Notas sobre alianzas y capacidades de España

por Juan F. Carmona y Choussat, 23 de octubre de 2015

 1. España en sus alianzas

 
·      La integración en Europa. La Europa inerme, la UE. Las cooperaciones reforzadas;
·      El ejército europeo, la OTAN. Disuasión del Este, disuasión del Sur;
·      El aliado por excelencia: USA;
·      El papel de España ante el inmediato entorno geoestratégico. Los Estados barrera. La crisis de seguridad;
·      Las alianzas ante el futuro. Se cierra un ciclo.
 
2. Las capacidades de España
 
·      La conciencia de defensa nacional;
·      El marco presupuestario y la disuasión creíble;
·      Multilateralidad y externalización;
·      La reafirmación de las virtudes militares. El pueblo español, capacidad decisiva
 
 
Sigue el texto de la ponencia dictada en la sede de FAES el martes 13 de octubre de 2015:
 
Tanto las alianzas como las capacidades son medios para un fin. Carecen de sentido sin un fin que las justifique. Este fin debe ser el que se ajuste a la defensa de los intereses de España generando el suficiente nivel de disuasión como para garantizar la paz y la seguridad.
 
1. España en sus alianzas
 
 “Las alianzas prosperan cuando contraen compromisos morales y emotivos que van más allá de los documentos jurídicos” Henry Kissinger.
 
El Reino de España se integra, como es notorio, a través de diversos tratados internacionales en numerosas alianzas políticas y militares. Algunas son tan multilaterales como omnicomprensivas, como la ONU, y otras tienen un marco más asumible y unas competencias más específicas además de gozar de un tipo de integración más avanzado, como la UE. Las hay muy específicas, como la OCDE en economía o el Consejo de Europa en materia de derechos humanos o la Agencia Espacial Europea. Entre estas últimas está la OTAN cuya naturaleza militar es un corolario del entorno histórico y geoestratégico posterior a la IIGM y se relaciona directamente con la creación de un espacio de estabilidad y progreso en una parte esencial de Occidente por su preservación de la paz.
Más allá de esto, España pertenece a este tipo de organizaciones o incluso se alía coyunturalmente para tal o cual proyecto militar, como con Francia en Mali, por una serie de razones que incluyen desde la necesidad política y las relaciones internacionales a la seguridad, pasando por los intereses burocráticos concretos del momento. Pero sustancialmente esta pertenencia responde a una elección geoestratégica previa: el mantenimiento de la disuasión, la preservación de la paz y la protección de nuestros intereses, vinculados a los de Occidente, concretamente el Occidente Europeo y fundados en una serie de valores tanto jurídicos en sentido extenso – las democracias liberales – como históricos y tradicionales: la pertenencia a Europa o lo que es lo mismo la existencia de tres raíces: romana en cuanto al orden jurídico, griega en cuanto al orden filosófico y de pensamiento y judeo-cristiana en cuanto al orden espiritual. Nada de lo que sigue, que no es sino una presentación sobre el estado actual de nuestras alianzas, se entiende sin tener en cuenta este punto de partida.
 
·      La integración en Europa. La Europa inerme, la UE. Las cooperaciones reforzadas
 
La primera pieza de nuestro entorno es la UE, cuya relevancia militar es prácticamente nula, pero al ser política y económicamente fundamental y por tanto, decisiva para lo castrense, es esencial tenerla en cuenta.
 
Podemos hacerlo partiendo de la creciente insistencia en crear una cooperación europea ante la creación de un vacío de seguridad que causan las omisiones de los Estados Unidos los últimos años. De una primera aproximación se advertirá la práctica imposibilidad de lograrlo, conclusión que convendrá tener en cuenta más adelante.
 
Es evidente que la inseguridad, especialmente en el entorno Mediterráneo sur ha entrado en una especial creciente de consecuencias negativas. Hay hoy fuerzas militares nacionales europeas en un sinfín de misiones internacionales ONU por ejemplo. Se puede mencionar la FINUL con la más notable presencia española o la participación de la Armada en la protección de los buques en el Índico o las que llevan ayuda humanitaria aquí y allá. Y sin embargo, la inquietud es creciente por la guerra de Siria con su generación de refugiados superior a ningún momento desde la IIGM, la amenaza creciente de Rusia con su anexión de Crimea y hostigamiento permanente de Ucrania y los países bálticos. ¿Quién conoce cómo evolucionarán Libia o incluso Egipto o zonas del Magreb? Cuando por primera vez desde el final de la Guerra Fría aviones rusos y americanos sobrevuelan el mismo país, Siria, donde se han producido un cuarto de millón de muertes por guerra y un éxodo sin precedentes, con su repercusión en ataques terroristas en Europa, es evidente constatar una amenaza que puede acabar haciendo quebrar la disuasión.
 
