Las elecciones del 11 de Septiembre

por William Kristol, 27 de octubre de 2004

(Publicado en Weekly Standard, del número del 1 al 8 de noviembre del 2004: estas son las primeras elecciones presidenciales desde el 11 de Septiembre del 2001, y definirán la respuesta de América: por una parte, podemos intentar volver a los 90; por la otra parte, podemos aceptar nuestros retos, y hacer nuestros deberes. Volumen 010, número 08)
 
 
“Tenemos que  volver al lugar en el que estábamos, en donde los terroristas no eran el centro de nuestras vidas, sino un fastidio”.
--John Kerry, New York Times Magazine, 10 de octubre del 2004
 
“¿Qué americano no cambiaría la economía por la que tuvimos en los 90, el hecho de que no estuviéramos en guerra y de que no se desplegaran jóvenes americanos?”
--John Kerry, en Larry King Live, 8 de julio del 2004
 
“Durante la década de los 90, el frente parecía pacífico a menudo en apariencia. Pero debajo de la superficie había peligros. Los terroristas se estaban entrenando y hacían planes en campamentos distantes... La respuesta de Norteamérica al terrorismo fue en general, dividida y simbólica. Los terroristas concluyeron que esto era una señal de debilidad, y sus planes se hicieron más ambiciosos, y sus ataques más mortales. La mayoría de los norteamericanos veían el terrorismo como algo distante, y algo que no golpearía gran escala en Norteamérica. Ese es el momento al que mi oponente quiere volver. Un momento en el que el peligro crecía en realidad, pero no lo sabíamos. El 11 de Septiembre del 2001 cambió todo eso. Nos dimos cuenta de que la seguridad aparente de los 90 era una ilusión... ¿Tomaremos la decisión a la luz del 11 de Septiembre, o continuaremos viviendo en un espejismo de seguridad hecho en un momento en el que las amenazas unían fuerzas?”.
--George W. Bush, 18 de octubre del 2004
 
ESTAS SON LAS PRIMERAS elecciones presidenciales desde el 11 de Septiembre del 2001. Su tema central es el significado del 11 de Septiembre. Los sucesos de ese día, en realidad, no 'cambiaron todo”, como dice Bush en ocasiones en un argumento defendible. Pero sí que revelaron, en palabras del columnista Paul Greenberg, que “todo lo que habíamos pensado /asumido /esperado en los dorados 90 no había sido así”. La paz superficial de los años 90 se había comprado a un gran precio. El 11 de Septiembre reveló un fallo en la dirección norteamericana, un fallo a la hora de mirar hacia adelante y actuar con decisión para prevenir amenazas - tiene que ver con lo que Bush llama “el duro trabajo de luchar contra el terror y extender la libertad”.
 
Esto es lo que piensa el Presidente Bush. John Kerry en realidad no está deacuerdo. Esa es la razón por la que es tan apropiado que Bill Clinton reaparezca en la campaña de  Kerry esta semana. La  elección será planteada claramente entonces: Por una parte, podemos intentar volver a los 90. Esto no es, por supuesto, una perspectiva poco atractiva, pero seguramente es una inlograble. Pretender que podemos volver a los 90 promueve falsas esperanzas que demostrarán ser peligrosos para el país. Por otra parte podemos afrontar nuestros retos y hacer nuestros deberes - lo que el Presidente Bush ha intentado movernos a hacer, con éxito considerable.
 
En su discurso del 18 de octubre sobre la guerra contra el terror, el Presidente Bush observó con acierto que su oponente “no ha hecho de la democracia una prioridad de su política exterior”. De hecho, la crítica a Bush de Kerry va más allá de la competencia en la puesta en práctica de la política desde el principio. Kerry no ve necesidad de cambiar fundamentalmente la cultura política de Oriente Medio. Bush presentó bien el desafío: “¿Está satisfecho de mirar y esperar, mientras la rabia y el resentimiento crecen durante más décadas en Oriente Medio, alimentando más terrorismo hasta que fundamentalistas sin escrúpulos logren armamento para matar sin límite?”. Bush no. Así que abraza la tarea de ayudar a extender “la democracia y la esperanza” de modo que “los gobiernos que se oponen al terror se multipliquen por todo Oriente Medio”.
 
Lo hace por motivos que su homólogo Tony Blair explicó recientemente. Este es el único camino de tratar con “un terrorismo global mundial” basado en una perversión del Islam: “Sus raíces no son superficiales sino profundas, en las madrazas de Pakistán, en las formas extremas de la doctrina wahhabí de Arabia Saudí, en los campamentos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán. Si acepta esta visión... Si cree que el 11 de Septiembre cambió el mundo... El único camino a tomar es afrontar el terrorismo y podar sus raíces y ramas”.
 
El columnista Tom Friedman, del New York Times, criticó recientemente a la administración Bush por ser “adicta al 11 de Septiembre”. Elogió a John Kerry por 'querer colocar el terrorismo en perspectiva”. Friedman continúa, “quiero un presidente que un día pueda restaurar el 11 de Septiembre en su lugar legítimo del calendario: como el día después del 10 de septiembre y antes del 12 de septiembre. No quiero que se convierta en un día que nos defina. Porque en última instancia,  el 11 de Septiembre va sobre ellos - Los malos - no sobre nosotros. Nosotros somos los del 4 de Julio”.
 
Nosotros, desde el THE WEEKLY STANDARD, no debemos a nadie nuestra lealtad al 4 de Julio. Pero el 11 de Septiembre del 2001, tampoco puede evitar definirnos como norteamericanos del siglo XXI. Y no nos define simplemente en los términos de aquellos que han luchado, y vencido. Porque el 11 de Septiembre no va simplemente de “los malos”,  sobre los ataques contra Norteamérica. El 11 de Septiembre va también de nuestra respuesta. Va de la policía y los bomberos de Nueva York, los hombres y mujeres de servicio en el Pentágono, y de los pasajeros y la tripulación del vuelo 93 de United. El 11 de Septiembre fue un día de infamia. Pero fue también un día de valentía y de nobleza. Podría pasar a la historia como un día que abrió una era en la que el pueblo norteamericano, y sus líderes, se pusieron a la altura de los retos ante ellos - una era en la que actuaron sabía, firme y honorablemente. El 11 de Septiembre vio horas horribles. Pero también podría ser el comienzo de uno de los momentos más brillantes de América. Las posibilidades de ello  son mayores con el Presidente Bush.
 
William Kristol