Rusia: sentencia anunciada
No otra cosa podía esperarse del juicio contra Alexéi Navalny, el más popular crítico de Putin desde las esperpénticas elecciones de diciembre de 2011, en que volvió a permutar el puesto (de jefe de gobierno a de nuevo presidente) con su dócil chico de los recados, y esta vez por dos períodos de seis años, que para eso había personalizado previamente la Constitución. Habiendo ocupado ya el cargo en dos mandatos de cuatro años, más otros cuatro como aparente número dos del sistema, doce por detrás y doce posibles por delante significarán 24 instalado en un poder nunca muy limitado, pero cada vez menos, que si al final le conviniera, no será imaginación lo que le falte para prolongarlo mientras Dios le dé vida y los opositores puedan ser eliminados física o civilmente.
Bien quisiera Occidente llevar su cruzada democrática a Rusia, pero la política internacional no es evangelismo ideológico y lanzarse al combate universal pertrechados sólo de principios puede significar muy letales tiros por la culata. Ilustraciones abundan por todas partes. El sirio Assad es muy malo pero quienes lo derroquen pueden ser peores y mucho más agresivos. ¿Qué se puede hacer? En Egipto seguimos con la exquisita disquisición de si hubo o no un golpe militar, puesto que ello implica mantener o eliminar la ayuda americana, lo que supone preservar o renunciar a cierto grado de influencia e intercambios con los que de verdad mandan y van a seguir mandando, amén de que cerrar ese grifo es apoyar a quienes se declaran nuestros enemigos y aspiran a utilizar su poder para destruir todo atisbo de despreciada democracia.
Respecto a Rusia, ya ha surgido un caso paradigmático a un par de días de la abominable sentencia. Las autoridades políticas británicas bloquean la investigación sobre el asesinato en Londres en noviembre de 2006 de Litvinenko, disidente ruso pero ya entonces ciudadano británico, antiguamente agente del KGB. La razón, hecha pública por escrito por la ministra de Interior: intereses de política internacional. No se menciona a Rusia, ni falta que hace. No por realista va a ser menos democrático el Reino Unido. Ni hay por qué ocultarlo.