Nacionalizando los parques nacionales
por José Brechner, 14 de marzo de 2007
El presidente boliviano, Evo Morales, decidió revertir al Estado las concesiones forestales en el parque nacional Madidi, de 1,8 millones de hectáreas fronterizo con el Perú. El dignatario dijo: Estamos acá para sentar soberanía en nuestro territorio para empezar desde hoy a defender el territorio nacional, la dignidad nacional y nuestros recursos naturales. Añadió que se inicia la nacionalización de las reservas forestales en los parques de su país que posee un total de 66 áreas protegidas, de las que 20 tienen importancia nacional e internacional.
Consecuente con su desconocimiento de prácticamente todo, el mandatario quiere nacionalizar algo que por definición pertenece al Estado y no se permite explotar comercialmente. Algunos organismos internacionales, defensores de la flora y la fauna amazónica, se encargan de proteger esos territorios aportando con dinero y colaboración científica para su conservación. Los bosques amazónicos son los únicos pulmones que le quedan al planeta. La actitud de Morales, fiel a su discurso demagógico, contradice todo lo que habló anteriormente sobre la defensa de la ecología.
Para el campesino boliviano y por ende para Morales, un árbol es madera y nada más. No respeta ninguna forma de vida, animal o vegetal; tira la basura y toda clase de desechos en cualquier lugar y por lo general vive en un ambiente promiscuo y antihigiénico. Ecología es nada más que una palabra novedosa en su léxico, no tiene idea de lo que significa, ni del compromiso que implica.
La decisión de Evo obedece a una orden de su jefe, Hugo Chávez, que a través de la frontera peruana puede facilitar la infiltración de terroristas de Sendero Luminoso, crear asentamientos para traficar armamento, controlar una zona despoblada para la invasión bolivariana; desestabilizar al Perú y controlar el departamento (provincia) de Pando: una región opositora al régimen, donde Morales perdió las elecciones.
Los nativos son defensores de la naturaleza sólo cuando les conviene. Los ecologistas originarios hicieron su aparición hace algunos años, oponiéndose a la existencia de un pequeño hotel construido enteramente de bloques de sal en el Salar de Uyuni. Era el único hospedaje boliviano y uno de los pocos del mundo incluido entre los hoteles exóticos del planeta. El hotelito que albergaba a una veintena de huéspedes se encontraba solitario en el enorme desierto de 10.500 kilómetros cuadrados, pero según los indígenas potosinos contaminaba el ambiente. La verdad era que sentían envidia del creativo y próspero propietario, que tuvo la idea de hacer una pequeña edificación con el material gratuito del lugar; cosa que ellos no pensaron. En vez de hacer lo mismo o mejor aún, construir un pueblo entero de sal, que sería un original atractivo turístico, hicieron huir al hotelero que buscó un lugar más apropiado en el gigantesco salar, lejos de las hostilidades de los lugareños, donde construyó uno nuevo.
Los agricultores indígenas tradicionalmente queman todos los años inmensas áreas selváticas, con el irracional argumento de mejorar la tierra. Aniquilan miles de especies biológicas que pueden tener la curación para incontables enfermedades y provocan afecciones pulmonares a los habitantes de las ciudades con el humo y los gases que emanan de sus incendios masivos. Lo mismo sucederá en el Parque Nacional Madidi. ¿Greenpeace se pronunciará sobre esta reversión con fines económicos de una reserva ecológica mundial o también son complacientes admiradores del colorido presidente?
El gobierno socialista procura tener presencia en lugares débiles de proteger para acaparar el poder en todo el país, de manera que en el futuro cercano los bolivianos sean prisioneros sin escape. Morales argumenta para sus acciones la defensa de la soberanía, de la dignidad nacional y otras fantasías paranoicas, como si Bolivia estuviese siendo atacada por algún enemigo. Hasta el momento, el único que ha violado la dignidad y soberanía de su país, es él mismo, dándole a Chávez derechos sobre los bolivianos, sometiéndolos como siervos a sus ambiciones personales.