Sobre la necesidad de asegurar el Sahel
por Carlos Echeverría Jesús, 21 de noviembre de 2011
Las referencias al Sahel en términos de seguridad y defensa son cada vez más recurrentes, y lo son porque, a pesar de que cada vez es más objeto de atención para un número creciente de actores regionales y foráneos, el esfuerzo que se hace necesario para asegurarlo es mucho mayor que el que, hoy por hoy, se está manifestando.
El pasado 8 de septiembre el Coordinador para Contraterrorismo de la Unión Europea (UE), Gilles de Kerchove, advertía tanto de que Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (en adelante, AQMI) está expandiendo su proyección por el continente africano, como, en términos de urgencia, de que países como Mauritania, Malí y Níger necesitan ayuda para hacer frente a la amenaza. Los más de 60 muertos – aunque otras fuentes los elevan al centenar - producidos por los terroristas de Boko Haram en la localidad de Damaturu, en el norte de Nigeria, el 5 de noviembre, no hacen sino confirmar algo de lo que algunos llevamos incluso años advirtiendo, y que es que esa expansión de AQMI de la que hablaba Gilles de Kerchove llega cada vez más lejos. Por otro lado, la celebración en Argel en los días 16 y 17 de noviembre, del Grupo de Trabajo sobre el Sahel puesto en pie por el Foro Global de Lucha contra el Terrorismo (FGCT) ha permitido inventariar en detalle la amenaza por parte de un surtido número de Estados y de organizaciones internacionales, algo imprescindible para convencer a los que aún muestran reservas ante la necesidad de combatir a un terrorismo global con manifestación regional como es el de AQMI y de sus asociados como Boko Haram.
Atentados, tráficos ilícitos y secuestros: las llamadas de atención más recientes.
El trasiego de armas de todo tipo por la franja del Sahel alimentado por la guerra civil libia, en particular, pero también por las revueltas árabes en general, y el secuestro de tres cooperantes en Tinduf el 22 de octubre, han vuelto a llevar a los titulares de los medios a la atribulada franja saheliana. Pero el que en buena medida hubiera desaparecido de los mismos desde hacía meses no podía ocultar el hecho de que varios occidentales están secuestrados por AQMI desde hace mucho (cuatro empleados franceses de la compañía “Areva” secuestrados en Arlit, en el noroeste de Níger, en septiembre de 2010, y una turista italiana secuestrada en la localidad argelina de Djanet en febrero de este año), o el que el trasiego de drogas y de seres humanos por la zona sigue siendo algo corriente. A los efectos que aún se sienten de la revuelta de los Tuareg en el norte de Níger, entre 2007 y 2009, se une ahora el regreso de decenas de miles de inmigrantes sahelianos que vivían y trabajaban en Libia y que, expulsados por la guerra civil, han regresado a sus países donde habrá que procurarles urgentemente ocupación.
La expansión a Nigeria del terrorismo yihadista salafista de AQMI la hemos estudiado pormenorizadamente en análisis anteriores, y los ataques ahora en Damaturu contra instalaciones gubernamentales y contra efectivos del Ejército demuestran la cada vez mayor ambición de los terroristas. Recordemos que el 18 de septiembre la agencia de noticias “France Presse” recibía un vídeo conteniendo las declaraciones del suicida que hacía estallar los explosivos que portaba el pasado 26 de agosto contra el Cuartel General de la ONU en Abuja, en lo que presentaba como “un mensaje de advertencia dirigido al Presidente de los EEUU y a otros infieles”. Además, este terrorismo, como el que irradia desde el Cuerno de África de la mano de Al Shabab, rebasa los propios límites de África. Para recordárnoslo, el terrorista nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab, quien el día de Navidad de 2009 intentaba derribar un avión comercial estadounidense que se dirigía a Detroit, se declaraba el pasado 12 de octubre culpable de los cargos presentados contra él en un tribunal federal de los EEUU. Entre los ocho delitos graves de los que se le acusa se incluye el de uso de armas de destrucción masiva con fines terroristas y podría ser condenado por ello a cadena perpetua.