La UE, a pesar de las divergencias entre los miembros de una y otra organización, tiene ya un ejército, y ese ejército es la OTAN; sin embargo las reticencias que se observan en el gasto al respecto y al uso del poder tradicional hacen que la supervisión de acuerdos como el de Minsk entre la UE y Rusia sobre Ucrania, dependan de buenas voluntades, situaciones coyunturales y el empuje variable de la OTAN.
 
Ahora bien, es evidente que no sólo el nuestro, sino todos los ejércitos nacionales de Europa, con la relativa excepción del francés, inglés griego o turco, son insuficientes ante las amenazas ya citadas y otras vinculadas como el terrorismo. Además esto lo confirma el hecho de que las actuaciones unilaterales sean tan escasas desde hace tantos años.
 
Es decir que son las insuficiencias nacionales, especialmente en materia de presupuesto y eficiencia las que abonan las tesis de la cooperación en esta materia tan estrechamente identificada con la soberanía nacional.
 
Cuando sucedieron los atentados del 11 de septiembre de 2001 se abrió un entorno geoestratégico desconocido hasta entonces y que los europeos han tardado en reconocer, y aún hoy lo hacen reticentemente. La Guerra contra el Terrorismo que entonces declaró USA fue más ridiculizada que estudiada y buena parte de los males que hoy nos aquejan proceden de la confusión geoestratégica generada por el escaso entendimiento de lo que ha sucedido desde entonces. Sin embargo, en enero de este año un primer ministro europeo nacido en España, declaró que Francia estaba en guerra, sin que su presidente Hollande dejara entender otra cosa, porque dos ciudadanos franceses que habían acudido y regresado de Yemen y Siria respectivamente habían matado a una veintena de personas en París.
 
Francia, velis nolis, puede permitirse hacer algunas intervenciones considerablemente independientes aquí o allá: ayer en Mali, hoy en Siria, en esa vaga coalición coyuntural en la que no sólo está Occidente. No es el caso de España, pero sí comparte los problemas. Cuando leemos en los diarios el número de yihadistas detenidos en España y el cálculo de las autoridades acerca de los que se considera que residen en España, se advierte que las proporciones no son muy distintas a las francesas, y que son aterradoras.
 
En el fondo se opera en una situación que es la siguiente: combatimos se quiera o no una hidra de dos cabezas constituida por los regímenes tiránicos y sanguinarios, promotores del terrorismo internacional, como los de Asad o Jamenei; y los grupos terroristas suníes otrora financiados por las satrapías del Golfo y hoy relativamente independientes como los talibán y esa escisión de Alqaeda minusvalorada hasta ayer conocida como el Estado Islámico. Generan inestabilidad y violencia o declaran guerras asimétricas contra Occidente fundadas en el uso del terrorismo y la protección tras la población civil.
 
La política exterior y de seguridad (que incluye la Política Común de Seguridad y Defensa) es notoriamente inerme frente a estas amenazas, pero requiere tener la suficiente sangre fría como para reconocer la existencia de un problema común que es imperativo tratar de resolver, militarmente, a través del existente ejército europeo que es la OTAN. Un reconocimiento expreso de la UE, la primera de las alianzas en que nos integramos, en este sentido sería valioso. Paradójicamente es la tibieza de los americanos al respecto la que podría presentarse hoy como un impedimento para esto. También lo es evidentemente esa constante infradotación económica de la alianza por la vertiente europea.
 
Ciertamente la UE cuenta con instrumentos burocráticos y administrativos para funcionar militarmente: Tiene una Alta Representante de Política exterior que coordina y da coherencia a la acción exterior en su conjunto, tiene un servicio de acción exterior, tiene un estado mayor de la defensa que se ocupa de estudios y análisis geoestratégicos, tiene un comité político y de seguridad dependiente del COREPER; tiene un comité militar encargado de hacer recomendaciones y emitir opiniones, tiene una Agencia Europea de Defensa y tiene incluso un centro de satélites en Torrejón. Pero no tiene la voluntad ni la competencia de ser relevante militarmente.
 
Hay sin embargo un elemento tangencial a la Defensa que ha adquirido súbitamente una relevancia capital por el desmesurado número de refugiados de guerra que está generando el conflicto sirio. Se trata de la política de inmigración que está llevando a una cooperación reforzada aplicada sobre la marcha de visados, asilo, refugiados, políticas de procesamiento e integración. Y un sistema de control y policía de fronteras en el que se intercambia información y se unifican criterios en las entradas de la UE y en la que intervienen militares.
Está siendo relevante también en este sentido la cooperación en la integración de las fuerzas navales y de guardacostas de los países del sur de Europa (Italia y España, Portugal y Grecia), coordinando y realizando actuaciones conjuntas para el control de las aguas territoriales y el salvamento de inmigrantes en el Mediterráneo.
 
