Los drones como jueces, jurados y verdugos en la guerra contra Al Qaeda

por Óscar Pérez Ventura, 4 de diciembre de 2012

Para el presidente Barack Obama, la guerra contra Al Qaeda continúa. Esta guerra no parece que vaya a desarrollarse de una manera convencional; como ya hemos visto, EEUU ha abandonado Irak y los planes para abandonar Afganistán están sobre la mesa.

 
El futuro de esta guerra está en manos de los UAV (Unmanned Aerial Vehicle, en inglés, Sistema Aéreo No Tripulado) o comúnmente llamados drones, aviones no tripulados que resultan enormemente rentables para los EEUU si los comparamos con los soldados de carne y hueso: son baratos en comparación con los medios tradicionales, más fiables, más rápidos, son indiferentes a la fatiga, reducen los “daños colaterales”, no saben lo que es el miedo y, lo más importante, no arriesgan la vida del piloto.
 
Utilizados inicialmente para misiones encaminadas a la obtención de inteligencia, vigilancia y reconocimiento aéreo, en el año 2000, EEUU comenzó a desarrollar la tecnología necesaria para darles un uso distinto: servir como medio de transporte y de plataforma de lanzamiento de misiles, manejados a larga distancia.
 
EEUU comenzó a usar drones armados a partir del año 2001 en la campaña militar de Afganistán, para continuar después usándolos en Irak y en los últimos tiempos han sido exportados hasta una base militar en las islas Seychelles con el fin de combatir la piratería en las aguas de Somalia. Además de estos países hay que añadir Pakistán, Yemen, Etiopia, Kenia donde realizan campañas de bombardeos aéreos selectivos. En un principio los aviones no tripulados, según el secretario de Defensa, León Panetta, fueron la única solución para atacar a Al Qaeda porque no merecía la pena enviar tropas humanas a lugares como Afganistán.
 
 Pero realmente cuando los drones han aumentado su proliferación ha sido a partir del mandato del presidente Obama, ya que se calcula que EEUU tiene hoy unos 7.000 drones, mientras que hace diez años sólo tenía 50. Para este año, el Pentágono solicitó al Congreso casi 5.000 millones de dólares para la compra de más drones.
 
En 2009, su primer año como presidente, Barack Obama autorizó más ataques mediante drones, hasta un total de 54, que Bush entre 2004 y 2008, etapa a lo largo de la cual se registraron 46. Curiosamente, fue en octubre de 2009 cuando se anunció que Obama era galardonado con el Premio Nobel de la Paz. En 2010 el número de ataques autorizado por Obama se multiplicó hasta una cifra no inferior a los 122; en 2011 fueron no menos de 72 ataques los registrados.
 
En una reciente entrevista a la CNN, Obama ha declarado (después de eludir en varias ocasiones hablar de este asunto) que “los drones son una de las herramientas que usamos y los criterios para su uso son muy exigentes y muy estrictos”:
 
1.      “Tiene que ser un objetivo que esté autorizado por nuestras leyes”.
2.      “Tiene que ser una amenaza seria y no especulativa”.
3.      “Tiene que ser una situación en la que no podemos capturar a la persona antes que pueda avanzar hacia algún tipo de complot operativo contra los EEUU”.
4.      “Tenemos que asegurarnos que en cualquier operación que realicemos, debemos tener mucho cuidado para evitar víctimas civiles”.
5.      “Que si bien existe una justificación legal para tratar de detener (a los ciudadanos estadounidenses) que estén realizando algún complot terrorista, están sujetos a las protecciones de la Constitución y a un debido proceso judicial”.
 
Estas palabras del presidente estadounidense parecen ser verdades a medias, pues en lugares como Pakistán y Yemen, la CIA permite realizar un ataque con drones solamente con la “firma” del objetivo, es decir, si parece y actúa como un terrorista.
 
Dos veces en la entrevista, Obama se quejó que “información errónea” ha sido difundida por los medios de comunicación sobre la campaña de aviones no tripulados. “Mucho de lo que se lee en la prensa que pretende ser preciso no siempre es exacto”, dijo Obama.
 
Los modelos más utilizados por la CIA en sus operaciones encubiertas son el General Atomics MQ-1 “Predator” y el MQ-9 “Reaper” armados con misiles Hellfire, un tipo de misil aire-tierra de fabricación estadounidense diseñado para destruir carros de combate; un enemigo invisible que golpea sin ser detectado con una precisión letal y luego se retira silenciosamente sin dejar ningún rastro.
 
