Los realistas iraníes
por David Ignatius, 15 de diciembre de 2006
(Publicado en The Washington Post, 1 de diciembre de 2006)
'Este tema de la salida con gracia simplemente no tiene ningún realismo en absoluto', decía el jueves el Presidente Bush después de reunirse con el primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki. Y ese probablemente es el titular adecuado mientras la administración revisa sus opciones para Irak: no hay salida con gracia.
Eso no significa que no haya cambios significativos al frente en Irak. La premisa de una revisión secreta de la política de la Casa Blanca llevada a cabo a lo largo de las dos últimas semanas es que la presente política no funciona. Una de las opciones que han emergido de esta revisión es un redespliegue de las fuerzas norteamericanas a lo largo del próximo año que centraría la misión americana en entrenar y asesorar a las tropas iraquíes.
Bush decía el jueves que su objetivo era 'acelerar' el control del país por parte del ejército iraquí, y reducir las fuerzas norteamericanas allí 'tan pronto como sea posible'. Estas palabras probablemente deberían ser tomadas al pie de la letra. Aunque los funcionarios de la administración reconocen que un creciente control iraquí probablemente va a ser un proceso desastroso -- lo contrario a una 'salida con gracia' -- la administración no tiene ninguna gana de un gran incremento de tropas. Cada uno de los altos funcionarios con los que he hablado recientemente se muestran de acuerdo en que la cifra de tropas norteamericanas en Irak tiene que reducirse a lo largo del próximo año, incluso si la violencia sectaria sigue siendo elevada.
La administración es reticente a los cambios radicales, tales como involucrar a Irán y Siria, que es probable que serán propuestos por el bipartidista Iraq Study Group encabezado por el ex Secretario de Estado James A. Baker y el ex Representante Lee Hamilton. Todos los funcionarios de la administración están a favor en principio de involucrar a Irán, pero creen que bajo las actuales condiciones es probable que sea un callejón sin salida. En cuanto a Siria, existen distintas opiniones dentro de la administración, con algunos funcionarios dispuestos a poner a prueba la voluntad de Damasco de atemperar su alianza con Teherán, y otros viendo al régimen sirio como una amenaza peligrosa cuyo apoyo sólo puede lograrse al precio de sacrificar al gobierno proamericano del Líbano.
Mientras los funcionarios de la administración revisan la estrategia de Irak, un elemento fallido es la política del 'llegar a los sunníes' perseguida por el embajador americano en Bagdad, Zalmay Jalilzad. Algunos funcionarios han concluido que el enfoque de Jalilzad hace que los chi'íes iraquíes tengan miedo de que América les abandone sin lograr ninguna reducción significativa de la insurgencia sunní. Unos cuantos funcionarios argumentan directamente que es hora de que América tome parte por los chi'íes en el conflicto en Irak. 'La reconciliación nacional es una falacia', decía un analista veterano de Inteligencia en una entrevista esta semana, insistiendo en que en Irak, 'tienes que elegir un ganador'.
La administración parece alinearse hacia una versión más diplomática de este enfoque de 'elegir a un ganador', que es apoyar al gobierno de dirección chi'í y a un ejército iraquí que es de manera aplastante chi'í y kurdo. Los funcionarios esperan poder contener la lucha sectaria que es casi una guerra civil en toda regla y la partición del país. Pero con Jalilzad a punto de volver a Washington según lo programado para ser reemplazado probablemente por el veterano diplomático Ryan Crocker, es probable que el esfuerzo americano implique menos 'llegar a los sunníes' y mayor dependencia de la mayoría chi'í y su gobierno electo.
Irán ha sido especialmente frustrante para la administración. Los funcionarios estaban seguros de que había un logro seguro a mediados de septiembre, cuando el consejero iraní de seguridad nacional Alí Larijani daba señales de que vendría a Nueva York con un compromiso en el tema nuclear que abriría el camino a conversaciones directas Estados Unidos-Irán. La embajada americana en Berna, Suiza, se apresuró a preparar 150 visados para el equipo de Larijani. Pero Larijani nunca realizo el viaje, y los funcionarios americanos concluyeron que había perdido una batalla interna contra el presidente radical, Mahmoud Ahmadinejad. Los funcionarios de la administración quieren dejar la puerta abierta a contactos con Irán, como la declaración del jueves del Presidente Bush, 'saben cómo hacer que nos sentemos a la mesa'. Pero ahora no hay ninguna esperanza de que estas conversaciones vayan a ser productivas.
En lugar de buscar la ayuda de Irán, la administración busca modos de incrementar la presión sobre Teherán, a excepción de la confrontación militar. El Secretario de Hacienda Henry Paulson ha estado animando a los bancos de Europa y Japón a restringir el crédito a Irán, un esfuerzo que los funcionarios afirman que ha tenido cierto éxito. Y se dice que la Casa Blanca está hablando discretamente con Arabia Saudí acerca de una estrategia para reducir los beneficios petroleros de Irán a lo largo de bastantes de los próximos años, a través de una mayor producción saudí y precios inferiores, lo que empeoraría la posición económica de Irán.
Una señal de lo mal que están las cosas en Irak -- y de la convicción de la administración de que no hay opciones buenas -- es que las esperanzas de la Casa Blanca ahora parecen centrarse en el conflicto palestino israelí. Altos funcionarios creen que ésta es una escena donde la diplomacia americana puede ganar dividendos, y donde puede ser posible un compromiso. Así de mal es como está ahora mismo Oriente Medio -- cuando el pantano de los palestinos es clasificado como una brillante esperanza.