Se puede mencionar en este sentido la operación nombrada “Sofía” de lucha contra las mafias de inmigración del Mediterráneo. Opera en aguas internacionales y puede abordar los barcos sospechosos. Su intervención en aguas libias está supeditada a la obtención de un mandato de la ONU que podría producirse una vez que se logre un gobierno de unificación en Libia.
 
Otro aspecto relevante es la reducción de los costes vinculados a la contratación de material de Defensa que pretende la Agencia Europea de Defensa.
 
El ámbito de la UE está cada vez más marcado por dos datos básicos: que las disminuciones de presupuestos que han venido sucediendo son una oportunidad para agencias como la Agencia Europea de Defensa para compartir recursos los Estados en materia de seguridad y por el hecho del progresivo retraimiento de los USA en la Defensa de Europa.
 
La defensa crea innovación tecnológica y empleo, pero la generación de intereses comunes europeos por encima o compatibles con las industrias nacionales de Defensa es por el momento una quimera.
 
La opinión pública española, especialmente en épocas de declive económico, tiende a considerar los gastos en Defensa como dispendios. Y sus recortes, siempre insuficientes. Sin embargo el caos creciente en la orilla sur del Mediterráneo puede obligar a recapacitar.
 
La generación de un nivel de disuasión suficiente requiere la capacidad de poder ejercer la fuerza que pueda servir de soporte a las acciones diplomáticas, de ayuda al desarrollo y de cooperación económica. Sin ella no se puede preservar la paz y la paz es la premisa más relevante  para el progreso económico. Por costosa que sea la paz siempre lo es menos que la guerra.
 
·      El ejército europeo, la OTAN. Disuasión del Este, disuasión del Sur
 
Pero para España, la alianza militar europea por excelencia, es la OTAN.
Actualmente la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) se ve obligada a tomar decisiones disuasorias que podrían calificarse de emergencia, debido a la situación marcada por la crisis ucraniana, el enfriamiento de la relación con Rusia y la expansión de las consecuencias de la guerra sira, mientras se adoptan las decisiones estratégicas que se adapten correctamente al marco cambiante.
 
Esto es así al menos desde la cumbre de Norfolk en 2014, cuando se decidió la misión de vigilancia aérea del Báltico y el denominado Nato Readiness Action Plan: del que se derivan la creación de la fuerza de reacción inmediata y el establecimiento de seis pequeños cuarteles generales en el Este, hoy ampliados a ocho.
 
La alianza ha abierto así seis unidades permanentes de coordinación en Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía y Bulgaria. Se planea su ampliación a Hungría y Eslovaquia.
 
Esto quiere decir que, en principio, el foco de atención se alejó del Mediterráneo. Pero la situación es tan cambiante y la aparición del mismo actor que obligó a las medidas de disuasión en el Este en el flanco Sur, Rusia, incrementará sin duda la inquietud de la OTAN por multiplicar sus medidas y anuncios.
 
Es cierto que España liderará en 2016 la fuerza de reacción inmediata. El Ejército español aportará la mayor parte de las fuerzas (unos 4.000 de los 5.000 soldados) de la fuerza de reacción inmediata (Very High Readiness Joint Task Force) que tendrá un formato permanente a partir de mediados del año próximo. Esta fuerza tiene por vocación poder desplegarse en muy pocos días. La intención es evidente: anunciar con el mayor bombo y platillo que la OTAN existe y está en condiciones de resistir militarmente un acoso ruso, precisamente para evitar tener que hacerlo.
 
El secretario general de la organización ha podido así declarar: "Todo lo que hagamos para reforzar nuestra protección colectiva estableciendo esta nueva fuerza (de despliegue rápido) es defensivo". Busca garantizar el principio básico de la OTAN: la defensa colectiva de sus miembros.
 
Hay pues una reacción de la OTAN, aunque algo tímida, cautelosa y en algunos casos contradictoria con las actuaciones diplomáticas e incluso militares de su mayor contribuyente. El resultado es un cierto desequilibrio con los peligros más cercanos a España y una cierta diversificación de esfuerzos burocráticos en sentidos no siempre coherentes. Los potenciales enemigos, al advertirlo, eliminan el elemento de disuasión, único de los elementos de la Defensa que se está teniendo en cuenta de momento.
 
Con todo, la presencia militar de la Alianza a las puertas de territorio ruso nunca había sido tan grande desde la Guerra Fría.
 
En este ámbito hay pues un horizonte definido y escasas ganas de variar la voluntad política. En Bucarest se celebrará este noviembre una cumbre regional para debatir la situación en la zona del Este.
 
Ahora bien, la materialización de las amenazas también se plantea en el Sur. Así, el secretario general Stoltenberg se ha referido también a que "el extremismo violento se está extendiendo" en el norte de África. "Y en nuestros propios países" ha habido actos terroristas.
 
