Revisión Estratégica

por Luis Romero Bartumeus, 19 de junio de 2001

Andan los responsables del Ministerio de Defensa inmersos en debates internos, por decisión política, respecto a lo que se ha dado en llamar, traduciéndolo directamente del inglés, Revisión Estratégica de la Defensa. Así las cosas, distintos grupos de trabajo andan enfrascados en elaborar un documento que suponga lo que algunos ya han definido como 'un replanteamiento global de la defensa'.
 
Pero como ya pasara con el Libro Blanco, que ha quedado para algunos convertido en reliquia de museo nada más publicarse, existen ciertos peligros que, o mucho me equivoco, van a volver a dominar el horizonte de este trabajo. Destacados representantes de lo que se ha dado en llamar comunidad estratégica, ya han comenzado a difundir lo que para ellos debería abordar esta Revisión y lo que apuntan no pronostica nada bueno.

Resumiendo sus planteamientos, España ha tenido hasta el momento un papel disminuido como actor estratégico, que no se corresponde con su dinamismo y presencia internacional. Por lo tanto, se requieren planteamientos que favorezcan una mayor presencia en casi cualquier parte del planeta donde España aspire a defender sus intereses (sean estos económicos, políticos, etc.). Como ideal no está mal, sobre todo si se le añade la necesidad de incorporarse a ese proyecto con una decidida apuesta por las nuevas tecnologías aplicadas al campo de la Defensa (léase satélites, sistemas digitales aplicados a casi cualquier actividad, etc.). Pero ante este planteamiento, que en pura teoría es difícil replicar, surge una cuestión primordial y básica, sin la cual nada de todo esto es posible: ¿con qué presupuesto?.
 
Resulta encomiable exponer sobre un papel que España ha de estar presente, por prestigio internacional e incluso en defensa de sus propios intereses, por ejemplo en el proceso de independencia de Timor. Pero cuando uno se pregunta cómo se va a contribuir a esa y otras acciones de la comunidad internacional, con qué efectivos, con cuantos relevos, con qué partidas presupuestarias, con qué logística, con qué transporte y con qué inteligencia, entonces empiezan a surgir las dudas.
 
No caigamos de nuevo en la Revisión Estratégica en el mismo error que se cometió en el Libro Blanco, en el que el Ministerio igualaba en importancia, en materia de seguridad, la que tenían para España los países latinoamericanos y el Mediterráneo. El problema que se puede plantear ahora es, si cabe, mayor: intentar colocar el Oriente Lejano como escenario de importancia estratégica para nuestro país, incluso por encima de escenarios mucho más cercanos y más trascendentes para nuestro actual sistema de convivencia.
 
Me parece que soñar que somos una gran potencia, cuando empleamos presupuestos de países de tercera en demostrarlo, es como mínimo una ingenuidad. Pero cuando se pretende eso desde las instancias del poder, es una irresponsabilidad.