Los tráficos ilícitos de todo tipo tienen desde antiguo una de sus zonas de tránsito más destacables en la franja del Sahel en dirección sur-norte o sureste-noroeste hacia el atractivo mercado europeo. Si antaño las rutas caravaneras controladas por los Tuareg transportaban oro, sal o esclavos, las rutas actuales transportan cocaína colombiana, heroína afgana, seres humanos (subsaharianos y subsaharianas que son los esclavos del siglo XXI), productos robados, diamantes, marfil o, entre otras muchas cosas, armas de todo tipo. Para hacer una referencia reciente a la droga, aunque en este análisis vamos a centrarnos en las armas en términos de oportunidad, el pasado 12 de septiembre un enfrentamiento entre traficantes de droga en la frontera argelino-maliense dejaba sobre el terreno cuatro muertos y una tonelada de cocaína. El sector de las armas es quizás el más floreciente en las últimas semanas y meses, gracias en buena medida a la proliferación producida por las revueltas norteafricanas (comisarías y cuarteles atacados en Túnez y Egipto) y, en particular, por la guerra civil libia que ha liberado los ingentes arsenales de Muammar El Gadaffi y que ha permitido armar generosamente a los rebeldes del Consejo Nacional de Transición (CNT) desde el exterior.
Primero fueron la Conferencia Internacional sobre Terrorismo y Seguridad en el Sahel, celebrada en Argel el 7 y 8 de septiembre y en la que participaron una cincuentena de delegaciones, y después la reunión en la misma capital norteafricana del Grupo “ad hoc” sobre el Sahel del FGCT, celebrada el 16 y 17 de noviembre, los dos hitos que han incidido en la gravedad de la amenaza representada por la susodicha circulación de armas. En la primera, en la que Gilles de Kerchove hizo las susodichas declaraciones, participaron los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, otros Estados hasta la cincuentena y diversas organizaciones internacionales. La filtración en aquellos momentos a los medios de comunicación de una intervención del Almirante Giampaolo di Paola, Jefe del Comité Militar de la OTAN, en la que cifraba en 10.000 los misiles SAM desaparecidos de los arsenales libios, y que era continuación de unas declaraciones del General libio Mohamed Adia, responsable de armamento del nuevo Ministerio de Defensa en Trípoli, que había cifrado en la mitad el número de misiles tierra-aire extraviados pero que habían provocado también una gran alarma, es el también parte del telón de fondo de una preocupación más que legítima, tanto para los países de la región como para otros más alejados pero a los que producto tan demandado puede llegar en poco tiempo dada la velocidad y la eficacia con la que actúan las redes clandestinas, sean de terroristas o de la delincuencia organizada. Los modelos de misiles tierra-aire de los que estamos hablando son fundamentalmente los SAM-7, pero también un modelo aún más perfeccionado, el SAM-24, que figuraba igualmente en los arsenales de Gadaffi. Pueden ser lanzados por un individuo o bien desde vehículos ligeros, y los primeros amenazados son sin duda los aviones y helicópteros de Argelia, Malí, Mauritania y Níger, en particular los de los tres últimos países cuyas fuerzas aéreas son mucho más vulnerables que las argelinas. Con ellos AQMI podrá hacerse fuerte en zonas concretas de la franja saheliana y el combate contra su terrorismo sería entonces aún más complejo.
La Conferencia Internacional de septiembre fue pues importante en términos de plantear los problemas existentes, pero adoleció de algunos ‘handicaps’ habituales por otro lado en la región: aceptada por los países del Sahel el 20 de mayo a propuesta argelina – Malí, Mauritania y Níger aceptaron su organización y presidencia por Argelia – su limitación principal fue la ausencia de Marruecos, debida a la tensión permanente con Argelia, y también otras tres ausencias importantes: las de Libia – pues Argel aún no reconocía al CNT -, Chad y Egipto. Detrás de la reunión había también el deseo de mostrar el liderazgo que Argelia quiere tener, y mantener, en esta materia, y frenar las ingerencias extranjeras, particularmente las occidentales y en especial la de Francia, tan implicada en el Magreb y, por extensión, en el mundo árabe en los últimos meses. Argelia es consciente de que los legítimos temores internacionales ante la diseminación de parte de los arsenales libios – que incluyen las susodichas armas antiaéreas pero también infinidad de armas ligeras, de explosivos más o menos sofisticados e, incluso, de algunos precursores de armas químicas que aún no habían sido retirados del país o destruidos – constituyen la excusa ideal para que la injerencia exterior se asiente en la región, y quiere evitarlo fiel a su ideología.