La OTAN ha decidido, por tanto, dar un paso en la lucha contra el Estado Islámico (EI) en Irak. La Alianza, buscando "proyectar la defensa y seguridad en Oriente Próximo y África del Norte” ha aprobado una misión para entrenar a las tropas del Gobierno iraquí en bases de Jordania y Turquía, socio y miembro de la organización respectivamente.
 
En sentido similar, la actuación de la OTAN respecto a otros horizontes que no sea el Oriente de Europa,  prolongará su misión en Afganistán más allá de 2016.
Afganistán ocupó ya un lugar privilegiado, mucho antes de que se empezaran a pasar apuros en Kunduz, última ciudad recuperada a los Talibán en su día y hoy primera en estar a punto de ser perdida. En todo caso, el deterioro de la situación ha obligado a abandonar cualquier idea de retirada. En suma, la Alianza Atlántica prolongará su misión Apoyo Decidido en Afganistán más allá de 2016.
La Cumbre de Varsovia, en julio de 2016, debería poder permitir reevaluar la estrategia para no estar siempre tan pendientes de medidas disuasorias ad hoc.
Resumiendo, una atención menor a los problemas que específicamente preocupan a España salvo acaso el control de la emigración que, además, de momento escapa de los controles militares, salvo en lo relativo a la persecución de las mafias, transitando hacia una labor de control de urgencias muy polivalente pero escasamente efectiva. Meramente disuasoria más en palabras que en hechos.
 
Hay un escenario de crisis que abarca desde Ucrania a Afganistán pasando por Yemen, Irán, Libia o Siria. Esta multiplicación de los fallos en la disuasión está convenciendo a la Alianza de incrementar su visibilidad.
 
Que se anuncie que  los detalles de la nueva operación en Afganistán se fijarán en la reunión de Varsovia a mediados del próximo año parece demasiado poco.
La inseguridad creciente obliga a una revisión global de la estrategia más que a una respuesta coyuntural sujeta a fallos en la disuasión.
 
·      El aliado por excelencia: USA
 
Estados Unidos es el aliado militar más importante de España. Su actitud en los últimos tiempos es preocupante por lo que implica de abandono de zonas de influencia a poderes invasivos especialmente peligrosos. Así, en el último ejemplo, USA cerró 15 instalaciones militares en Europa occidental. En teoría Washington las traspasará hacia antiguos satélites soviéticos en el Este.
Sin embargo este anuncio realizado significa como poco el  cambio de prioridades militares de Estados Unidos en Europa y como mucho, el paso a otro modelo distinto a la Pax Americana de la que viene gozando Europa los últimos 70 años. Entretanto el Pentágono declara la intención de redoblar su apoyo militar a las naciones orientales europeas, inquietas por el hostigamiento ruso.
Se advierte de manera concomitante una intención del Congreso de recortar gastos. El cierre de bases está pues destinado en parte a generar un ahorro pero supone una reducción de alrededor de 2.000 efectivos del despliegue estadounidense en Europa.
 
USA contaba con unos 67.000 soldados en instalaciones en Europa, la mayoría impulsadas hace más de medio siglo tras la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría con la Unión Soviética. Téngase en cuenta que se reduce desde unos 322.000 en 1985 e incluso de más de 100.000 en 2005. Precisamente cuando Moscú preocupa de nuevo.
 
Estas actuaciones de carácter perdurable en el tiempo pretenden compensarse con acciones coyunturales como préstamos económicos militares a Polonia y otros países del centro de Europa, con una mayor presencia de la Armada en el Báltico y el Mar Negro y una mayor cooperación con Georgia o Ucrania. 
Sin embargo, lo cierto es que el cierre de instalaciones y consiguiente reducción de tropas en Europa occidental disminuye la capacidad de USA de cumplir sus compromisos con los antiguos satélites soviéticos. Lo demás es retórica.
Este cierre de instalaciones más allá de poder causar malestar en el Ejército responde a decisiones burocráticas e ideológicas pero no a una estrategia prediseñada de garantizar la Defensa del conjunto de Europa. El envío de estos mensajes, que no se escapan a los enemigos, es en sí un incremento de la amenaza tanto en el Este como en el Oeste de Europa. El máximo general estadounidense en Europa, Philip Breedlove, dijo que eran necesarias más fuerzas de rotación en ese continente y que el número de tropas no debía reducirse.
 
Alemania, Italia, Portugal Reino Unido además de Bélgica y Holanda son las naciones afectadas por estas reducciones.
 
Son detalles aparentemente no determinantes, pero verdaderamente preocupantes por lo que tienen de disminución de la disuasión que “externalizamos”. Sin embargo, paradójicamente, otros efectos de esta menor disuasión pueden llegar a ser benéficos para España.
 
