La incógnita china

por Manuel Coma, 15 de junio de 2010

 

(Publicado en La Razón, 14 de junio de 2010)
 
No todo es diplomacia en las relaciones internacionales y, como decía Federico II de Prusia, diplomacia sin ejércitos es como música sin instrumentos. La fuerza cuenta y no precisamente para aplicarla. El «sólo diplomacia» del primer año de Obama pudo hacerlo muy popular y granjearle todo un premio, pero en su segundo año le está pasando factura. Las palabras no cambian las duras realidades de este mundo, en el que muchas alimañas acechan dispuestas a aprovecharse de la debilidad.

La novedad de la semana pasada reside en el sobresalto de China. La política de Obama es reconocerle su estatura convirtiéndola en el socio de Estados Unidos en la gestión de los asuntos asiáticos e incluso mundiales. Pero China quiere más y distinto.

El precio que pone es alto e inquietante y lo que da a cambio es muy poco y excluye cualquier avance en dirección a la democracia. Así lo ha demostrado en los pasados días en los intentos de reformar el sistema político de Hong Kong, que nunca han satisfecho los acuerdos de retrocesión de la antigua colonia británica.

Los chinos han cortado casi por completo las relaciones entre los militares de los dos países, tan útiles para generar confianza, prevenir equívocos y crear colaboración.

El secretario de Defensa, Robert Gates, siempre tan comedido, ha demostrado que también sabe soltar la lengua y en Singapur ha denunciado ese giro, así como la creciente pretensión de Pekín a la soberanía sobre todas las aguas y tierras del mar del Sur de China. Mucha acritud para una sola semana.