Finalmente, los secuestros vuelven a estar a la orden del día por la captura por terroristas de AQMI de dos cooperantes españoles y una italiana el 22 de octubre en los accesos al campo de refugiados saharauis de Rabuni, en Tinduf, en suelo argelino. Perseguidos por un helicóptero argelino y por vehículos del Frente Polisario los secuestrados lograron entrar con sus rehenes en Mauritania – atravesando la región de Chegga - y desde allí en Malí perdiéndose en su santuario del norte de dicho país. Como las distancias con las que jugamos en este escenario nada tienen que ver con aquellas a las que estamos acostumbrados – entre Tinduf y el norte de Malí hay unos 1.000 kilómetros de distancia –, y se cruzan varios países, la persecución de los terroristas en tan inmenso territorio no es nada fácil, teniendo ellos la ventaja que da el conocimiento del terreno combinado con buenas técnicas de ocultación. El Ejército mauritano puso en alerta a sus fuerzas acantonadas en la región de Tiris Zemmour pero el factor sorpresa y la rapidez de los terroristas impidió que esta medida fuera efectiva. Otra ventaja con la que juegan es, indudablemente, la coacción permanente al amenazar las vidas de sus rehenes. Volviendo además a la cuestión logística, incluso para las fuerzas de seguridad de la región, que también conocen el territorio y que están inmersas en un proceso esperanzador de coordinación subregional liderado por Argelia, el Comité de Estado Mayor Operativo Conjunto (CEMOC), con sede en Tammanrasset, la tarea es difícil pues necesitan más medios de los que tienen y juegan en desventaja contra unos terroristas que tienen de su lado la iniciativa. Por último, importante es destacar también que AQMI no sólo abomina de las fronteras estatales, sino que el hecho de que sus filas están cada vez más internacionalizadas – habiendo en las mismas de todo, desde argelinos (el grueso de sus miembros), hasta mauritanos, malíenses o nigerinos, completando así los orígenes sahelianos, pero contando también con libios, tunecinos, marroquíes, nigerianos o incluso saharauis - hace que su aprovechamiento de la cooperación “transfronteriza” sea mucho mayor que la que pueden llevar adelante Estados con sus uniformes, pabellones nacionales y, sobre todo, recelos difíciles de batir.
En cualquier caso, y en una acción en la que no se logró liberar a los rehenes, el Ejército argelino sí eliminó el 23 de octubre en el suroeste de su país – en las regiones de Hassi Cherif y de Erg Chetiter - a cuatro miembros de AQMI que conducían dos todoterrenos y que estaban supuestamente vinculados con el secuestro. A los terroristas se les intervinieron ametralladoras pesadas, fusiles de asalto Kalashnikov y sistemas de visión nocturna. Por otro lado, no olvidemos que mientras nos entretenemos elucubrando con la posible autoría de este la iniciativa de los terroristas, tal diversión también les permite ganar aún más terreno, y en este sentido bueno es recordar las llamadas de atención de Isselmou Ould Mustafá, uno de los mayores expertos mauritanos en AQMI y a quien las dudas de algunos gobiernos sobre la posible autoría escandalizan. La región de Kidal como escenario y un secuestro ejecutado por AQMI – haya sido desarrollado por hombres de Mokhar Belmokhtar o de Abdelhamid Abu Zeid –, o realizado por terceros que más pronto que tarde entregan (venden) los rehenes a los terroristas, son a buen seguro las variables con las que están jugando las fuerzas de seguridad y agencias de inteligencia, y un posiblemente largo período por delante de tira y afloja con los secuestradores para llegar a un acuerdo permitirá de nuevo, como pasa siempre con el terrorismo, poner de rodillas a actores supuestamente fuertes (los Estados) por parte de otros supuestamente débiles (los terroristas). Estar en manos de bandidos, de Belmokhtar o de Abu Zeid es, cualquiera de estas posibilidades, igual de mala: las elucubraciones sobre Belmokhtar como “el bueno” y sobre Abu Zeid como “el malo” son ridículas, pues ambos vienen de la misma matriz sanguinaria, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) y su predecesor el Grupo Islámico Armado (GIA). Que Belmokhtar sea más bien “materialista”, conformándose con los rescates pecuniarios, y Abu Zeid más “político”, exigiendo también la liberación de presos, algo que suele acabar haciéndose insoportable para algunos gobiernos (asesinó a dos rehenes, uno británico en 2009 y uno francés en 2010, al no aceptar Londres y París exigencias enloquecidas), puede ser un factor a considerar por quienes negocian la liberación de rehenes, pero en términos de alimentar la impunidad de AQMI tan instrumental es uno como otro.
Este secuestro nos pone de nuevo, en lo que a España respecta, ante el desafío terrorista que ya nos atenazó entre noviembre de 2009 y agosto de 2010 cuando AQMI secuestró a tres cooperantes españoles en Mauritania. Por otro lado, en Kenia dos cooperantes españolas acababan de ser secuestradas el 13 de octubre por terroristas somalíes de Al Shabab, habiendo así ahora mismo cuatro compatriotas en manos de dos de las filiales más activas de Al Qaida. Que AQMI es una filial de Al Qaida está claro desde principios de 2007, pero conviene recordar que en agosto pasado la red terrorista norteafricana renovaba su fidelización a la nueva Al Qaida, ahora liderada por Ayman Al Zawahiri tras la eliminación de Osama Bin Laden, en mayo en Abottabad (Pakistán).