En el año 2010 la OTAN aprobó en la cumbre de Lisboa un sistema de defensa contra la amenaza de misiles balísticos. Lo aprobaron 28 países y se ha desarrollado, entre otras medidas, con el acuerdo sobre la base de Rota.
Obama revisó el escudo estadounidense que Bush quería extender a Europa con un emplazamiento en Chequia y Polonia, y la Alianza Atlántica acordó un sistema antimisiles propio para defender Europa de ataques de Estados y agentes no estatales, incluidos grupos terroristas.
 
Los aliados fueron desarrollando el sistema, mediante acuerdos bilaterales con Polonia, Rumanía, Turquía, España o Países Bajos.
 
Hoy, el objetivo de Estados Unidos no parece ser el de aumentar su presencia militar en Europa.
 
Sin embargo, los países europeos no cuentan con los medios necesarios y dependen de la integración de capacidades estadounidenses. Y, si hay una amenaza a la seguridad, si la proliferación de armas con vectores balísticos en zonas próximas es un hecho cierto, los Gobiernos y los partidos políticos responsables están obligados a ofrecer una alternativa adecuada.
 
En este contexto se sitúa el acuerdo bilateral de España con Estados Unidos. Así es como paradójicamente ha beneficiado al interés de España por afectar a la seguridad del área mediterránea, la reducción del interés americano por Europa.
También es benéfico en otro sentido: La alternativa de los sistemas de defensa antimisiles ayuda a disuadir de la proliferación y el uso de armas nucleares, sin abandonar la obligación de proporcionar seguridad.
 
Se trata además de una opción de defensa colectiva, por definición más baratas que las opciones nacionales aisladas y, además, eficiente frente a este tipo de amenazas, con potenciales beneficios, por ejemplo, industriales. Y a Europa le conviene igualmente.
 
·      El papel de España ante el inmediato entorno geoestratégico. Los Estados barrera. La crisis de seguridad
 
Europa ha tratado la crisis de los refugiados sobre la marcha, es decir, cambiando las normas a medida que la situación lo iba requiriendo. Esta crisis tiene importantes implicaciones de seguridad y relación con misiones militares ya existentes como el control de mafias, la persecución de piratería y en algunos países de ejercicio del control de fronteras por militares.
 
España deberá tratar un número de varias decenas de miles de peticiones de asilo, en teoría. Sin embargo, todas las medidas de acogida, serán completadas, en toda Europa, con actuaciones encargadas a los denominados estados barrera.  
 
Los tradicionales estados barrera para España son Marruecos y Mauritania.
Hay ejemplos de misiones concretas que detuvieron oleadas de migrantes en el pasado desde África occidental. Estas misiones incluyen medidas diplomáticas, dinero en forma de ayuda al desarrollo y cooperación policial.
 
Las medidas suelen incluir acuerdos para la aceptación de las repatriaciones así como el fomento de la adopción de leyes por parte de estos países castigando penalmente el tráfico de personas.
 
Se busca lograr un efecto disuasivo que limite el acceso de los refugiados y por tanto lo haga gestionable. Se trata de impedir que se convierta en asunto de seguridad. Exige sin embargo un compromiso continuado en el tiempo que permita garantizar la ayuda de gobiernos rara vez democráticos en colaboradores plenos frente a la inmigración clandestina.
 
La cuestión no es menor porque desde Europol hasta los servicios policiales de cada una de las naciones europeas han advertido del peligro del tráfico de personas como imán para criminales y terroristas.
 
La utilización de Internet para estos fines ha permitido la multiplicación de las detenciones, lo que no garantiza la seguridad. El papel de los traficantes es relevante. Muchos están también implicados en infinidad de delitos como el tráfico de drogas, lavado de dinero, falsificación de documentos.
 
La cooperación de Europa con países como Turquía es fundamental. La UE se está acercando a Turquía y Alemania aprovecha sus relaciones bilaterales, pero hay que tener en cuenta que es un país con dos millones de refugiados. Si para la UE es difícil acoger a los que vienen, para los turcos también.
 
Es decir, la crisis de los refugiados no es sólo una crisis humanitaria, es también una crisis de seguridad. Alemania que está absorbiendo con creces el mayor número de refugiados lo hace por una parte por su propia renuncia, comprensible por razones históricas, a tratar de influir en el exterior y por su ausencia de liderazgo o poder de convocatoria para lograr que los Estados miembros de la UE acudieran a detener las atrocidades en masa del tirano sirio. Sin embargo, los crímenes que generaron la crisis  de refugiados y solicitantes de asilo y ayudaron a promover el auge del Estado islámico provienen de la guerra siria. Para Berlín toda intervención militar en el exterior es problemática y por las mismas razones también lo es rechazar la ayuda a masas de refugiados. En todo caso entre Alemania y los Estados Unidos se ha entendido muy mal el entorno generado por la guerra en Siria, “Chernobil geoestratégico” fue la expresión usada por el General Petraeus y que no actuar era en sí mismo una forma de actuar que ha supuesto más de 250.000 muertes y más de 4 millones refugiados que ahora Occidente trata de asimilar.
 
