¿Necesitamos religión?
por Jeff Jacoby, 10 de mayo de 2007
(Publicado en The Boston Globe, 18 de abril de 2007)
¿Quién es más probable que se preocupe de los pobres en las calles de Calcuta? ¿Asociaciones humanistas seculares? ¿O las Misioneras de la Caridad de la madre Teresa, que siguen la palabra de Dios como una obligación vinculante?
'Yo prohibiría la religión completamente', decía la estrella británica de la música pop Elton John en una demasiado destacada entrevista el pasado noviembre. 'Convierte a la gente en cretinos llenos de odio, y realmente no es compasiva'.
Que la mayor parte de la gente encuentra odiosa la religión no es noticia exactamente, pero lo que se viene llamando el Nuevo Ateísmo se ha convertido últimamente en una industria en expansión. Profusión de libros, artículos y conferencias elogian con entusiasmo el secularismo y atacan la fe en Dios como absurda y perniciosa. Tal antipatía hacia la religión era relegada en tiempos a los márgenes de una sociedad educada. Hoy se presenta en el lugar más prominente.
Un Congresista de California es ovacionado por anunciar que es ateo. Un artículo de portada del New York Times Magazine -- '¿Por qué creemos?' -- considera 'adaptación evolutiva' y 'accidente neurológico' como explicaciones para la fe religiosa, pero no la posibilidad de que Dios pueda existir realmente. La Unión Europea difunde una declaración del 50 aniversario de sus valores fundamentales, pero excluye cualquier mención al cristianismo. El próximo libro de Christopher Hitchens, el afamado periodista, se titula Dios no es grande: porqué la religión lo envenena todo.
Pero aún así, raramente tienes que mirar muy lejos para que se te recuerde la indispensabilidad de Dios y la religión para la vida civilizada.
En la portada del Sunday's Boston Globe, una fotografía muestra al reverendo Wayne Daly caminando con dos funcionarios de la policía de Boston por Grove Hall, en Roxbury. 'Seleccionando las zonas carcomidas por la violencia letal', explica el pie de foto, 'miembros de la Black Ministerial Alliance iniciaron un esfuerzo ayer por acompañar a la policía en calidad de intermediarios'.
A lo largo de las próximas semanas, alrededor de 50 sacerdotes y ministros religiosos se distribuirán por los barrios más peligrosos de la ciudad, picando puertas y presentando a los residentes a los funcionarios de policía que patrullan sus vecindarios. El objetivo es romper la intimidación o desconfianza que con frecuencia impide a los residentes dar parte de actividades criminales. 'Subyacente a la estrategia de la alianza' observa una noticia, 'se encuentra la idea de que los residentes de estos vecindarios... pueden estar más dispuestos a hablar en el futuro con los funcionarios del orden si los ministros religiosos han allanado el camino'.
Supongo que Hitchens y Sir Elton encontrarán esto incomprensible. Si la religión transforma a gente decente en 'cretinos llenos de odio', ¿por qué recurrirá la policía de Boston en busca de ayuda al clero local? Si la religión 'lo envenena todo', ¿quién en sus cabales confiaría en personas para las que el testimonio religioso es un estilo de vida?
Cierto, la mayor parte de nosotros no tenemos problemas en comprender porqué los pastores religiosos son calificados como árbitros honestos, o porqué los funcionarios esperan que su implicación haga más segura la ciudad. Pero he aquí una pregunta mejor: ¿qué es lo que mueve a estos religiosos a asumir los riesgos? ¿Por qué quieren ser aliados de la policía en vecindarios en los que las bandas no se andan con chiquitas con los 'chivatos' y demás buenos ciudadanos? A esos efectos, ¿por qué se meten para empezar en el servicio religioso? Ciertamente existen modos más fáciles, más seguros o más lucrativos de ganarse la vida.
Los hay. Pero los religiosos están movidos por un cálculo judeocristiano moral según el cual la bondad y la devoción valen más que una carrera fácil, segura o lucrativa. La moralidad judeocristiana exige decencia y clemencia hacia sus seguidores - no como tema de razón u opinión o 'adaptación evolutiva', sino como voluntad de Dios. Y a partir de ese impulso moral - hacer el bien porque el Creador quiere que hagamos el bien - viene la falta de egoísmo y la fuerza para salir indemne de críticas.
'Veo ese impulso moral en funcionamiento todos los días', ha escrito el líder cristiano Charles Colson, 'cuando 50.000 voluntarios de la Prison Fellowship por todo Estados Unidos y otros 50.000 en todo el mundo acceden a agujeros ofensivos, queriendo a las personas menos deseables del mundo. No haces eso por ningún tipo de instinto humano - es contrario a la egoísta naturaleza humana'.
¿Pueden los ardientes seculares, firmes en su creencia de que no existe un Dios ante el que tengamos que responder y ninguna moralidad aparte de la que establezcan los seres humanos, ser personas buenas y afectivas? Ciertamente. Y aún así, cuando actos de caridad y buenas intenciones son más necesarios, generalmente no son grupos de Nuevos Ateos a los que se ve dando el callo. ¿Quién es más probable que se preocupe de los pobres en las calles de Calcuta? ¿Asociaciones humanistas seculares? ¿O las Misioneras de la Caridad de la madre Teresa, que siguen la palabra de Dios -- 'Ama por tanto al prójimo' -- como una obligación vinculante? Cuando la policía de Boston precisa de intermediarios morales y de confianza, ¿los encuentra en organizaciones que hacen campaña contra la religión? ¿O en la Black Ministerial Alliance?
El mundo con el que sueña Elton John -- un mundo en el que la religión esté prohibida -- es uno que ya hemos visto brevemente. Hitler, Stalin y Pol Pot nos han mostrado lo que hay al final de ese camino. Por supuesto hay excepciones a cada norma; por supuesto no todo el mundo que cree en Dios es bueno; por supuesto se han hecho cosas horribles en nombre de todas las religiones. Pero un mundo sin Dios sería realmente un lugar perverso.