Las fuerzas de seguridad afganas han frustrado lo que podría haber sido otro gran ataque en la capital de Afganistán. Tres militantes pakistaníes y dos afganos, capturados con diez toneladas de explosivos, así lo han confesado. Por otra parte, también ha sido detenido un grupo de terroristas de la red Haqqani que planeaba el asesinato del vicepresidente Mohammed Khalili.
Afganistán está inmerso en plena ofensiva de primavera. Los primeros ataques han sorprendido tanto a los militares como a la inteligencia occidental por su sofisticación y su buena sincronización. Para algunos expertos es una muestra de la evolución de la red Haqqani –principal motor de a violencia en el este de Afganistán– que ha pasado de clan criminal a convertirse en todo un brazo armado. La buena noticia es que la respuesta de las fuerzas afganas a los recientes ataques ha sido alabada por las fuerzas internacionales. Sin embargo, el hecho de que decenas de terroristas puedan cruzar la frontera pakistaní y recorrer cientos de millas para atacar lugares supuestamente protegidos y al mismo tiempo es un fracaso de la OTAN, además de poner en evidencia muchas deficiencias de inteligencia. ¿Será capaz Afganistán de frenar este tipo de asaltos después de 2014?
Difícil repuesta. La buena noticia es que, después de más de un año de negociaciones, afganos y norteamericanos han llegado a un ansiado acuerdo sobre la presencia de Estados Unidos en el país asiático más allá del 2014. No obstante hay aún importantes puntos que perfilar relacionados con la naturaleza, la función, el número de tropas y la ayuda económica norteamericana. Pero aunque algunos subrayan la vaguedad del documento, es una muestra del intento de recuperación de las relaciones entre ambos gobiernos, y del deseo de Estados Unidos de seguir comprometidos con la sociedad civil afgana.
La nueva alianza estratégica, que deberá ser firmada por los presidentes de ambos países antes de la cumbre de la OTAN, garantiza que Washington no pondrá fin de manera abrupta a su presencia en Afganistán. Es un mensaje para talibanes e insurgentes, para los países vecinos y también para los aliados, que a partir de ahora pueden negociar su presencia a sabiendas de lo que harán los americanos. Otros países, como Rusia y China, también se están posicionando de cara al 2015. Ambos quieren ganar influencia en el país y estrechar lazos con el gobierno. Rusia trata de resurgir como gran potencia y contener la presencia de Estados Unidos en Asia Central, y para ello cuenta también con Afganistán. Moscú ha invertido grandes cantidades de dinero en infraestructuras y ha acogido varias cumbres con representantes de Pakistán, Afganistán y Tayikistán. China por su parte ha incrementado considerablemente su ayuda económica desde 2002, aunque todo indicia que ésta se elevará de manera notable cuando las tropas internacionales se vayan. Ellos también quieren ser los futuros aliados de Afganistán más allá del 2014. Veremos qué pasa y en qué situación queda el país para entonces.