Los crímenes de guerra de Hizbolá: Vayamos al vídeo

por Clifford D. May, 13 de diciembre de 2006

Este verano, los comandos de Hizbolá en el Líbano invadieron Israel donde mataron y secuestraron a soldados israelíes, desencadenando una guerra de 34 días. Durante ese conflicto, por el mundo entero se distribuyeron fotos y se afirmaba que eran de víctimas civiles libanesas. Pero las fotos de combatientes de Hizbolá, vivos o muertos, eran imposibles de encontrar.
 
Eso era porque los combatientes de Hizbolá no llevaban uniforme y se escondían entre la población civil del Líbano. Estas prácticas ilegales no fueron denunciadas en toda su extensión. Para los periodistas occidentales en el Líbano, habría sido difícil distinguir entre combatientes y civiles. Muchos ni siquiera lo intentaron, escogiendo más bien informar lo que les decían los portavoces de Hizbolá.
 
La verdad comenzó a aflorar después de un alto el fuego que se logró a mediados de agosto. Después de completar su misión de investigación en el Líbano, el Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Kim Howell, contó a un comité parlamentario que Hizbolá había escondido alijos de armas y misiles en escuelas, mezquitas, edificios de apartamentos y casas.
 
“Lo que vi allí plantea una pregunta sobre la forma en la que tratamos de definir lo que constituye un crimen de guerra”, dijo Howell. “Cada vez que los israelíes respondían (a un ataque de misiles) y derribaban a algún edificio, cada foto de algún niño quemado y cada foto de algún edificio que había albergado gente y que ahora era escombros se convertía en propaganda para Hizbolá”.
 
Igualmente, James G. Zumwalt, un veterano marine americano informó de una operación secreta de Hizbolá, preparada mucho antes de que empezara el conflicto, en la que decenas de hogares libaneses eran convertidos en “mini sedes militares ... Hizbolá preparó con eficacia un involuntario rebaño civil de libaneses como corderos camino al matadero en apoyo de sus propias capacidades para librar la guerra”. 
 
A pesar de todo, ha sido Israel, en lugar de Hizbolá, quien ha sido permanentemente acusado de crímenes de guerra por organizaciones como Human Rights Watch, Aministía Internacional y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Ahora, sin embargo, un informe del Centro de Información de Inteligencia y Terrorismo, centro israelí de investigación política, está usando nuevo material desclasificado proveniente de la inteligencia militar y que incluye fotos aéreas, cintas de vídeo así como el testimonio de detenidos de Hizbolá, en un intento por demostrar de una vez por todas de que Hizbolá flagrantemente violó las leyes de la guerra al convertir en objetivos a civiles israelíes y libaneses.  
 
Escribe el Dr. Reuven Erlich, director del centro: “Este estudio analiza 2 conceptos centrales de la forma que tiene Hizbolá de hacer la guerra … El primero es el amplio uso de la población civil libanesa como escudos humanos vivientes, el segundo es considerar a la población civil israelí como su principal objetivo para el enorme arsenal de misiles que Hizbolá ha amasado durante años. Ambos actos son considerados crímenes de guerra bajo la ley internacional”.
 
El informe más las fotos y los vídeos que lo acompañan muestran lanzamisiles escondidos en pueblos libaneses, al lado de escuelas, mezquitas y hospitales; también muestra cómo lanzan misiles cerca de los puestos de observación de la ONU.
 
Uno de los detenidos de Hizbolá reconoce en una grabación que ha transportado misiles mientras llevaba una bandera blanca - usada cuando libaneses no combatientes querían avisar a los israelíes que estaban intentando huir del campo de batalla. Otros prisioneros de Hizbolá hablan abiertamente del uso de domicilios para almacenar armas y lanzar misiles.
 
Preguntado por el New York Times sobre si el informe israelí significa que Hizbolá debería ser visto como responsable de las muertes de civiles libaneses, Elias Hanna, un general retirado del ejército libanés respondía: “Por supuesto que Hizbolá es responsable. Pero esta gente está dispuesta a sacrificar su vida por Hizbolá”.
 
Eso plantea 2 preguntas que aparentemente no se le ocurrieron al New York Times:
 
1) Si un civil libanés no estaba dispuesto a sacrificar su vida por Hizbolá, ¿cómo podía comunicárselo de forma segura a los líderes de Hizbolá? 
 
2) Si un civil voluntariamente entrega su casa a Hizbolá para que la usen como sitio de lanzamiento de misiles, ¿no se convierte su casa en objetivo militar aunque él y su familia sigan dentro?
 
Este verano, Hizbolá disparó más de 4.000 misiles contra el norte de Israel. La mayoría tenía como objetivo áreas predominantemente civiles como Haifa, ciudad en la que judíos, musulmanes y cristianos ha coexistido en paz desde hace mucho.
 
¿Cuál es la posibilidad de que este informe cambie la percepción, sea del público en general o de las organizaciones que critícan automáticamente a Israel al mismo tiempo que no hacen ningún esfuerzo serio para presionar a sus enemigos a que obedezcan las leyes de la guerra? Creo que esa probabilidad está en un nivel entre bajo y cero.
 
Por eso, las probabilidades de que haya muchas más víctimas civiles libaneses e israelíes en el futuro son altas. Como indica el informe: “En la actualidad, Hizbolá está rehabilitando su infraestructura militar dañada durante la guerra, sin ningún cambio en su política fundamental de esconderse entre la población civil”.

 
 
Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.
 
 
 
 
©2006 Scripps Howard News Service
©2006 Traducido por Miryam Lindberg