Objetivo Haradhere

por Óscar Elía Mañú, 23 de noviembre de 2009

(Publicado en La Gaceta, 21 de noviembre de 2009)

Lo más sorprendente de todo el asunto de la piratería en Somalia, tras el éxito de los piratas con el Alakrana, es saber que de ellos lo conocemos casi todo. Entre secuestro y negociación, pago y rescate, llenamos sus ciudades de intermediarios, servicios de inteligencia y periodistas. Por ellos conocemos sus casas, sus puertos, sus barcos nodriza, los todoterrenos que conducen; hasta los nombres de los cabecillas más importantes. De pocos enemigos podrá occidente reconocer que conoce tanto como de los desarrapados piratas que atacan nuestros barcos.
 
Con armas antiguas, sin instalaciones o cuarteles ocultos, sin bunkers ni sistemas defensivos de ningún tipo, no constituyen un objetivo difícil para Europa o Estados Unidos: las mansiones donde los jefes preparan los ataques, los puertos de donde salen cargados de hombres y armas, los barcos-nodriza y los fueraborda son objetivos fácilmente eliminables desde tierra, mar, aire o mediante una combinación de ellos.
 
Se mostrarán dos objeciones. La primera, por la posibilidad de complicaciones que empantanen a las tropas sobre el terreno causándoles bajas. La segunda, por evitar las bajas de los propios piratas, lo que descarta además el uso de minas, aviones o misiles guiados. Objeciones que muestran qué es lo que aquí está fallando: mientras ellos están dispuestos a usar la fuerza contra nosotros, nosotros no la queremos usar contra ellos. En consecuencia, débiles o no, los piratas ganan y nosotros perdemos.
 
Desembocamos en el principal problema, que es el de la voluntad. No se trata de un problema de capacidades que a occidente le sobran, sino de su voluntad para acabar con el crimen y restaurar la paz, la libertad marítima e incluso la libertad en tierra, porque Hobyo o Haradhere son ciudades donde la única ley es la que imponen los pistoleros que secuestraron el Alakrana. Todos los caminos pasan por ir a buscarles allí y acabar con ellos antes de que vuelvan a atacar. Poder, podemos. ¿Queremos?