La gran puerta de Kiev

por Emilio Campmany, 18 de enero de 2010

Publicado en Libertad Digital, 18 de enero de 2010

La duda que han de resolver las elecciones de este domingo en Ucrania es si el país será gobernado por un pro-ruso de toda la vida, Victor Yanukovich, o una recién conversa al putinismo, Yulia Timoshenko. O sea que, pase lo que pase y aunque tenga que haber una segunda vuelta, Ucrania retorna a los brazos de la gran madre patria rusa. Hay más candidatos con alguna posibilidad de victoria, pero todos son, en mayor o menor medida, favorables a Rusia.

La revolución naranja de 2004 y el rostro picado por las dioxinas de Victor Yushenko, envenenado por los rusos, dio la vuelta al mundo. Hoy, los ucranianos, desengañados, ansían abrir la gran puerta de Kiev al oso de las estepas. ¿Qué ha pasado?

Ha pasado que Occidente ha abandonado a Ucrania. La Unión Europea, vendida a los intereses de Alemania y Francia, nunca ha mostrado mucho entusiasmo por ayudar a las ex-repúblicas soviéticas a desembarazarse de la "protección" de los rusos. Pero, eso por sí solo no hubiera bastado, porque los Estados Unidos de Bush tenían claro que, mientras tales repúblicas caminaran hacia la democracia y fueran verdaderamente libres, merecían ser apoyadas y defendidas para que pudieran seguir siéndolo. Sin embargo, llegó Obama. Los españoles creen que el flamante Nobel de la paz es un idealista. Mentira. Es un realista de izquierdas, que es mucho peor que serlo de derechas, porque a lo único que aspira es a tragar con lo que sea con tal de tener la fiesta en paz. Por eso, Obama ha decidido, ahora que Rusia vuelve por sus fueros, abandonar a su suerte a las repúblicas ex-soviéticas y a los antiguos satélites de la URSS.

El acontecimiento que señala la diferencia entre Bush y Obama es la cancelación del programa para instalar en Polonia y Chequia un sistema con el que defender a toda Europa de los misiles que pudiera lanzarnos cualquiera, los iraníes cuando tengan la bomba atómica, y también los rusos. Aunque dicen no tener intención de atacar a nadie, Moscú se enfadó muchísimo cuando se anunció la instalación. De haberse seguido adelante, las futuras amenazas que profirieran ya no serían tan eficaces. Obama se apresuró a cancelar el programa. Un realista de derechas podría haber hecho algo parecido, pero al menos habría exigido a cambio que Rusia dejara de apoyar el programa nuclear iraní. Como Obama, además de realista, es de izquierdas, lo ha hecho sin contrapartida alguna. El pesado manto ruso volverá a abrigar a los ciudadanos de más allá del Oder-Niesse.

Y España, ¿qué hace? Nada, dirán ustedes. La verdad es que nada, no. Hace poco, pero lo poco que hace lo hace muy mal. Moratinos ha saludado con alborozo en Moscú, como ministro del país que preside este semestre la Unión Europea, la propuesta de Putin de que todos los países de Europa firmemos un tratado de seguridad bajo el liderazgo de Rusia. Esta propuesta no es nueva. Ya la hizo Stalin en los años 30. Ni ingleses ni franceses quisieron saber nada de ella entonces. Hoy Moratinos, en nombre de todos, ha dicho que el tratado se adecua a los intereses de los europeos.

Es tan grave la crisis que vivimos dentro, que no vemos la que se vive fuera. Zapatero llevará España al desastre y Obama hará lo propio con el mundo. Los primeros en suicidarse parece que serán los ucranianos. Veremos quién les sigue.