Obama y la recta intención
por Óscar Elía Mañú, 15 de diciembre de 2009
(Publicado en La Gaceta, 11 de diciembre de 2009)
Recogiendo las reflexiones ético-políticas de San Agustín y del pensamiento griego y romano, Santo Tomás de Aquino elaboró la doctrina de la "guerra justa". El Doctor Angélico estableció ciertos requisitos indispensables: que fuese la última opción; que fuese declarada por la autoridad legítima; y que tuviese recta intención (intentio recta). Posteriormente, los teólogos y juristas de nuestra Escuela de Salamanca, Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, completaron la teoría, y la adaptaron a la modernidad y al Derecho Internacional.
La doctrina ha sido el referente de todos los que históricamente han guerreado. Pero una cosa es apelar a ella y otra llevarla a cabo. Nadie en la Historia ha llevado a cabo una guerra que no considerase justa. ¿Es entonces algo relativo? No. Hay forma de objetivar al menos la intentio recta; buena voluntad respecto al origen, prudencia respecto a su conducción y claridad respecto a los fines. La guerra es el reino del azar, decía Clausewiz, y nada garantiza el acierto estratégico y moral. Pero la buena voluntad es al menos requisito indispensable.
En su discurso en Oslo, Obama apeló a la "guerra justa", usando la retórica de la guerra contra el terrorismo, por la libertad, contra la dictadura. Pero esta "guerra justa" no es ni más ni menos justa que la "guerra justa" de Bush. De hecho es la misma. La diferencia es que Bush afirmaba con descarnada sinceridad, ya en 2001, que la guerra sería larga y la lucha difícil. A nadie quería engañar, y el soso tejano sólo prometió lo que podía: sacrificios. Por el contrario, el postmoderno Obama habla de "guerra necesaria", y promete que no habrá más sacrificios, y que esta vez será corta. Contradictio in terminis, que diría Tomás de Aquino: o una cosa o la otra. Pero no es un error intelectual, sino un vicio moral; el pirotécnico Nobel de la Paz habló de "guerra justa" de manera retórica y propagandística. Aplausos no faltan. Lo que falta es recta intención.