Misión No cumplida. Espantada anunciada y nuevo ridículo en Kosovo

por Hernando Cortés Monroy, 24 de marzo de 2009

No vale sorprenderse ni lamentarse ahora. La defensa no interesa, y en cuanto el gobierno ha visto una oportunidad se ha lanzado por el desfiladero, cuesta abajo, y sin ninguna garantía ni respeto ni por la solidaridad colectiva occidental. A Zapatero y a su ministra Chacón les importa todo un comino. En sus desvelos por desmontar las estructuras, como buenos marxistas, no paran en barras. Y si ello comporta el despreciar la defensa nacional, hacer de menos a los aliados, desairar a los Estados Unidos y demostrar una falta de respeto contumaz por los organismos internacionales y las políticas que ellos consideran “reaccionarias” y hasta “fascistas”, mejor que mejor.
 
Ahí los tenemos. Imagínese el lector el espectáculo de Zapatero y Chacón juntos en el 60º aniversario de la Alianza Atlántica. Bajo la educación diplomática se esconde lo peor. Un día en la OTAN se destaparán las realidades y se dejará de adoptar esa actitud comprensiva y tolerante que se ha tenido con España.
 
Si había un lugar en los Balcanes donde la misión distaba mucho de estar cumplida, ése era precisamente Kosovo. Tal como lo ha reflejado bien el portavoz del Departamento de Estado norteamericano Robert Word. Ahora Sr. Zapatero, ya no vale acusar a Bush. De una forma gratuita y sin necesidad, atolondradamente –o eso parece-, el Gobierno español ha decidido que Kosovo, simplemente ya se ha acabado y una vez más, ha provocado la decepción y animadversión no solo en Washington sino también entre el resto de aliados europeos.
 
La postura del gobierno español en Kosovo era, y es claramente un error, y demuestra precisamente esa falta de continuidad de la política exterior y de defensa española que, no es más que el reflejo de la propia política interior y de partido que hacen los gobiernos en España, demostrando un desconocimiento absoluto de las relaciones diplomáticas, de la historia y naturalmente, y del valor de las alianzas internacionales que se contraen. Desde Godoy a Zapatero, pasando por Franco, la actitud es parecida. Por eso Gibraltar sigue donde sigue.
 
La España de Zapatero no resulta de fiar, al igual que no lo resultaba la de Felipe González. En enero pasado se cumplieron 20 años desde que España comenzó a participar en operaciones internacionales de paz. Desde entonces, algo más de 100.000 militares españoles han participado en unas 50 operaciones con un coste en vidas humanas de 148 muertos, y con un coste que supera los 3.500 millones de euros, algo no excesivamente significativo si se tiene en cuenta la respuesta internacional ante los diferentes conflictos que se han venido sucediendo en ese tiempo.
 
Ahora, por boca de la ministra de Defensa, el Gobierno ha decidido acabar con una misión encomendada por la comunidad internacional, sin que ésta se haya pronunciado y mientras el resto de naciones que acordaron contribuir siguen haciéndolo. No habrá que extrañarse si en el futuro, deciden ignorar a España cuando pueda necesitar de su apoyo. Seremos los militares, los que nos movemos por esas instituciones, los que pagaremos el descrédito de ZP.
 
La decisión adoptada es errónea por varios motivos. En primer lugar, porque gracias a su participación en apoyo de las decisiones colectivas de la sociedad internacional a la que pertenece, España ha logrado una no despreciable respetabilidad internacional, y en las organizaciones de la seguridad colectiva de las que forma parte es precisamente esa implicación de los ejércitos españoles lo que más ha contribuido a sustentar la imagen positiva que se ha conferido a la España moderna y democrática. Por otra parte, para los ejércitos, la colaboración con otras fuerzas armadas que responden a criterios de la máxima exigencia, ha contribuido a mejorar muy notablemente su operatividad técnica y moral, en contraposición a lo que estaban acostumbrados.
 
A pesar de la calma aparente que hoy reina en los Balcanes, la región continúa siendo del máximo interés para la ONU, especialmente dada  la inestabilidad  que subsiste latente precisamente en Kosovo, hasta el punto que una de las misiones secundarias  de la EUFOR es el refuerzo y apoyo de las fuerzas de la OTAN desplegadas en Kosovo. Obviamente los asesores de la Ministra Chacón no le han informado de estos detalles, que nosotros estamos dispuestos a hacerle llegar.
 
En cualquier caso, a pesar de las alabanzas, autobombo y lisonjas que el Ministerio de Defensa se concede y otorga a las tropas, para intentar acallar así toda crítica a su deficiente labor, la realidad es simple: nunca se han dado los pasos ni se han tomado las medidas para que la presencia española, en las misiones en el exterior fuese efectiva y consistente, bien dotada de medios y cuantiosa. Siempre las fuerzas españolas han sido de las menos numerosas y escasamente dotadas. Otra cosa es que el comportamiento español haya sido ejemplar, incluso sin medios, lo cual ha sucedido a pesar de la cicatería de los políticos del momento y de la complacencia de la cúpula.
 
Sin embargo no es menos cierto que asumir más responsabilidades en un momento poco  boyante en cuanto a recursos humanos y materiales para las Fuerzas Armadas españolas  es sin duda un acto de desconocimiento de la realidad. Los altos mandos dirán “sin novedad” a las autoridades políticas, pero la verdad es que, entre otras medidas, se va a recurrir ahora a organizar períodos de servicio más largos, al objeto de aminorar los costes de transporte y relevo, sin olvidar que la totalidad del ya exiguo Ejército de Tierra tiene que desarrollar misiones para las que no está preparado, y ello lleva a descuidar sus tareas esenciales y misiones en el territorio nacional, que también existen, y a entrar en un adiestramiento diferente y hasta más costoso.
 
Solo podemos preguntarnos si, en realidad, la decisión tomada no lo ha sido por que los militares lo han pedido, ante las carencias y escaseces existentes, aunque para quienes lo conocemos, hay que dudar que haya alguna mente sensata en todo el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor de la Defensa que se atreva a elevar estos problemas a la autoridad política, en lugar de decir sin novedad.
 
Todo este desaguisado está siendo disfrazado por las autoridades políticas del Ministerio de Defensa y mandos afines, bajo afirmaciones de que la misión ya se ha cumplido, y que ya resulta mejor para la moral y experiencia de las fuerzas, regresar a casa. Bueno, no deja de ser una buena excusa que, a fin de cuentas no engaña a nadie, y especialmente por que ya se ha hecho patente que el destino de los soldados de España no preocupa en el Ministerio ni en los estados mayores.
 
La situación española está tomando un mal cariz en el seno de la Alianza Atlántica y la mala prensa se viene notando hasta de la EU, donde se acusa ya claramente a España de insolidaria. Por ello, el Gobierno ha anticipado ya su disposición a reforzar Afganistán y es posible que algún refuerzo mínimo se lleve a cabo incluso en las próximas semanas.
 
De todos modos la aclaración de última hora de que se podría aplazar la retirada de Kosovo durante un año resulta patética. Tal y como se ha anunciado ya, el JEMAD se dispone ahora a coordinar y a planificar la retirada del contingente español... ¡Tarea de proporciones gigantescas! Retirar 600 hombres –ni siquiera un batallón-, parece que es ahora una misión logística comparable al desembarco del día D en Normandía. Patético y ciertamente ridículo.