En los últimos cuatro años, EEUU ha eliminado cerca de 2.000 individuos entre dirigentes Taliban, terroristas o jefes tribales e insurgentes varios en la zona de Af-Pak con esos aviones no tripulados, siendo las acciones más importantes algunas acaecidas durante los dos últimos años contra miembros de la red Al Qaeda:
 
-          Anwar Al Awlaki, clérigo radical y líder espiritual de Al Qaeda en la Península Arábiga, eliminado en el noroeste de Yemen el 30 de septiembre del año pasado.
-          Atiyah Abd Al-Rahman, considerado el segundo al mando de Al Qaeda tras Ayman Al-Zawahiri, y encargado de las operaciones terroristas. Fue abatido en la región de Waziristán en Pakistán el 22 de septiembre de 2011.
-          Ilyas Kashmiri, veterano miembro de Al Qaeda y líder de Harkat ul-Jihad al-Islami, grupo fundamentalista islámico muy activo en Pakistán, Bangladesh e India desde comienzos de los noventa. Fue abatido en el sur de Waziristán el 4 de junio del pasado año.
-          Abu Zaid Al-Iraqi, miembro de Al Qaeda central al cargo de las finanzas del grupo terrorista en Pakistán, abatido en el sur de Waziristán el 20 de febrero también de 2011.
-          Sheikh Saeed Al-Masri, considerado en 2010 como el tercero en el escalafón del mando de Al Qaeda Central, fue eliminado el 21 de mayo de ese año en la zona de Waziristán del Norte en Pakistán.
-          Abu Yahya Al-Libi, era actualmente el número dos tras la eliminación del mencionado Atiyah Abd Al-Rahman. Considerado por la CIA como uno de los miembros más peligrosos del grupo terrorista, era licenciado en Químicas y con una gran formación religiosa. Desde 2006 había aparecido en más mensajes propagandísticos de Al Qaeda que Bin Laden o Zawahiri. Fue abatido en mayo de este año en Waziristán del Norte en Pakistán.
 
Sin embargo, no todos estos terroristas eliminados pueden hacer olvidar el 20% de víctimas colaterales que han provocado sus ataques, según afirma el instituto New America Foundation y que también ha provocado el rechazo entre la población pakistaní por estas muertes debido a este uso indiscriminado de drones en su territorio.
 
La polémica sobre si la utilización de estas máquinas de guerra se ajusta al Derecho Internacional Humanitario (que prohíbe los ataques indiscriminados, entendiéndolos como aquellos que pueden alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil) ha llegado incluso al equipo legal de la Casa Blanca, que está dividido sobre la legitimidad para eliminar yihadistas en países como Yemen o Somalia, con drones o sin ellos. En cambio, el caso de Pakistán, donde los drones operan con más intensidad y frecuencia, es distinto, ya que las operaciones se hacen con la aquiescencia del Gobierno pakistaní, mientras que la guerra en Libia constituiría un asunto también diferente, al no afectar a la lucha contra el terrorismo en la misma medida que los demás casos. No obstante, respecto al conflicto acaecido en Libia, en la que hay testimonios que hablan de ataques de aviones sin piloto, la guerra “directa”  no fue aprobada por el Congreso de EEUU, tal como requiere su Constitución. Por el contrario, Afganistán sí continúa en guerra y por lo tanto queda fuera de este debate.
 
También el hecho de haber eliminado a Anwar Al Awlaki, ciudadano estadounidense, no es muy beneficioso para esta política de “Policy of targeted killing” o política de matar objetivos señalados. La verdad es que ha habido voces críticas con esta ejecución sumaria como la del Director del Centro para los Derechos Constitucionales, Vince Warrent: “El programa de ejecuciones sumarias le garantiza el derecho al Ejecutivo de matar a cualquier ciudadano de Estados Unidos que suponga una amenaza, sin supervisión judicial y sin respetar ningún derecho de la Constitución”.
 
