La verdadera causa de la batalla de Gaza

por Amir Taheri, 6 de julio de 2007

¿Quién planifica la estrategia de Hamas? Mientras el movimiento radical palestino se encamina a lo que podría ser una larga lucha contra su rival Fatah, por no decir una guerra civil palestina total, la pregunta merece más que el simple interés académico.
 
Apenas días después de que Hamas escenificase su golpe de estado para lograr el control exclusivo de Gaza, quedaba claro ya que la operación militar lanzada contra las posiciones de las fuerzas palestinas de seguridad en la franja nunca se debatió en la Asamblea Consultiva (la shura) de la organización islamista. Fuentes solventes cercanas a Hamas me dicen que si se hubiera planteado el tema, es posible que la mayoría de los miembros de la shura se hubieran opuesto al golpe que ha dividido a los palestinos como nunca antes. Hasta de Esmail Haniya, el hombre que encabezó el primer gabinete de Hamas, se dice 'no estar entusiasmado precisamente' con la operación.
 
'Solamente unas cuantas personas conocían el complot', afirma un miembro de la Asamblea Nacional palestina que, aunque próximo a Hamas, es independiente. 'Muchos líderes de Hamas sabían que al capturar Gaza y expulsar a Fatah estarían quemando sus propias naves'. Haniya parece haber puesto sus esperanzas en una inminente mediación de Arabia Saudí para persuadir a Mahmoud Abbás (Abú Mazén), líder deFatah, de poner a todas las fuerzas de seguridad bajo un mando neutral. El tema de los grupos armados de Fatah en Gaza no habría aparecido en las conversaciones secretas que condujeron a los acuerdos de Makkah hace unas pocas semanas. No obstante, nunca hubo un entendimiento implícito de que Fatah fuera a transferir el control del grueso de sus grupos armados en Gaza al presunto gobierno de unidad nacional constituido bajo patronato saudí.
 
A Teherán le preocupaba también de un acuerdo Hamas-Fatah reforzase a aquellos dentro de la dirección de Siria a los que le desagrada lo que ven como crecientes injerencias por parte de Teherán. Los mismos elementos dentro de la dirección siria habrían abierto un diálogo indirecto con Israel y recibido algunas señales esperanzadoras por parte del Primer Ministro israelí Ehud Olmert. Los críticos sirios de la alianza con Teherán señalaban los acuerdos de Makkah como modelo que podría ayudar a reparar las relaciones con los estados árabes moderados, aplacar a los Estados Unidos y eventualmente hasta persuadir a Israel de abandonar los Altos del Golán, los cuales ganó en la guerra de 1967. La deserción de Hamas seguida de un cambio de política y dejado en evidencia a la República Islámica. Si hubieran funcionado los acuerdos suscritos en Makkah, Hamas habría endosado su estrategia a los estados árabes moderados, especialmente Arabia Saudí, Egipto y Jordania e, indirectamente a través de ellos, a todas las políticas conjuntas de las potencias occidentales en Oriente Medio lideradas por Estados Unidos.
 
Hasta comienzos de este mes, cuando se disparaban las primeras salvas de Hamas en Gaza, parecía que las esperanzas de Teherán y Damasco por organizar un nuevo 'frente de rechazo' para oponerse a Israel y más allá de él a los Estados Unidos, se habían topado con un bache. Lo que parecía una cesión total de Hamas a las potencias árabes moderadas llegaba como una importante decepción para la República Islámica de Irán, sus aliados sirios y el satélite libanés Hezbolá.
 
Fuentes palestinas vetadas coinciden en que el hombre que anuló en la práctica los acuerdos de Makkah es Jalid Misha'al, 'Líder Supremo' de Hamas, que reside en el exilio en Damasco. Misha'al suscribió inicialmente los acuerdos de Makkah pero fue persuadido de cambiar de postura bajo presión iraní y siria.
 
En una visita a Teherán, en la que se suponía que iba a informar a los aliados iraníes de Hamas acerca de los acuerdos de Makkah, Misha'al recibió indicaciones tajantes de que Irán prefería 'la intensificación de la lucha contra el enemigo sionista' por encima del alivio de las tensiones que implicaba una coalición con Abú Mazén. El Presidente Mahmoud Ahmadinejad ha estructurado su política exterior sobre la premisa de que una muestra de fuerza militar contra Estados Unidos e Israel es inevitable y que, cuando se presente, las fuerzas radicales encabezadas por Teherán serán capaces de resistir lo bastante y elevar el precio del conflicto en términos humanos como para quebrar la voluntad de lucha de los adversarios. Para que la política de Ahmadinejad tenga éxito, es imperativo que el Líbano y los territorios palestinos se conviertan en destacamentos avanzados de Irán.
 
A pesar de las amenazas puntuales de desatar una lluvia de misiles sobre los vecinos árabes de Irán en el Golfo, es improbable que la directiva de Teherán asuma el riesgo de matar a grandes cifras de las mismas personas a las que espera atraer a su causa. El único aliado regional norteamericano que la República Islámica atacaría sin preocuparse de quién muere es Israel. Teherán y Damasco sostienen que pueden ganar el presente conato de guerra contra el Primer Ministro Fouad Siniora y su coalición gobernante en el Líbano.
 
En noviembre el Parlamento libanés, en el cual Siniora ostenta la mayoría por cinco escaños, se reunirá para elegir un nuevo presidente de la República a suceder al pro-sirio en el cargo, Emile Lahoud. Es suficiente asesinar a cuatro parlamentarios anti-sirios más para que Siniora pierda su mayoría. En el ínterin, la serie de asesinatos bien puede asustar a algunos miembros de la coalición de Siniora como para pasar de bando y apoyar al ex-General Michel Aoun, un cristiano maronita aliado de Hezbolá y candidato predilecto de Siria a la presidencia del Líbano.
 
Es en vistas a lograr el control del Líbano que Irán ha incrementado sus partidas de dinero y armamento a Hezbolá y sus aliados. La mayor parte de los analistas concuerda en que la rama libanesa de Hezbolá ha recuperado virtualmente todas sus pérdidas de la guerra del pasado julio contra Israel. Un ejército libanés enfangado en batallas contra grupos radicales suníes controlados por Siria no tendría los medios necesarios para hacerse cargo también de Hezbolá. Es el partido chi'í decidido a llevar a cabo un golpe de estado en Beirut.
 
Con el Líbano revuelto por completo, la última cosa que querría Israel es verse obligado a intervenir militarmente en su frontera sur con Gaza. La batalla de Gaza era más un conflicto local por el poder entre facciones palestinas rivales. Fue dictaminada por el imperativo estratégico que podría afectar a toda la región mientras Irán y Estados Unidos intensifican sus rivalidades sobre quién fija la agenda del futuro en Oriente Medio.

 
 
Amir Taheri es periodista iraní formado en Teherán. Era el editor jefe del principal diario de Iran, el Kayhán, hasta la llegada de Jomeini en 1979. Después ha trabajado en Jeune Afrique, el London Sunday Times, el Times, el Daily Telegraph, The Guardian, Daily Mail, el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday y el The Washington Post, entre otros. Actualmente trabaja en el semanario alemán Focus, ha publicado más de una veintena de libros traducidos a 20 idiomas, es miembro de Benador Associates y dirige la revista francesa Politique Internationale.
 
 
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