Pesadilla de Corea: Los horrores de la vida en el Norte

por Peter Brookes, 18 de octubre de 2006

(Publicado en The Heritage Foundation, 16 de octubre de 2006)
 
 
Por mucho problema que la dictadura estalinista de Corea del Norte dé al resto del mundo, lo que inflige sobre su población cautiva es de lejos muchísimo peor. La vida en ese estado policial bajo el puño de hierro de Kim Jong Il es una pesadilla infernal.
 
Es el país más represivo del planeta, bajo el absoluto control del “Querido Líder” Kim. El miedo, la intimidación y la propaganda extrema dominan cada aspecto de la sociedad.
 
Desde fuera puede parecer cómico - como el reciente alarde de Pyongyang sobre que Kim, siendo la primera vez que jugaba al golf, había conseguido 11 hoyos en uno, de los 11 hoyos que había jugado. De alguna forma, esta mentira colosal era supuestamente para realzar la imagen del tirano. 
 
Pero echemos un vistazo detrás de la Cortina de Hierro de Kim.
 
Una comisión americana sobre la libertad religiosa a nivel internacional (U.S. Commission on International Religious Freedom) informaba en 2005: “Prácticamente no hay libertades personales en Corea del Norte”. En realidad todas y cualquiera de las libertades civiles son consideradas una amenaza para el régimen. 
 
La radio y la televisión están cableadas a frecuencias preprogramadas, por ese conducto los norcoreanos están sujetos a una propaganda constante, música marcial, películas de segunda sobre la Guerra de Corea (esta vez, ganan). De todos los hogares cuelgan las fotos del “Querido Líder” y de su padre “El Gran Líder” Kim Il Sung.
 
Los crímenes en la “tierra de Kim” incluyen desertar (o intentarlo), calumniar a Kim o al gobierno, escuchar emisiones de programas del extranjero, leer material “subversivo” - incluso sentarse en un periódico que tenga la foto de Kim.
 
El no seguir las reglas puede significar un balazo en la cabeza o condena en uno de los 7 gulags políticos de Kim, campos de trabajos forzados en los que hay más de 200.000 hombres, mujeres y niños. La Coalición de la Libertad norcoreana estima que de 400.000 a 1 millón de presos políticos han muerto, algunos en cámaras de gas, en estos campos desde que se montaron en 1972.
 
El régimen ha sido acusado de usar a los presos políticos como conejillos de Indias en experimentos médicos. Las ejecuciones públicas de prisioneros torturados son algo corriente. 
 
Un ex guardia de prisiones de Corea del Norte que desertó, contaba: “Me entrenaron a no tratar a los prisioneros como seres humanos... golpearlos y matarlos es algo cotidiano... sólo son como perros o cerdos”.
 
El delito de una sola persona puede hacer que toda una familia - a veces hasta 3 generaciones - sea enviada al gulag. Las presas que salen embarazadas - a veces debido a violaciones cometidas por los guardias - a menudo son sometidas a abortos forzosos. El infanticidio, a manos de los guardias, también es algo que sucede allí.
 
Para empeorar las cosas, Corea del Norte ha estado luchando contra la hambruna desde 1995. Los desastres naturales como las inundaciones anuales son responsables de una parte de la escasez de alimentos pero la mayor parte se debe a políticas fracasadas de agricultura y economía.
 
Como resultado, hasta 2.5 millones de personas (de una población de 22 millones) han muerto por inanición o enfermedad en la última década. Aunque los números exactos son casi imposibles de conseguir, se cree que el 7% está muriéndose de hambre y el 37% son malnutridos crónicos, según informa Freedom House.
 
Todavía más trágico es que muchos niños nacidos durante la hambruna se han quedado huérfanos y sufren discapacidades mentales y físicas debido a la severa malnutrición a edad temprana. Los desertores han informado de casos de canibalismo.
 
Y aunque Corea del Norte ha recibido influjos masivos de comida como ayuda internacional, grupos de ayuda humanitaria afirman que Pyongyang usa los alimentos como arma, dirigiendo la ayuda a los segmentos más leales de la sociedad mientras que se la retiene a otros. La gente ha subsistido gracias a ramitas, cortezas de árboles y césped durante años. Las cooperativas locales mezclan césped con grano para producir “Comida Frankenstein” horrorosa y de un triste color verde oliva.
 
Hasta unos 300.000 norcoreanos han huido al norte de China. Pero Pekín no permite que los grupos de ayuda humanitaria asistan a esta gente (por temor a alentar a otros), por tanto los refugiados son explotados por la gente local llegando incluso a la casi esclavitud,  prostitución o los regresan como criminales, a una muerte casi segura.
 
Mientras la gente común se muere de hambre, la élite gasta millones en lujos. La factura de cognac de Kim es de 500.000 dólares anuales. Cuando tiene un antojo, envía a su cocinero personal al extranjero para que vaya a buscar su bocado favorito. Y luego están los “equipos de felicidad” femeninos del Querido Líder.
Corea del Norte gasta un tercio de su PIB en un ejército de un millón de hombres, misiles balísticos y un caro programa de armas nucleares, mientras que los hospitales del país, deseperademente escasos de medios, son poco más que residencias de enfermos terminales.
 
Puede que el régimen tenga un arma nuclear, pero ha tenido un arma de destrucción masiva durante años. Desgraciadamente, para la gente norcoreana esa arma de destrucción masiva es su “Querido Líder”, Kim Jong Il.


 

 
 
Peter Brookes ha sido Vicesecretario Adjunto de la Secretaría de Defensa de Estados Unidos y asesor del Presidente George W. Bush.

Como alto miembro de la Fundación Heritage, Peter Brookes se encarga de comunicar la posición de la Fundación en temas de política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos, Asia, el Pacífico y de terrorismo a través de diversas apariciones en programas de televisión a nivel nacional e internacional, con entrevistas, investigación de temas específicos, testimonios ante el Congreso de Estados Unidos y conferencias internacionales. Entre sus muchos cargos es actualmente Director del Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.
 
 
©2006 Traducido por Miryam Lindberg