Las medidas nacionales y multinacionales que se están hilvanando.
Las medidas nacionales son y seguirán siendo las respuestas por antonomasia a estas amenazas. Volviendo a las declaraciones del Coordinador Contraterrorista europeo, Gilles de la Kerchove el 8 de septiembre, este reconocía que el Ejército argelino es el mejor preparado de la región para afrontarla, tanto por ser el más poderoso como por contar con una mayor experiencia acumulada en su combate sostenido desde hace ya dos décadas contra el terrorismo yihadista salafista. Precisamente en el corriente mes de noviembre efectivos militares argelinos han interceptado en la región fronteriza con Libia de la planicie de Fandún, una columna que cargada de armas procedentes de los arsenales libios trataba de alcanzar el santuario de AQMI en el norte de Malí. Argelia había evaluado ya que el “verano caliente” que ha sufrido en términos de amenaza terrorista – 23 ataques entre julio y agosto, cuatro de ellos suicidas, seis emboscadas con armas ligeras y trece acciones con artefactos explosivos improvisados IDE – se ha debido en buena medida al caos irradiado desde la vecina Libia. Por todo ello debemos inventariar aquella acción antiterrorista del Ejército argelino en la planicie de Fandún añadiéndola a la susodicha contra los miembros de AQMI implicados en el secuestro de los tres cooperantes en Rabuni en octubre, y en la que murieron cuatro terroristas. Dos meses antes, en la región montañosa de Air, en el norte de Níger, soldados nigerinos se enfrentaban con miembros de AQMI muriendo en la refriega tres terroristas y un soldado.
Aparte de las medidas puramente operativas hay otras a destacar para hacernos una idea de los sectores en los que se trabaja y que, en la medida de lo posible, habría que apoyar. En Malí, el Presidente Amadou Tamani Turé ha puesto en marcha el “Programa Especial para la Paz, la Seguridad y el Desarrollo en el Norte de Malí”. En Mauritania las autoridades combinan, en el marco de una Estrategia Global, la aplicación de la Ley Antiterrorista aprobada en 2010 con una política de desradicalización que, como todas las aplicadas hasta ahora en diversos países árabo-musulmanes, conlleva sus riesgos. Y, en Níger, se ha creado recientemente una Sala contra el Tráfico de Drogas en el seno del Tribunal Superior de Justicia en Niamey.
La necesidad de avanzar en la cooperación internacional contra el terrorismo yihadista salafista de matriz africana no es sólo una declaración retórica que unos y otros añaden a sus discursos, sino que es obligada en la medida en la que, desde hace ya tiempo, análisis de distintas agencias gubernamentales pero cada vez con más publicidad de las estadounidenses – y en particular su Mando Militar para África (USAFRICOM) liderado desde marzo de este año por el General Carter F. Ham – detectan una aproximación en términos de “alianza de conveniencia” entre las tres principales franquicias yihadistas africanas: AQMI, Boko Haram y Al Shabab. Curiosamente las existentes entre la primera y la segunda se habrían confirmado por forenses estadounidenses que colaboraron con sus colegas nigerianos en la investigación del atentado de 26 de agosto contra las agencias de la ONU en Abuja: se ha apuntado incluso que indicios de Omar Sahraui, el terrorista que fue liberado en el contexto de la negociación del rescate por nuestros tres cooperantes secuestrados en noviembre de 2009, habrían sido encontrados en los ingenios explosivos improvisados (IDE) utilizados por los suicidas en el susodicho atentado. De confirmarse, ello no haría sino reforzar el conocimiento que ya existe de la colaboración entre AQMI y Boko Haram, reflejada no sólo en la rica propaganda que la primera hace a la segunda en la red, sino también en la presencia de terroristas nigerianos en campos de entrenamiento del Sahel desde hace años.
