Secuestro. Ceremonia de confusión

por GEES, 16 de diciembre de 2011

La esperada aparición de la "prueba de vida" de los tres secuestrados en Tinduf/Rabuni el 23 de octubre –dos españoles y una italiana– en un breve vídeo con la parafernalia habitual de los terroristas, pero sin el nefasto sello de "Al Ándalus", ha servido para alimentar aún más la ceremonia de confusión en la que llevamos semanas inmersos.

El hecho de que fueran secuestrados en instalaciones del Frente Polisario en suelo argelino; el que Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) no sólo no reivindicara sino que incluso declinara responsabilidades; o el que dos saharauis fueran detenidos en Nuadibú el 5 de diciembre, entre otras circunstancias, han permitido alimentar todo tipo de teorías. Y ha permitido a Marruecos cebarse tanto con el Polisario como con Argelia. Todo ello es previsible, pero lo que nos debe de preocupar es el secuestro en sí. Coincide con una nueva ofensiva de AQMI en este frente de combate, que le es tan útil pues doblega en él a sus enemigos infieles y encima obtiene jugosa financiación con ello: a fines de noviembre AQMI secuestraba a cinco personas en Malí, dos franceses en el norte, en Hombori, y tres turistas en Tombuctú (un holandés, un sueco y un surafricano) asesinando a un cuarto, alemán, que se resistió. La reivindicación y la "prueba de vida" de estos secuestros, hecha pública el 8 de diciembre, no ofrecía dudas pues aquí sí aparecía el logo "Al Ándalus".
La afrenta que para el Frente Polisario ha supuesto el secuestro de Rabuni le ha llevado de inmediato a tratar de contrarrestar la hábil propaganda marroquí, que lleva años intentando convencer al mundo de que un Sáhara Occidental independiente será un Estado fallido en manos de Al Qaida, y de que mientras se sigue buscando tal objetivo cada vez hay más saharauis independentistas ligados a la red terrorista. Recordemos que trataron incluso, en vano, que el Secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld confirmara dicha tesis durante una visita a Marruecos en 2002. Que pueda haber saharauis que colaboran con los terroristas –o que incluso formen parte de la red terrorista– puede ser cierto, tanto como que hay argelinos o marroquíes terroristas. Nadie está libre de que en su suelo actúen. Pero Argelia y el Polisario se esfuerzan por contrarrestar con hechos  la propaganda marroquí.
La propia Argelia sufre, pese a su celo, el azote del terrorismo, incluyendo alguna ejecución de secuestros por AQMI (turista italiana secuestrada en Djanet en primavera y aún cautiva). Y el 8 de diciembre fuerzas del Polisario atacaban una columna de contrabandistas en Lemghety, en el norte de Mauritania, matando a algunos y deteniendo a otros.
Pese a ello, este secuestro confirma de nuevo la volatilidad de la región, con AQMI como principal amenaza pero con escisiones del terrorismo –una de ellas actuó en Rabuni– y conexiones que siempre han existido con el mundo de la delincuencia organizada: un avispero en el que se requiere una decidida respuesta por parte de todos para acabar con una impunidad endémica.