Caso que parece todavía más grave, es el del hijo del propio Al Awlaki, de tan solo 16 años y también con nacionalidad estadounidense, que también fue presuntamente abatido por el ataque de un drone en la provincia yemení de Shabwa. El Departamento de Estado no ha querido confirmar oficialmente si EEUU mató a Abdulrahman Al Awlaki, circunstancia que ya parece sospechosa porque normalmente La Casa Blanca siempre promociona “off the record” las gestas de sus ataques con misiles en Yemen.
 
Por su parte Al Qaeda no se ha quedado de brazos cruzados ante los letales ataques de estos drones, y aunque no ha sido reivindicado por ningún miembro de la red terrorista, en septiembre del año pasado, un virus se infiltró en los sistemas informáticos de una base de la Fuerza Aérea de EEUU desde la que se controlan los aviones no tripulados. El virus, que registra los movimientos de los usuarios de ordenadores en la base, en Nevada, no ha infligido daño alguno en las redes clasificadas de la Fuerza Aérea. Al parecer existe la posibilidad que este virus se comunique de forma remota, a través de Internet, con su autor o autores, algo que, según los informáticos del Pentágono, no se llevó a cabo. El virus pudo intentar beneficiarse del hecho de que las grabaciones de vídeo que efectúan los aviones en sus misiones no se codifican y pueden ser fácilmente interceptadas. Por suerte ingenieros informáticos del Pentágono lograron erradicar el virus a las pocas semanas sin que causara mayores daños.
 
Además de este ataque informático, combatientes lograron derribar a algún que otro drone como por ejemplo el que derribaron miembros de Al-Shabab en el sur de Somalia en septiembre del pasado año o anteriormente el de insurgentes paquistanís en enero en la región de Waziristán del Norte.
Por otro lado, a primeros del mes de octubre, Imran Khan ex capitán de la selección nacional de críquet y líder del Partido de la Justicia (Pakistan Tehrik-e-Insaf, PTI), organizó una caravana desde Islamabad camino hacia Waziristán del Sur con el fin de protestar enérgicamente contra la política estadounidense. La marcha que cruzará las peligrosas Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA, según sus siglas en inglés), territorio fronterizo con Afganistán donde se concentran la mayor parte de los ataques contra la insurgencia, no está exenta de peligros. Khan respondió a todos los riesgos que afronta la marcha diciendo que “un hombre de fe no tiene miedo a la muerte. Será un honor hacer el último sacrificio de mi vida a favor de los hombres, mujeres y niños inocentes de Waziristán que han muerto bajo las bombas americanas”.
 
El líder del PTI lleva varios meses organizando mítines multitudinarios por el país y quiere aprovechar este gran tirón popular para ser una alternativa a las familias que controlan tradicionalmente Pakistán en las próximas elecciones presidenciales, que podrían celebrarse este mismo año. A lo largo de la semana fue alentando la salida de esta marcha a las zonas tribales y en declaraciones a la BBC lanzó su primera promesa al electorado al asegurar que “pelearé para convencer a Estados Unidos de que detengan los ataques, y si se niegan pediré a nuestras Fuerzas Aéreas que derriben a los drones intrusos”. El ex deportista confesó a la cadena británica que “la idea de que la única manera de vencer a Al Qaeda es matando supone un mito. Los paquistaníes saben que la gran mayoría de los fallecidos son civiles inocentes o milicianos de bajo rango”.
 
Sin embargo, la marcha fue bloqueada por el ejército paquistaní justo a la entrada de la provincia de Waziristán del Sur. Los talibanes de esa región no parecían conmovidos con el gesto de Khan. De hecho difundieron un comunicado en el que le tacharon de “esclavo de Occidente”. “No necesitamos la simpatía de una persona liberal y laica”, aseguraban. Una facción de los insurgentes incluso amenazó con atentados suicidas a los participantes en la caravana. “No quisimos arriesgar vidas y hemos regresado”, anunció Khan en su tras recibir la advertencia de los militares.
Renunciaba así al plan inicial de llegar a Kotkai, el gran bastión de los talibanes paquistaníes, y en su lugar se disponía a arengar a sus simpatizantes en la localidad de Tank, en la comarca de Dera Ismail Khan.
Además de Pakistán, estas protestas “antidrones” se están dando en otros países del mundo arabo-musulmán. En Yemen a finales del mes pasado, concretamente en la provincia septentrional yemení de Saada, se produjo una manifestación antiestadounidense contra los múltiples asesinatos causados en el país por los ataques con drones de Washington. Al tomar las calles en Saada el viernes, miles de yemeníes gritaron consignas contra los EEUU e Israel y exigieron el fin de los ataques aéreos mortales estadounidenses en su país. Condenaron la interferencia de Washington en los asuntos internos de Yemen y exigieron la retirada de la Marina de EEUU de su país.
 