Yendo de lo particular a lo general y, por tanto, de lo subregional a lo continental y a lo global, comenzaremos citando el CEMOC creado el 20 de abril de 2010 a iniciativa argelina y que tiene su sede en Tammanrasset contando con cuatro secciones: operaciones, inteligencia, logística y transmisiones. Su creación se había decidido en la reunión de Jefes de Estado Mayor de la Defensa de Argelia, Malí, Mauritania y Níger celebrada en agosto de 2009, y en septiembre de 2010 el órgano ya creado daba luz a la Célula Conjunta de Inteligencia sobre AQMI, la herramienta con la que se trata de aproximar esfuerzos. La celebración en Argel de la Conferencia Internacional “ad hoc” sobre el Sahel, el 7 y 8 de septiembre de 2011, surgió de una iniciativa argelina madurada en el seno de la aproximación interestatal saheliana y luego expandida, como veíamos más arriba, hasta la cincuentena de delegaciones nacionales y de organizaciones internacionales que se reunieron, incluyendo la estadounidense que contó con el General Ham, Jefe del USAFRICOM, y con el Coordinador para Contraterrorismo del Departamento de Estado, Daniel Benjamin. Argelia ha conseguido además un compromiso de los participantes en la Conferencia para reunirse de nuevo, dentro de los próximos seis meses y en un país del Sahel, para consolidar el marco de trabajo común creado. La dinámica de trabajo saheliana es la apropiada y ha venido siguiendo la estela marcada por los Ministros de Asuntos Exteriores de los cuatro países en sus tres reuniones hasta ahora celebradas: en noviembre de 2008, en Bamako; en marzo de 2010, en Argel, en la que se decidió crear el CEMOC; y en mayo de 2011, de nuevo en Bamako.
En la Unión Africana (UA) Argelia es el gran dinamizador de los compromisos crecientes que se van adoptando para hacer frente a las amenazas aquí tratadas, y que buscan reforzar actualizándolos los contenidos tanto de la Convención para la Prevención y Lucha contra el Terrorismo – aprobada por la predecesora de la UA, la OUA, en 1999 – como el Protocolo de 2002 y el Plan de Acción de 2004. El Comunicado Final de la reunión del Consejo de Paz y de Seguridad de la UA, celebrada en Addis Abeba el 22 de noviembre de 2010, subrayaba el rechazo al pago de rescates a los terroristas y proponía que cada Estado miembro incorporara dicha prohibición a su legislación nacional. Por otro lado, el esfuerzo en la elaboración de una legislación específica sobre terrorismo por parte de la UA fue impulsada por una reunión de expertos celebrada en Argel en los días 15 y 16 de diciembre de 2010. Este llevaba a la UA a aprobar en julio de 2011 la “Ley Modelo de Contraterrorismo” que criminaliza ya el pago de rescates. El análisis de las conexiones entre el terrorismo yihadista, de AQMI y de otros grupos y redes, y las actividades delincuenciales de diverso tipo, es realizado de forma cotidiana por los expertos del Centro de Análisis y de Investigaciones sobre el Terrorismo (CAERT, en sus siglas en francés), creado por impulso de Plan de Acción de la UA de 2004 y que tiene su sede en Argel.
En lo que a la UE respecta, esta actúa en varias dimensiones y con distintas herramientas que son potencialmente útiles para acercarse a nuestro objeto de análisis y objetivo de nuestros esfuerzos antiterroristas. Para sistematizarlos y hacerlos a todos coherentes entre sí la UE aprobaba en marzo de este año su “Estrategia para la Seguridad y el Desarrollo en el Sahel”. Por otro lado, bueno es resaltar alguno de los campos específicos de actuación de la UE que hay siempre que añadir a las acciones nacionales de algunos de sus Estados miembros, y ello para obtener la necesaria visión de conjunto. En lo que al tráfico de drogas en la región respecta, el 3 de junio de 2010 el Consejo de la Unión aprobó el “Pacto Europeo para Combatir el Tráfico de Cocaína y de Heroína”, y en África Occidental la UE dispone del Centro de Operaciones y Análisis Marítimo sobre Drogas apoyado en dos plataformas nacionales: la de Senegal, en Dakar, y la de Ghana, en Accra.
En cuanto a la dimensión global, Argelia dinamiza todo lo posible los trabajos en el seno de los diversos órganos – destacándose la aprobación de la Resolución 1904 del Consejo de Seguridad -, comités y agencias especializadas de la ONU y aprovecha también marcos de reciente creación como es el FGCT en el que existe un Grupo de Trabajo sobre el Sahel que es el que acaba de reunirse en Argel. En cuanto a la ONU, Argelia lograba que en su 18ª Sesión, celebrada el pasado 29 de septiembre, el Consejo de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos aprobara por consenso una resolución sobre la toma de rehenes impulsada por el Grupo Africano que existe en su seno y que incorpora los avances logrados por la UA. El FGCT, recién creado pues es fruto de una iniciativa estadounidense lanzada el pasado 21 de septiembre en Nueva York, tiene ya su Grupo de Trabajo sobre el Sahel que, copresidido por Argelia y Canadá, ha celebrado una fructífera reunión en Argel en los días 16 y 17 de noviembre.