La costumbre europea de contar con los Estados Unidos para resolver cualquier problema de seguridad desde la II GM ha definido una complacencia en posiciones de actuación internacional y se seguridad que es especialmente peligrosa. Incluso una limitadísima intervención en Siria como una zona de interdicción de vuelo y una iniciativa para el acuerdo era un exceso para las limitadas capacidades de Alemania, reales y teóricas, es decir sus limitaciones históricas, políticas y de opinión a las que hay que añadir las posibles insuficiencias militares y de voluntad de los Estados Unidos.
 
Como consecuencia de esa situación España se encuentra en la obligación de asumir inmigrantes con importantes repercusiones de seguridad. Debe también asumir la lección de que las medidas preventivas, tanto de control de la inmigración a través de estados barrera como las intervenciones militares calculadas pueden resolver a tiempo más que la inacción.
 
No hay que olvidar, por otra parte, que jurídicamente el denominado sistema de Dublín sigue en vigor por lo que, el principio de la responsabilidad de los refugiados por el país de llegada sigue siendo válido.
 
·      Las alianzas ante el futuro. Se cierra un ciclo.
 
Ante esta situación los aliados comienzan a proponer una estrategia bautizada como de “generadora de estabilidad” y encomendársela a la OTAN. Se trataría de reducir la potencialidad de los conflictos, lo que no deja de ser paradójico ante la realidad del desastre sirio. Para ello se insiste en un concepto de moda como es el de “aguante” o resistencia en el largo plazo, resilience, como una de las tareas esenciales de la OTAN. Es la idea que subyace a la permanencia en Afganistán y acaso a otras como los apoyos a las intervenciones en Irak. En principio esta resistencia y aguante se vinculan a situaciones preventivas y disuasorias de las amenazas, pero cabe preguntarse si no son inmediatamente aplicables y requeridas a situaciones de guerra como las presentes.
 
Todo ello cierra el ciclo que iniciamos en relación con los aliados: un periodo relativamente extendido de ausencia de inversión y relajación en el gasto, que se cierra con el incremento de las amenazas y la constatación de fallos en la disuasión. Es decir, que la necesidad de aumentar el gasto colectivo en defensa, vieja aspiración de la organización ya que Estados Unidos corre con el 75% del presupuesto que no ha hecho más que declinar desde los noventa, se manifiesta hoy como nunca.
 
Ahora mismo el presupuesto de defensa de Moscú, redivivo en sus ambiciones internacionales por la dejación americana llamada “reset”, es más que la suma combinada de Francia y Alemania para 2016.
 
Esto debería significar el fin de un ciclo, presupuestario y de atención a las amenazas, aunque aún no se advierten los cambios económicos y organizativos que podrían hacerlo posible.
 
2. Las capacidades de España
 
La paz es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida, Cervantes.
 
·      La conciencia de defensa nacional
 
La mejor definición del periodo que vivimos es probablemente la del fin del fin de la Historia haciendo un juego de palabras con el archi-famoso libro de Fukuyama. Confirmándolo, lo cierto es que es el terrorismo y el aumento de países con inestabilidad política lo que caracteriza este periodo posterior al final de la guerra fría. Sin embargo, la emergencia de esta situación ha pillado a contrapié pues la finalización de la Guerra Fría y el auge de los estados del bienestar en Occidente han supuesto un rápido y progresivo descenso de los presupuestos de Defensa así como la indefinición más a largo plazo. Es decir que la frase canónica asociada a este epígrafe: “mantener el pretendido nivel de disuasión” hace aguas porque no se sabe qué significa cada concepto. Todo es potencialmente revisable, volátil y sujeto a cambio. Sin embargo, paradójicamente el rápido deterioro de la situación actual de orden estratégico, puede suponer una variación en sentido contrario al seguido estos años.
 
