Más democracia

por Ignacio Cosidó, 15 de junio de 2011

 

(Publicado en el blog de Ignacio Cosidó)

A Rubalcaba se le está yendo de las manos el tema de las concentraciones de los indignados. Ayer los comerciantes de Madrid le reclamaban 30 millones de euros por las perdidas que la acampada de Sol está generando a sus negocios. Vamos para un mes de ocupación de la plaza y empieza a haber un problema cada vez más serio.

Rubalcaba tiene ante sí un conflicto de intereses. Como candidato es proclive a la inacción más absoluta, porque toda actuación policial tiene un coste político -como se vio ayer en Valencia- que no parece dispuesto a asumir. Pero como ministro del Interior tiene una obligación de hacer cumplir la Ley y de no dejar que se genere un verdadero problema para la convivencia democrática. Si dejamos que este movimiento vulnere impunemente todas las normas para no provocarlo, crearemos una sensación de impunidad que resulta muy peligrosa. Se demuestra así que la dualidad de candidato y ministro del Interior resulta cada vez más incompatible para defender los intereses generales. En este sentido, me parecen pertinentes varias reflexiones:

1. El criterio fundamental debe ser cumplir la Ley. Estar indignado no da derecho a transigir la Ley. Uno puede manifestarse cuantas veces le plazca, pero solicitando la pertinente autorización. Tampoco puede ocuparse la vía pública de forma indefinida. Y los derechos de los indignados no pueden conculcar los derechos del resto de los ciudadanos, empezando por los comerciantes, que también los tienen y también están indignados, aunque no acampen.

2. La policía no está para crear problemas, pero tiene la obligación de cumplir la ley y actuar cuando se genera un problema. Toda acción policial debe responder a los principios de prudencia, proporcionalidad y empleo de la mínima fuerza necesaria. Pero tampoco podemos olvidar que en una democracia es el Estado quién tiene el monopolio legítimo de la violencia para poder hacer frente a quienes la ejerzan. España cuanta además con unas unidades de intervención policial de primer nivel, profesionales y que merecen nuestro respaldo y confianza.

3. Hay sin duda muchos motivos para estar indignado en este país, empezando porque resulta inaceptable tener cinco millones de parados. Pero la responsabilidad principal de esta indignante situación la tiene un Gobierno que heredó una economía boyante y con su incompetencia ha arruinado al país. El fracaso del proyecto socialista no es el fracaso de la democracia en España como algunos pretenden vender. En las últimas elecciones se demostró que una mayoría de españoles lo que quiere es un cambio de Gobierno, no un cambio de sistema.

4. Junto al cambio político que permita al país superar la crisis económica, es urgente un proyecto de regeneración política. No es asumible que uno de cada cinco españoles vea a los políticos como un problema. Los políticos tenemos la obligación de hacer una reflexión autocrítica. Es injusto repartir las culpas por igual, pero creo que hay que hay que escuchar más a la sociedad y ofrecer un proyecto que sea capaz de restablecer la confianza, que sea más eficaz luchando contra la corrupción, que permita mayor ceranía entre el ciudadanos y sus representante. Me consta que esta será una de las prioridades de Mariano Rajoy en su programa electoral.

Lo que resulta muy peligroso es negar la legitimidad democrática a quiénes han sido elegidos libremente por los ciudadanos. Todas las alternativas que nos presenten serán peores. Necesitamos más democracia, no menos