Malabarismos en Oriente Medio

por Florentino Portero, 22 de julio de 2008

(Publicado en ABC, 22 de julio de 2008)
 
Obama ha hecho de la política exterior uno de sus temas clave para alcanzar notoriedad, ganar las primarias demócratas y, aunque está aún por ver, alcanzar la Casa Blanca. Toda apuesta implica riesgos y el senador por Illinois ha asumido varios.
 
Reivindica que desde un primer momento se opuso a la Guerra de Irak, a diferencia de la mayor parte de sus iguales en la Cámara Alta. Sin embargo, en aquellas fechas aún no era senador. Ha defendido que el campo de batalla fundamental contra el yihadismo era Afganistán, cuando era en Irak donde se encontraban desplegadas las huestes de al Qaeda.
 
Propuso una retirada inmediata de Irak, dando por descontado que esa guerra ya se había perdido, pero el éxito de la nueva estrategia le ha forzado a revisar su postura. «Yo no he dicho eso» es su frase favorita, pero se reinterpreta a sí mismo tantas veces que ya no sabemos en qué fase de su proceso revisionista se halla. No quiere ser el responsable de perder una guerra que está ganada, pero se encuentra atado por sus anteriores declaraciones derrotistas.
 
Su disposición a reunirse «sin condiciones» con el presidente iraní Ahmadinejad, declaración revisada con posterioridad pasando a ser «sin condiciones» pero en función «de las circunstancias», encendió todo tipo de alarmas en Israel. Alarmas que quedaron apagadas por su inesperada, y no solicitada, afirmación de que Jerusalén debía ser la capital indivisible del estado de Israel.
 
Obama no tiene una estrategia sino un discurso. Dice lo que cree que quieren oír sus potenciales votantes y eso le lleva a una montaña rusa de rectificaciones, revisiones y matizaciones. Tras su visita a Kabul, donde nadie dudaba de su compromiso, llega a Bagdad, donde tratará de hacer suyo el éxito de Bush: retirada paulatina y coordinada sin poner en peligro la estabilidad del país.
 
En Israel confían en que mantendrá el vínculo tradicional, pero temen el efecto de tanto malabarismo en la región. En el polvorín de Oriente Medio sólo faltaba un prestidigitador.