Ahora bien, antes que ponerse a hablar exclusivamente en términos económicos lo primero en que hay que caer en la cuenta es que la primera capacidad y la única esencial, es el pueblo español. O dicho de otro modo, que es la salud pública de España el elemento determinante de la capacidad. Si Reagan decía en su día que el mayor arsenal de los Estados Unidos era la libertad, de igual modo, la capacidad militar más relevante de España es el pueblo español.
Como ha dicho un militar en otro foro -  Agustín Muñoz-Grandes, en su discurso de recepción en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas -  si la conciencia de defensa nacional existiera pediría a los partidos que incluyeran en sus programas electorales proyectos sobre seguridad y defensa y miraría con preocupación los sucesivos recortes del gasto que hoy se aceptan con naturalidad. Con relación al PIB hemos descendido del 2,13% al 0,91% de 2009. A Japón en su rendición se le impuso no sobrepasar el 1% en sus gastos de seguridad, asegurando así que fuera baja su capacidad de combate. La seguridad que garantiza la paz es cara pero siempre mucho más barata que la guerra. “Necesitamos cubrir nuestras necesidades, aunque, desde luego, el mejor equipamiento de un ejército es el amor de su pueblo”. Es imperativo implicar a toda la sociedad en la defensa de la nación.
 
Sucede así porque carecemos de una sólida política de Estado en materia de seguridad y defensa. Y no hay política de estado porque no hay un convencimiento de la relevancia que tiene ocupar un puesto relevante en la contribución a extender la paz en el mundo. Por fin esto produce un agradable aislamiento adormecedor sin responsabilidades que acomoda a todo el mundo y amodorra perfectamente a la sociedad y a la nación, hasta la aparición de una crisis de difícil o imposible reparación. Por otra parte España ha participado en todo tipo de misiones de paz, salvo las denominadas de imposición de paz, reservadas a los Estados Unidos, en ocasiones acompañados de Inglaterra, hasta que estos mismos parecen haberse unido a la tendencia general a la abstención de liderazgo. Por fin, se genera una falsa tranquilidad que procede de la adhesión al paraguas protector que significa que “siempre que contribuyamos …, aunque sea de forma limitada, otros nos protegerán”.
 
Hay también unas causas que podríamos llamar internas que debilitan nuestras capacidades: recelo a hablar de las misiones constitucionales de nuestro Ejército, las etapas históricas de canto a la neutralidad, la actual etapa de canto al pacifismo, obviamente las tendencias separatistas y de debilitación nacional en general, la omnipresencia de la desinformación y la propaganda, la suspensión del servicio militar, la reducción de la entidad de nuestros ejércitos y la crisis de valores.
 
·      El marco presupuestario y la disuasión creíble
 
De lo anterior se deriva lo siguiente: El Ejército es difícilmente viable con los actuales presupuestos y se obliga al Estado Mayor de la Defensa a salvar las capacidades militares esenciales.
 
Así, se desguazan portaaviones, se prestan buques de combate a otros países, se inmovilizan blindados o se condenan pilotos al suelo.
 
La Directiva de Defensa Nacional, 2012, insiste en el concepto de mantenimiento de un nivel nacional de disuasión creíble y suficiente y en la premisa de la cohesión nacional para lograrlo.
 
Todas las previsiones apuntan a un proceso de reducción de efectivos en el futuro más cercano, pero no es seguro que ello responda a un análisis estratégico o de los compromisos internacionales a cumplir.
 
Siendo el gasto en Defensa insuficiente no es esta la insuficiencia fundamental: España viene gastando alrededor del 0,6%; unos 6.000 millones de euros, en los Presupuestos Generales del Estado para el departamento. Por su parte, la ejecución presupuestaria efectiva se acerca más bien a los 9.000 millones, casi un 1% del PIB, cifra que se alcanza si se añaden las pensiones militares.
No será bastante, pero tampoco es nada. Supera con creces a ministerios de menor gasto y a países de menor peso internacional.
 
Hay que tener en cuenta la manera imaginativa de tratar presupuestariamente los denominados PEAs programas especiales de armamento.
 
Se producen recortes y revisiones en estos programas. Al margen de estos grandes programas, el gasto de personal supone un 75% del presupuesto ordinario. La reducción en soldados y marineros no se acompasa con la reducción de los cuadros de mando.
 
Pero los efectos más deletéreos de los presupuestos se sienten probablemente en el adiestramiento: se reducen así los ejercicios anuales, o las horas de vuelo en el Ejército del Aire o los días de mar en la Armada.
Hasta ahora, la falta de adiestramiento se ha suplido con las misiones internacionales. Antes de salir se somete a las unidades a especiales programas de instrucción y se las equipa con lo necesario.
Se adoptan medidas de reorganización como el paso en el Ejército de Tierra de las brigadas especializadas a las polivalentes o el establecimiento de fuerzas conjuntas de reacción rápida.
 
Con todo, el problema capital es la falta de guía. Las capacidades, como medios para la obtención de fines, dependen de la definición de las misiones de España y de su voluntad de disuasión. La existencia de documentos burocráticos en donde se definen formalmente no sustituye su existencia real.
 
Por otra parte, hay que tener en cuenta el mejorable balance de las iniciativas de la OTAN del estilo de fórmulas como  la smart defense, y de la UE, pooling & sharing. Esto tampoco significa que se puedan abandonar estas iniciativas de compartir gastos de defensa multilateral o bilateralmente.  
 
