Petróleo barato: cuidado con lo que se desea
por Isaac Martín Barbero, 5 de febrero de 2008
Dada la ligereza con la que se recurre a acusar al crudo, ya sea de la inflación mundial unas veces ya sea de la recesión global otras, se entiende que los más ávidos de encontrar razones en los que cifrar esperanzas crean ver en la caída del petróleo la salvación. Sin embargo, antes de descorchar el Cava, convendría pensárselo dos veces.
Aunque parezca difícil de creer, hace menos de una década la misma prestigiosa publicación que ha empezado este 2008 con un artículo sobre las repercusiones de un barril a 100 dólares apuraba el siglo XX pronosticando un precio de cinco dólares. El contraste entre ambos horizontes, más que hablar de la incapacidad de los expertos para adivinar el futuro ilustra la sensibilidad del precio del petróleo a la evolución de algunas variables esenciales para entender la coyuntura geo-económicas presente. El contraste entre la promesa de final de los noventa y la realidad actual puede caracterizarse en torno a siete ejes:
1. A finales de los noventa, el sueño de incrementos indefinidos de productividad, el delirio puntocom en las economías de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la sucesión de batacazos en el mundo emergente (descalabro del sudeste asiático, quiebra rusa, marasmo indio y crisis cambiaria brasileña) llevaron a algunos a anticipar un mundo en el que el factor energía tendería a perder importancia. Por el contrario, hoy, aun sin conocer el pleno alcance de la crisis internacional que se está iniciando, cabe afirmar que el crecimiento económico mundial -el mucho o poco que haya-seguirá siendo protagonizado por las grandes economías emergentes (India y China) tan renombradas por su capacidad de crecer como por su fabulosa ineficiencia energética.
2. Por el lado de la oferta de crudo, entonces las restricciones parecían sólo poder venir motivadas por la escasez de inversión en una industria que, salvo el paréntesis de la primera Guerra del Golfo, había sufrido casi quince años de caídas de precios, disensiones en el seno de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) y una falta de concertación crónica entre éstos y los productores ajenos al cártel. La situación es hoy muy diferente: la mayoría de los países dentro y fuera de la OPEP producen cerca de sus máximos y los acuerdos entre productores dentro y fuera de la organización son moneda corriente.
3. Desde el punto de vista de la empresa petrolera, los gestores estatales han ganado terreno en la última década desde Rusia hasta Venezuela. Las empresas nacionales no necesitan importar capital y además han logrado establecer fuertes posiciones en los mercados de destino por la vía del control de empresas de distribución y refinerías.
4. En general, la tendencia hacia la privatización de las esferas económicas ha recibido un fuerte frenazo a nivel global. Ha retrocedido la confianza en las soluciones de mercado y han resurgido las retóricas antiimperialistas con diversos etiquetados a cuyo calor han proliferado la renacionalizaciones, el levantamiento de barreras y la multiplicación de incertidumbres que penden sobre las inversiones internacionales.
5. El desbordamiento de la retórica y de la práctica antiglobalizadora han tenido lugar en un contexto de incremento de la intensidad y el número de los conflictos internacionales. El sueño de paz, acariciado tras el derrumbe del Muro de Berlín y la cumbre árabe-israelí de Madrid contrasta con realidades como el 11-S, la Guerra de Iraq o las tensiones en torno a proliferación iraní concentradas todas éstas en la zona del mundo de la que depende el suministro mundial de crudo.
6. La preocupación medioambiental se ha traducido en un incremento de los controles sobre refinerías y buques que transportan crudo pero también en la cancelación de proyectos de generación de energía nuclear. Así, al tiempo que se ha incrementado la demanda de combustibles fósiles se han elevado los costes de satisfacción de esta demanda.
7. En último lugar, la otrora robusta economía americana de finanzas públicas saneadas y poseedora de la única auténtica moneda de reserva ha dejado paso a una realidad en la que el billete verde ha de competir estructuralmente con el euro además de verse lastrado por una coyuntura que combina importantes déficits fiscal y exterior.
Precisamente, ha sido la debilidad del dólar la que ha permitido acomodar el dramático encarecimiento del petróleo y ha amortiguando, hasta el momento, el impacto de una energía extraordinariamente encarecida. Sin embargo, en un contexto de sobreendeudamiento, la caída en valor de los activos denominados en dólares ha terminado por ocasionar dificultades a un número creciente de entidades financieras y empiezan a acumularse los signos de agotamiento. El déficit exterior americano no responde al estímulo que supone una divisa débil y el gobierno americano ha decidido enfrentar la amenaza de recesión con las armas del keynesianismo (subir el gasto, bajar los impuestos, endeudarse y presionar a la Reserva Federal para que baje el precio del dinero). Los mercados han dado muestras de dudar de estas medidas y han empezado a poner también en tela de juicio la viabilidad de que la economía mundial pueda neutralizar el impacto de las dificultades americanas. Lo paradójico del asunto es que mientras las bolsas caían, el dólar se ha apreciado ligeramente y el barril se ha abaratado. Los que veían en un dólar barato y un petróleo caro la causa de todos nuestros malos económicos, es dudoso que vean ahora disiparse la crisis de la mano de crudo abaratado. Es más, visto lo visto, en ausencia de cambios profundos -y que necesariamente requerirán tiempo- toda nuevo abaratamiento del petróleo es probable que nos cueste caro.
Isaac Martín-Barbero es abogado y economista. Especializado en Estrategia, Relaciones Internacionales, Negociación y Comunicación Corporativa ha asesorado a altos responsables en el sector privado y la Administración Pública en materias relativas a finanzas y negocios internacionales y seguridad. Fue asesor en el Ministerio del Interior y ha colaborado con el DoD, el National Intelligence Council y Oxford Analytica. Tras dedicarse un tiempo a asuntos europeos y de América Latina, ha vivido y trabajado en Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Imparte docencia sobre Globalización y Negocios dentro y fuera de España. Ha publicado en El Instituto Elcano, Expansión, El Mundo, Capital, Economía Exterior, entre otros.