Presupuesto congelado

por GEES, 17 de diciembre de 2004

José Bono se jugaba mucho en este primer presupuesto de defensa. Los militares querían saber si además de patriotismo barato su ministro tendría capacidad para ofrecerles mejores sueldos y armas de las caras. Por el momento, parece que tendrán que consolarse con las ardorosas arengas del Ministro en sus patios de armas. El dinero será más bien escaso.
 
El Presupuesto de Defensa para 2005 es tan malo que Bono prefirió irse a Moscú en busca del oro que el tándem Zapatero-Carod le niegan, antes que defenderlo en el Congreso de los Diputados. Era un modo de decir que este Presupuesto no es el suyo, que no asume los casi 40 millones de euros que los de ERC le quitaron a última hora con carreras por los pasillos del Congreso. El Ministro intentó arreglar el desaguisado con una enmienda del Grupo Socialista en el Senado, pero el veto en la Cámara Alta le ha dejado sin margen de maniobra. Ahora intentará que Solbes le devuelva lo robado, pero eso dependerá de cómo vaya la coyuntura económica el próximo año y, en todo caso, no se consolidará para años venideros.
 
La realidad es que los gastos militares se congelan como el invierno moscovita. Con un crecimiento prácticamente idéntico a la inflación en el próximo año, es imposible poner en marcha nuevos proyectos. Ni siquiera hay dinero para pagar los compromisos ya contraídos. Sólo los nueve programas 'especiales' de defensa suponen una factura superior a los 20 mil millones de euros. Con los 580 millones de este año para ellos, se necesitarían casi 40 años para poder pagarlos. En realidad, es necesario triplicar esta cantidad en los próximos años sólo para hacer frente a lo que ya está encargado.
 
En materia de personal la situación es aún más desesperada. Hay buques que apenas tienen un tercio de los marineros que figuran en sus plantillas. Como siga esta tendencia, más marineros que se van que los que vienen, las modernas y costosas fragatas y otros buques que están en construcción se quedarán anclados en los arsenales por falta de marinería. La solución de contratar extranjeros es un mero parche. O se dignifica la profesión de soldado, empezando por las retribuciones, o esta nave de la defensa se va a pique. Pero nada de esto se ve en el presupuesto para el próximo año.
 
Lo peor es que en este país el presupuesto de defensa no lo hacen ni los políticos ni los militares, lo hacen los industriales y los sindicatos. La defensa le importa un bledo a casi todo el mundo, pero allí donde hay el riesgo de perder un puesto de trabajo, todo político que se precie corre en su auxilio. Ni siquiera es importante el desarrollo tecnológico que aporte un programa de defensa, lo esencial para nuestros mediocres gobernantes es el número de horas de trabajo, parece que mejor cuanto menos cualificado. Las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas son una prioridad muy menor a la hora de planificar las adquisiciones del Ministerio de Defensa. Lo único que preocupa es la carga de trabajo. El problema es que este modelo conduce al final a quedarnos sin defensa y sin trabajo.
 
Este año el presupuesto de defensa español no parece tener como objetivo hacer frente a la amenaza terrorista o preparar a nuestros ejércitos para intervenir en cualquier escenario de conflicto, desde Afganistán a Iberoamérica pasando por África o el Oriente Medio. Su único objetivo parece ser tratar de salvar Izar. Se encarga un nuevo buque de apoyo logístico que se suma a los pedidos ya en marcha de submarinos y buque de proyección estratégica. Los pagos por la fragata F-100 se duplican sobre lo programado. Las adquisiciones de otros buques por la Armada se multiplican también por dos. El mantenimiento de buques es la única inversión logística que crece. Hasta el Ejército de Tierra encarga un nuevo buque de transporte. Todo esto está muy bien, especialmente para la Armada, el problema es que se hace a costa de las capacidades de los demás ejércitos. Mientras el presupuesto de defensa no se ponga realmente al servicio de las Fuerzas Armadas mal irá nuestra defensa.