olvidado Plan Baker Modificado, aprobado por unanimidad del Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre de 2003. Salvando las distancias entre una situación y otra, lo que está claro es que la celebración del referéndum en sí misma puede estimular a los saharauis y a quienes les apoyan. Además, y en términos de integridad territorial, la secesión del sur de Sudán dolerá tanto al régimen del teniente general Omar Hassan Ahmed Al Bashir como podría dolerle la no inclusión del Sáhara Occidental en el territorio nacional marroquí al Rey Mohamed VI.
 
Finalmente, hay otro aspecto que no debemos de considerar marginal, y es el de la provisionalidad de los resultados mientras no se produzca oficialmente la declaración de independencia. Muchas voces se alzan llamando la atención sobre la posibilidad de la vuelta a la guerra, pues se hace difícil pensar que el presidente Al Bashir vaya a aceptar la independencia de los cristianos del sur, tras tantos años de guerra y tanta sangre derramada. Además, su buena sintonía con China, por ejemplo, le cubre las espaldas en el Consejo de Seguridad de la ONU, y llevando ya tanto tiempo como el primer jefe de Estado del mundo que está perseguido por un tribunal internacional –el Tribunal Penal Internacional– estando aún en ejercicio, no parece preocuparle demasiado lo que la Comunidad Internacional pueda pensar de él. La disgregación de su Estado puede que se haga al final inaceptable para él, como líder nacionalista, y el caos en el que se está sumergiendo el mundo árabe podría facilitarle cualquier iniciativa bélica en términos de distracción de la atención internacional. Por otro lado, y según todas las evaluaciones, armamento no falta ni en el norte ni en el sur para volver de nuevo a los enfrentamientos.