Negociación con ETA. Zapatero en la Historia

por Emilio Campmany, 15 de diciembre de 2008

Parece que Zapatero no tiene intención de disolver los ayuntamientos gobernados por los concejales proetarras de la ilegalizada ANV. Sí es probable que disuelva alguno, empezando por el de Azpeitia, ya que fue allí donde asesinaron al industrial Uría sin que los que dirigen el consistorio balbucieran siquiera una palabra de condena. Pero la mayoría de los pueblos gobernados por los filoetarras seguirán estándolo.
 
Hay vehementes rumores de que, hacia la primavera, Zapatero volverá a la mesa de negociación previa declaración por parte de ETA de la correspondiente tregua. El acercamiento al País Vasco de algunos presos, que quizá hayan sido calificados por el CNI como proclives a la salida negociada, sería un gesto de buena voluntad con el que compensar las recientes detenciones en Francia.
 
El PP, naturalmente, rechaza la negociación. Sin embargo, su oposición ya no es tan frontal como en la legislatura pasada. Aunque sigue exigiendo la disolución de todos los ayuntamientos gobernados por ANV, el jueves se abstuvo cuando se votó la entrega de 8.000 millones de euros a la administración municipal, a pesar de que parte del dinero irá a parar a los consistorios que están controlados por los terroristas. Más notable aún es que Federico Trillo se haya mostrado conforme con el extraño acercamiento de presos llevado a cabo por el Gobierno.
 
Después del fracaso que para el PSOE supuso durante la legislatura pasada la negociación con ETA y la sangría de votos que le acarreó en las municipales, los analistas no terminan de creerse que Zapatero esté dispuesto a volver a negociar con la banda. Y mucho menos admiten la posibilidad de que Rajoy haya dado su visto bueno. Pero muy bien podría ser precisamente eso lo que está ocurriendo.
 
¿Tiene sentido? Desde luego, tiene mucho sentido que Zapatero quiera volver a negociar. Quiere pasar a la Historia como el presidente que acabó con la ETA y no puede hacerlo si la banda terrorista es derrotada policialmente. Ese momento puede estar muy cerca, pero cuando llegue nadie sabrá que lo ha hecho hasta pasar mucho tiempo sin asesinatos, quizá cuando Zapatero ya no esté en La Moncloa para poder atribuirse el éxito. Y, lo que es peor, a lo mejor la Historia le atribuye el mérito a Aznar, que fue con quien los terroristas empezaron a ser acorralados. Ni hablar. Zapatero quiere aparecer en los libros de Historia como el presidente que con talante y diálogo acabó con la ETA y, para eso, necesita un final negociado. Con el IRA ha ocurrido lo mismo. Fue Margaret Tatcher quien venció a la organización terrorista, pero ha sido Tony Blair el que se ha colgado la medalla por ser él a quien el IRA entregó las armas el 28 de julio de 2005. Así se escribe la Historia y Zapatero lo sabe.
 
Lo único que ha cambiado respecto de la legislatura pasada es que se ha convencido de que la oposición no le dejará triunfar si no recibe algunas migajas del éxito. Parece que ha transmitido cierta disposición a darlas a cambio de la indulgencia y colaboración de Rajoy. Quiera Dios que me equivoque, pero la actitud del gallego, y la de Federico Trillo, permiten sospechar que el presidente del PP ha aceptado la oferta. A lo mejor alguien les ha convencido de que, en efecto, Zapatero sabe muy bien en qué dirección va.
 

Libertad Digital