En cualquier caso, España necesita unas capacidades creíbles para defender el bienestar de sus ciudadanos.
 
Por ejemplo, cuando se repasa la estructura militar y los planes de equipamiento se ven desajustes existentes. Así, la unidad de élite, con mejor dotación que ninguna es hoy la Unidad Militar de Emergencias (UME), que no es esencialmente defensa ni disuasión sino protección civil.
 
Al mismo tiempo el carácter excesivo de los efectivos sólo debe analizarse a la luz de las misiones por cumplir y del modo de cumplirlas.
 
·      Multilateralidad y externalización
 
Para España es difícil garantizar la defensa en solitario y los actuales medios militares no parecen permitir atender a las misiones que habrá que cumplir en el futuro. Lo que hace imperativo su definición con un mayor grado de concreción.  Se impone continuar buscando la multilateralidad —UE y OTAN, marcos bilaterales como el ejemplo franco-británico o la especialización de la industria de defensa. De nuevo, para todo ello la premisa es la definición de los objetivos y del grado de disuasión de una manera sustancial y efectiva.  
 
El entorno también confirma que, las organizaciones multilaterales de seguridad están en un periodo de declive lo que podría llevar a una imposible nacionalización de la seguridad. Lo necesario es una mayor integración aunque pueda llevar a asumir mayores responsabilidades. De nuevo remite a una definición concreta de los objetivos.
 
La clave está en la ausencia de percepción de riesgo por parte de la opinión pública que significa que por un lado los gastos de defensa son siempre susceptibles de reducirse y los gastos que se hacen en Defensa son siempre susceptibles de ser gastados en algo que no sea Defensa. La consecuencia es en una primera fase una menor disuasión y en una segunda una adaptación al menor nivel de disuasión alcanzado en un proceso que corre el riesgo de ser regresivo o exigir cooperación con otras naciones o incluso, como se ha sugerido, plantearse la adopción de capacidades disuasorias a las que se había renunciado, siendo el máximo ejemplo de esto la nuclear.
Lo que llamamos externalización pasa por la entrega de flancos enteros de la disuasión a otros responsables. Un ejemplo es el escudo antimisiles de la OTAN con sede en Rota.
 
Otro es el reforzamiento de la cooperación en industrias de Defensa en el ámbito de la AED o inventando otros mecanismos. En 2016, seguirá habiendo programas de armas financiados por Industria (el submarino S-80, el helicóptero NH-90, los Buques de Acción Marítima, la fragata F-110 y los vehículos 8x8) por unos 500 millones de euros.
A la industria de defensa se atribuye en general un efecto benéfico sobre la investigación y el capital tecnológico. La integración europea, no digamos un verdadero mercado único, no es fácil de alcanzar. Pero no hay muchas más alternativas.
 
·      La reafirmación de las virtudes militares. El pueblo español, capacidad decisiva
 
Por concluir, siguiendo de nuevo al académico Muñoz-Grandes Galilea, lo que es necesario para recuperar a medio-largo plazo unas capacidades disuasorias auténticamente eficaces y que eleven el rango internacional de España, es la reafirmación de las virtudes militares.
 
Según el General Alonso Baquer el militar ha sido en la historia: caballero como en la Edad Media, héroe en el Renacimiento, soldado en el siglo de las luces y militar de carrera tras Napoleón. Hoy debe ser un compendio de todo lo anterior. Para ello es menester que el militar tenga un profundo conocimiento de su profesión pero que este sea coherente con un conocimiento integral del mundo que le rodea para poder influir efectivamente en él, la integración en alianzas no es sólo esencial sino que es un requisito de seguridad colectiva al que no se puede dar la espalda.
 
“El estado de guerra perpetua en que viven los pueblos salvajes se debe precisamente a que ninguno de ellos es capaz de formar un ejército y, con él, una respetable y prestigiosa organización nacional”, decía Ortega, que añadía: “Lo importante es que el pueblo advierta que el grado de perfección de su Ejército mide con pasmosa exactitud los quilates de la moralidad de las virtudes nacionales”.
 
Hay que trabajar por tanto en un perfeccionamiento en la formación que debe hacerse de los cuadros de mando especialmente, reafirmando virtudes cardinales como: el ejercicio del mando junto con el arte del buen mandar o liderazgo, el concepto de autoridad, el valor la lealtad y la disciplina y por fin la obediencia y la fidelidad.
 
Hay que ser conscientes también del entorno que afirma misiones no tradicionales del Estado a través del Estado del bienestar que ofrece beneficios materiales, cuestionando las misiones típicas y esenciales de los Estados que hacen posible todas las demás.
 
En definitiva, el notable esfuerzo de protección derivado de la defensa necesita de las denominadas virtudes militares.