Pero no sólo en estos países mencionados las protestas están en auge, en los propios EEUU, La Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) decidió a mediados de septiembre llevar a los tribunales a la CIA por la negativa de la agencia a cumplir con una solicitud de entregar documentos relacionados con el programa de “asesinatos selectivos” con drones durante la administración de Obama.
 
Con este paso la ACLU busca “averiguar cuándo, dónde y contra quién los aviones no tripulados pueden ser autorizados, y cómo EEUU garantiza el cumplimiento de las leyes internacionales en materia de ejecuciones extrajudiciales. El público tiene derecho a decidir por sí mismo si el programa es legal o moral”, proclamó Jameel Jaffer, subdirector jurídico de la ACLU.  “Si el programa de la CIA de asesinatos selectivos es legal, entonces no debería haber ninguna razón para ocultar los documentos”, prosiguió Jaffer. En caso de que la ACLU gane el proceso judicial, la CIA se verá obligada a revelar información sobre su manejo del programa de aviones no tripulados.
 
El último campo de batalla donde los drones estadounidenses están extendiéndose es África. Según un informe reciente del diario ‘The Washington Post’, durante los últimos dos años el Pentágono ha convertido el antiguo puesto militar francés de Camp Lemonnier, situado en Yibuti, un pequeño país al este del continente africano, en “la base de drones de asalto más activa fuera de la zona del conflicto en Afganistán”. De acuerdo al informe, el gobierno de EEUU, que busca “intensificar aún más las operaciones de drones durante los próximos meses, ha tomado medidas extraordinarias para mantener en secreto los detalles del programa de eliminaciones selectivas”, que tienen lugar en Camp Lemonnier. Allí ha sido asignado el general David Rodríguez, que participó en Afganistán, como comandante jefe de las fuerzas de los EEUU en África. Esto indica que Obama quiere tener allí a alguien con experiencia en guerras de larga duración en un continente tan complicado a la hora de usar tropas numerosas. Rodríguez tendrá que monitorear, verificar y poco a poco intentar destruir la expansión de Al Qaeda en el norte y este de África usando drones y fuerzas comando desde las bases en lugares como Yibuti.
 
Se trata de la base principal, entre la media docena de centros militares similares en el continente africano, que cuenta ahora con un extenso complejo de hangares para aviones no tripulados Predator, cazabombarderos F-15E, además de otros aviones de combate. El periódico afirma que próximamente la base alojará a unos 3.200 militares, civiles y contratistas estadounidenses que, entre otras cosas, serán los encargados de entrenar a las tropas extranjeras. De acuerdo al diario, el reciente fortalecimiento de las actividades militares de Camp Lemonnier corresponde a un proyecto de 1.400 millones de dólares presentado ante el Congreso estadounidense en agosto pasado por el Departamento de Defensa, en el cual se detalla que las operaciones se llevarán a cabo desde esta base durante los próximos 25 años. Citando fuentes del Pentágono, el medio precisa que la situación geográfica de la base, que se encuentra entre los países del este de África y la Península Arábiga, permite a los drones estadounidenses entrar en el espacio aéreo yemení o somalí en cuestión de minutos.
 
Para concluir decir que corren tiempos en los que las aeronaves armadas que vuelan sin tripulación humana a bordo se han convertido en la peor pesadilla para Al Qaeda Central y para los grupos yihadistas asociados a la red creada por Osama Bin Laden. Pero hay un enorme problema: las muertes no deseadas de civiles o no combatientes que causan y la discutida legalidad de alguna de sus operaciones.
 
Esta lucha sin cuartel continuará, posiblemente recrudecida, debido a la mayor proliferación de estos aviones no tripulados y de la retirada definitiva de tropas norteamericanas de lugares como Afganistán, hecho que hará tener más protagonismo a los drones en su particular lucha contra el terrorismo y la insurgencia en los distintos conflictos armados donde están desplegados.
 
Óscar Pérez Ventura
Analista en Terrorismo Yihadista y Movimientos Radicales Islamistas