Polo: el congreso de la discordia

por Eduardo Mackenzie, 13 de marzo de 2009

El segundo congreso del Polo Democrático reunido en Corferias (Bogotá), podría ser comparado a la montaña que parió un ratón. Anunciado como “decisivo”, ese evento fue incapaz de ponerse de acuerdo en torno de una resolución mínima acerca de la coyuntura política nacional. Los 1500 delegados sólo votaron puntos secundarios de mecánica electoral y perdieron así su tiempo. Contra lo que todos querían, ese evento mostró de nuevo la fractura que mina esa formación. El ala radical, aliada a un grupo de centro, se impuso sobre el llamado sector “moderado”. Carlos Gaviria, quien se hizo reelegir como presidente del Polo, aunque decía tener una línea muy desinteresada, no pudo evitar su salva de ataques contra Luis Eduardo Garzón, quien ha cometido el crimen de apartarse de las toldas marxistas para acercarse a la fracción liberal dirigida por el expresidente César Gaviria. Ni “Lucho”, ni María Emma Mejía, asistieron a la convención del Polo y la rivalidad personalista entre Gustavo Petro y Carlos Gaviria estalló de nuevo.
 
¿Qué es una verdadera izquierda democrática? ¿Qué piensa el Polo acerca de los problemas económicos, de seguridad, sociales y culturales de los colombianos? ¿Qué piensa sobre la amenaza totalitaria que se cierne sobre América Latina? El Polo no piensa nada al respecto. No sabe, no discute nada. No vota nada. Todo lo contrario, el Polo se dice “democrático” pero estima que la democracia en América Latina es amenazada por los Estados Unidos y no por las ambiciones de Caracas y de sus aliados rusos, bielorusos e iraníes. 
 
El Polo es un partido rarísimo donde la discusión de los temas cruciales y actuales de Colombia es substituída por discusiones esotéricas sobre mecanismos internos. Sin los cuales las fracciones que coexisten en ese partido no podrían soportarse. Empero, los ideólogos del Polo se concentran en un tema: ver cómo logran que en 2010 el núcleo central de ese partido (10 senadores y 8 representantes) arrastre en la próxima elección presidencial a la masa de indecisos, a los liberales “de avanzada”, estilo Piedad Córdoba, a los conservadores “progresistas” del Nuevo Siglo, a los “visionarios” de Antanas Mockus, al grupo de Sergio Fajardo, a los de Opción Verde, y a cuanto grupo minoritario antiuribista, violento o no, exista en el país. ¿Para hacer qué? Para desmantelar lo hecho por el Gobierno y el país en los ocho últimos años.
 
No extrañó por eso que las FARC le enviaran a Carlos Gaviria una carta en la que dicen que se ponen del lado del Polo en su lucha para impedir la continuidad del uribismo y de las estrategias de seguridad del Gobierno. Eclipsado rápidamente por la prensa, tal incidente es muy diciente. Hay que destacar que la carta de las FARC fue rechazada púdicamente por dos o tres personalidades menores de la dirección del Polo, pero no por ésta, ni por Carlos Gaviria. Las FARC cuentan, pues, con el Polo para que el país regrese, en agosto de 2010, a las delicias de los  tres mil secuestrados al año y de los 150 pueblitos destruidos en promedio con las bombonas de los artilleros de las FARC, en nombre de la lucha por “una sociedad más justa, más incluyente, más equitativa”. Es lo que ellos llaman “consolidar el Estado Social de Derecho”.
 
Sin embargo, hubo una resolución que sí fue votada: la que pretende que en Colombia se debe despenalizar el consumo de drogas alucinógenas. Es más, parece (pero la prensa es muy discreta al respecto) que Carlos Bula, secretario general del Polo, propuso algo peor: la “despenalización total del proceso de la droga”, es decir del consumo y de la producción de drogas. Tal resolución, grotesca por sus alcances y vergonzosa por su cobardía, hace del Polo un partido enemigo de la juventud y de la salud pública. En las sociedades donde tal adefesio fue experimentado fueron los jóvenes los que pagaron el precio más alto, en beneficio de los narcotraficantes.
 
Tal enfoque se ha convertido en un distintivo de los partidos “bolivarianos” del continente. La revolución, dicen, debe tener una visión “flexible”, no “autoritaria” (léase norteamericana) del problema de las drogas.  La droga puede ser un trampolín para la conquista del poder. La historia de Evo Morales hace soñar a algunos en el Polo.   
 
 La decisión central del congreso del Polo fue puramente mecánica: ir con candidato propio en 2010. Es decir, tratar de construir un frente electoral con un grupo heterogéneo de partidos, pero a condición de que todos ellos acaten la férula del Polo. Basado en la creencia de que el Polo es el único factor aglutinante de los enemigos de la Seguridad Democrática, ese enfoque es sectario y no funcionará.
 
 La otra decisión votada es la de escoger en 2009 un candidato presidencial del Polo “a través de una consulta abierta”. La “consulta abierta”, ya utilizada hace unos meses, no es democrática. En Europa, ningún partido serio, ya sea de izquierda o de derecha, acepta que personas ajenas a su partido puedan inmiscuirse en la vida interna de éste. En Francia, Segolène Royal fue elegida candidata presidencial por los miembros del Partido Socialista, carnetizados y al día con las cotizaciones, y no por el primer aparecido. Quienes impulsan el sistema espurio de la “consulta abierta” pretenden no dejarse contar en esos comicios internos. Por otra parte, le retiran a los adherentes del partido su derecho a escoger y le otorgan a otros ese derecho. Al permitirle a otra gente, adversa o no, interferir en su partido, el Polo le abre las puertas a las FARC y al ELN para que intervengan por esa vía en sus escogencias internas. ¿Qué valor puede tener un candidato del Polo escogido en esas circunstancias?

 
 
Eduardo Mackenzie. Periodista, última obra publicada: Les FARC où l’échec d’un communisme de combat. Colombie 1925-2005